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11.1 - Razones para el "Spexit"

Actualizado: 29 mar 2022

por Alexandre García Turcan


Resumen: El presente artículo es una versión mejorada del documento “¿Por qué es necesario el Spexit?” que en su día fue publicado en la página web de Somos España. Trabajo que ya no se puede encontrar en internet pues el partido Somos España fue disuelto. Esta nueva versión corrige el estilo así como la línea ideológica de la anterior versión, “re-marxistizándola”, y añade nueva información. Aunque existen muchas razones para un Spexit (es decir, la salida de España de la UE y del euro – sin por ello olvidar la importancia de salir de otras instancias como la OTAN, el Espacio Schengen o la Corte Europea de Derechos Humanos), este artículo se va a centrar en dos razones principales para una salida de España de la UE: nuestra sumisión a la Comisión Europea a través del informe de Grandes Orientaciones de las Políticas Económicas (GOPE) y nuestra pertenencia al euro.


Palabras clave: Unión Europea, euro, soberanía nacional, Comisión Europea, neoliberalismo.



I. Introducción: ¿Por qué es prioritario el Spexit?


Lo más importante para una organización política que aspire al éxito es hacer un diagnóstico correcto de la situación en la cual se encuentra el país donde opera, pues sin ello, todos los presupuestos teóricos que se tengan, por muy pulida que parezca la teoría, no sirven absolutamente de nada. Análisis concreto de la situación concreta, como diría Lenin.


El análisis concreto de la situación en lo que respecta a España nos indica que uno de los principales problemas al que nos enfrentamos es nuestra pertenencia a instituciones de carácter supranacional como Unión Europea (UE) y la OTAN (aunque no es objeto de este artículo hablar de esta última). Y quisiéramos subrayar que se trata de uno de los principales problemas de España, pero no el único, pues también existe el problema de los separatismos periféricos, cuestión que no está ligada directamente a la UE, aunque sí de manera indirecta (aunque esto sería objeto de otro artículo).


Que la pertenencia de España a la UE sea en el momento presente el problema principal de la clase trabajadora española no quita en absoluto que más en el largo plazo la izquierda marxista tenga por objetivo la superación del capitalismo a través de la dictadura revolucionaria del proletariado. Pero es que, precisamente, la forma que adopta la dominación de las grandes burguesías (nacionales o foráneas) hoy en día en la mayoría de países europeos es a través de la UE, como ha analizado el teórico marxista Domenico Moro, que explica en su libro “La jaula del euro” que la supranacionalidad a escala europea ha permitido a las burguesías nacionales sortear el poder legislativo, que de alguna manera era un foco de resistencia donde las clases trabajadoras podían defender lo que quedaba del Estado del bienestar.


Es por ello que las organizaciones izquierdistas (o, si se prefiere, “izquierdosas”) que desvían la atención del problema de la pertenencia a la UE (1), son organizaciones que, como ha ocurrido siempre a lo largo de la historia, sirven a los intereses del gran capital, puesto que hoy en día, en los países pertenecientes a la UE, las grandes decisiones en toda una serie de materias (política económica y social, presupuesto, política industrial, inmigración, diplomacia, etc.) son tomadas desde los centros de poder radicados en Bruselas (notablemente por la Comisión Europea y por el Consejo Europeo) y en Frankfurt (por el Banco Central Europeo). Por lo tanto, es fundamental no caer en una posición infantil consistente en reducir la explicación de todos los problemas “al capitalismo”, sin estudiar concretamente qué forma adopta en el siglo XXI la dominación del capital, al menos en lo que respecta a los países pertenecientes a la UE.


Por ello, afirmamos que, en aras de poder llevar a cabo un programa económico transformador, es condición necesaria la salida de la UE para liberarse de los tratados europeos, del BCE y de la tecnocracia de Bruselas. Es decir, antes de poder implementar medidas orientadas hacia el socialismo, es necesario recuperar la soberanía nacional (2). Lo cual implica la afirmación (y no el debilitamiento) del Estado-nación España. Esto nos recuerda un poco a lo que decía el filósofo francés Michel Clouscard al respecto en una entrevista al periódico comunista L’humanité:


“El Estado ha sido la instancia superestructural de la represión capitalista. Es por ello que Marx lo denuncia. Pero hoy, con la globalización, la inversión es total. Mientras que el Estado-nación pudo ser el medio de opresión de una clase sobre otra, se convierte en el medio de resistir a la globalización. Es un juego dialéctico.”

Para ser más claros, diremos que en la época del capitalismo imperialista definido por Lenin en su obra “El imperialismo, fase superior del capitalismo”, la contradicción principal en el largo plazo, en los países de capitalismo desarrollado, sigue siendo la contradicción capital-trabajo, lo que en términos marxistas se expresa en los intereses antagónicos entre burguesía y proletariado. Esta contradicción no ha desaparecido por la pertenencia de España a la UE, ni va a desaparecer después del Spexit. Pero si queremos ser más exactos, hay que insistir en que la contradicción capital-trabajo sigue siendo la contradicción principal a medio y largo plazo. Esto quiere decir que no desaparecerá cuando España haya salido de la UE. Pero cuando decimos “a medio y largo plazo”, esto implica un detalle de la máxima importancia, porque en las condiciones particulares de España, la contradicción capital-trabajo se ha visto desplazada temporalmente por otra contradicción, que es la contradicción entre la afirmación del Estado-nación España y la pérdida total de soberanía al formar parte de la UE.


Esto es lo que motiva, no sin cierta razón, a algunos dirigentes políticos como François Asselineau (3), Florian Philippot (4) o la propia Marine Le Pen (al menos hasta que renunciara al Frexit en 2017) a afirmar que la vieja dicotomía entre izquierda y derecha ya no significa nada (la experiencia del gobierno “de izquierdas” de Tsipras en Grecia parece demostrarlo), y que la verdadera línea divisoria está entre globalistas y soberanistas, es decir entre los que aceptan la entrega de soberanía política y económica y la disolución de los Estados-naciones en el superestado europeo, y los que se oponen a ello, defendiendo la soberanía nacional y la utilidad y perennidad de los Estados-naciones. Esto, insistimos, tiene parte de verdad pero oculta que la lucha de clases no se detiene y que, en un futuro, la contradicción principal volverá a ser entre entre izquierda y derecha, o mejor dicho entre comunismo y capitalismo.


Por lo tanto, la contradicción europeísmo-soberanismo ha adquirido un carácter más prioritario que la contradicción capital-trabajo, y no en el sentido de que sea más importante en general, sino en el sentido de que es el problema más acuciante que hemos de resolver en el presente. Y ello por la sencilla razón de que de nada sirve defender un programa político, económico y social de izquierdas (comunista, socialista o socialdemócrata) si no nos dotamos de los medios para poder implementar este programa, es decir recuperar la soberanía nacional a través de la salida de la UE. Algunos dirán que este objetivo es necesario, pero no suficiente. No deja por ello de ser necesario y de ser el objetivo principal hoy en día.


Como dice Marcelo Gullo, inspirándose según sus propias palabras en Mao Zedong, hay que situar donde está la contradicción principal (esto lo decía refiriéndose a la situación de los pueblos oprimidos por el imperio azteca, afirmando que la contradicción estaba entre “vida” y muerte”). Ejemplos de cómo una contradicción principal ha tenido que dejar paso momentáneamente a otra contradicción más acuciante, ha habido varios lo largo de la historia. Uno lo tenemos en la ocupación alemana de Francia en el periodo 1940-1944, que supuso para el PCF un alto en el camino hacia la revolución socialista. En aquella época el problema principal consistía en liberarse del yugo de la Alemania nazi. ¿Esto significaba que la contradicción capital-trabajo había desaparecido? En absoluto, pero ésta se había visto solapada por otro problema más urgente. Y es por ello que en el marco del Consejo Nacional de la Resistencia, creado en 1943, los comunistas franceses hicieron alianza con gaullistas, socialistas, demócratas-cristianos y hasta con la extrema derecha de La Cagoule.


En el siglo XXI, algo muy parecido pasó con el Brexit. Durante la campaña a favor de la salida del Reino Unido, coincidieron en su apoyo al Brexit tanto la derecha populista del UKIP, como una fracción de los conservadores, una pequeña fracción de los laboristas y la cuasi-totalidad de lo

s partidos comunistas británicos. Afirmar de manera espuria, como han hecho los trotskistas o algunos que se dicen comunistas, que no había que apoyar al Brexit “porque Nigel Farage es un liberal” o “porque Boris Johnson es un conservador”, es tan estúpido e infantil como si en 1940 alguien hubiese dicho que no había que apoyar la lucha de Winston Churchill contra la agresión hitleriana “porque es un imperialista”. Los que manejan este tipo de argumentos serían capaces de oponerse a que un país salga de la OTAN “porque seguiría siendo capitalista”.


Esto lo decimos sin el menor atisbo de ingenuidad, pues hemos de admitir que el Reino Unido tuvo el apoyo de un sector de la burguesía estadounidense (particularmente el que apoyó a Donald Trump en las elecciones de 2016), y además el Reino Unido tiene su propia plataforma continental que es la Commonwealth. Como apuntó el sindicalista y ensayista francés Jean-Pierre Page, es posible que el apoyo de un sector de los Estados Unidos al Brexit se debiera a la voluntad de desgajar al Reino Unido de la diplomacia de la UE (ya de por sí bastante sometida a la política exterior de los Estados Unidos) para incorporar al Reino Unido en el AUKUS. En este sentido, Biden es un continuador de la política de Trump. Pero esto tampoco permite afirmar, como afirman algunos iluminados, que el Brexit fue producto de una suerte de conspiración judeo-masónica urdida por Trump a través del Big Data. No hay que olvidar que el Brexit fue votado por referéndum popular dando como resultado un 52% del pueblo británico a favor del Brexit, por toda una serie de cuestiones ligadas a la soberanía nacional, entre las que se encuentran la política migratoria de la UE, pero también cuestiones económicas, y en este sentido hay que decir que fue apoyado masivamente por la clase obrera británica, como explicó Vicenç Navarro en su artículo “Por qué la clase trabajadora votó al partido del brexit”. Por ello, los intereses geopolíticos que puedan tener los trumpistas nos tienen que dar exactamente igual, puesto que el Brexit nos beneficia al brindar un ejemplo que indica que es posible salir de la UE.


Otro ejemplo histórico muy conocido lo tenemos en el pacto que hicieron el Partido Comunista de China y las fuerzas reaccionarias del Kuomintang en China, previamente enfrentados a muerte y que sin embargo tuvieron que establecer una alianza ante la amenaza que supuso la invasión japonesa de China a partir de 1937. ¿Esto supuso para el PCCh renunciar a su objetivo de revolución nacional y anti-feudal? No, tampoco. Lo que ocurrió es que una contradicción fue desplazada temporalmente por otra contradicción que en ese momento tenía una mayor gravedad.

¿Y qué decir de la línea que defendió el PCE durante la guerra nacional-revolucionaria del pueblo español contra el fascismo durante los años 1936-1939? Contrariamente a lo que defendían los anarquistas de la CNT y los trotskistas (o “cuasi-trotskistas” si retomamos la expresión del historiador Paul Preston), no había que “hacer la revolución” para derrotar a Franco, sino que la prioridad absoluta y total era ganar la guerra por encima de todo, y después de ganar la guerra, entonces acometer lo que el PCE consideraba la prioridad para ese momento, que era afianzar la revolución democrático-burguesa.

Hoy, consideramos que estamos, salvando las distancias, en la misma situación. Cierto, nuestro país no se encuentra invadido ni ocupado por tropas extranjeras (5), pero lo que hay en común con, por ejemplo, el caso de Francia en el periodo 1940-1944, es que el país ha perdido su soberanía en múltiples aspectos: política económica y social, política industrial, política presupuestaria, política monetaria, diplomacia, política de defensa, etc.

Y efectivamente, éste es uno de los problemas más importantes al cual se enfrenta España en la actualidad. Porque desde su entrada en la Comunidad Económica Europea en 1986 y, de forma más acentuada desde su entrada en la UE en 1992, España ha perdido los controles y las palancas para poder llevar a cabo un programa económico y social transformador que responda a los intereses de la clase obrera.

Porque, efectivamente, nuestra pertenencia a la UE supone toda una serie de problemas, que son bastante numerosos (y que no tienen por qué ser los mismos para todos los países de la UE), pero que podemos resumir en los siguientes: la pérdida de soberanía económica, la asfixia que supone el euro, el problema que supone la PAC para la agricultura española, la amenaza de las eurorregiones, así como otros problemas ligados a los tratados europeos: política comercial, libre circulación de capitales, agricultura hiper-productivista, desmantelamiento de los servicios públicos y prohibición de practicar un patriotismo económico.


Es preciso conocer bien estas problemáticas para tener una idea muy clara de por qué es necesario el Spexit. Spexit que, insistimos, no sería un fin en sí mismo, sino un medio para implementar un programa económico y social propio de una izquierda políticamente definida.

En este artículo nos centraremos en dos cuestiones: la pérdida de soberanía económica y la asfixia que supone el euro, dejando el resto de problemáticas antes mencionadas para otro posible artículo.


II. La pérdida de soberanía económica.

Lo cierto es que ya el Tratado de Maastricht y posteriores tratados (Ámsterdam, Niza) plantearon la cesión de importantes trozos de soberanía a la tecnocracia de Bruselas, pero tenemos que centrarnos en los tratados que tienen vigor hoy en día. El tratado que rige hoy en día y que define el marco jurídico de la UE es el Tratado de Lisboa, adoptado por los Estados miembros en 2007 y que entró en vigor en 2009. Este tratado esta a su vez dividido en dos sub-tratados, que son el Tratado de la Unión Europea (TUE) y el Tratado de Funcionamiento de la Unión Europea (TFUE).


Este último (TFUE) es el que más nos interesa, y más concretamente su artículo 121, que viene a contradecir flagrantemente el artículo 1.2 de la Constitución Española que dice que “la soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado”.


En realidad, para la gran mayoría de cuestiones económicas y sociales, la soberanía reside en la Comisión Europea, un órgano cuyos miembros no son elegidos mediante sufragio universal. Evidentemente, quedan algunos resquicios de soberanía para el gobierno de la nación, para ciertas materias, o bien de segundo orden (por ejemplo el matrimonio homosexual o las leyes sobre violencia de género) o bien para materias de política económica y social que no contradigan las orientaciones de la Comisión Europea.


El artículo 121 del TFUE dice lo siguiente:


“1. Los Estados miembros considerarán sus políticas económicas como una cuestión de interés común y las coordinarán en el seno del Consejo, conforme a lo dispuesto en el artículo 120.”


Por “Consejo” el artículo se refiere al Consejo Europeo (6) que es el organismo integrado po los veintisiete jefes de Estado o de Gobierno de los Estados miembros, la presidente de la Comisión Europea (la alemana Ursula Von der Leyen, que es una otanista convencida), y el presidente del Consejo Europeo (el belga Charles Michel), que es quien preside las reuniones. Esto ya es problemático, porque significa que no son los ciudadanos españoles quienes deciden sobre su política económica, sino que deben consentir en someterla a los demás Estados miembros de la UE para “coordinarla”, siendo la voz de España una entre 27.


Sigamos con el artículo 121 del TFUE:


“2. El Consejo, sobre la base de una recomendación de la Comisión, elaborará un proyecto de orientaciones generales para las políticas económicas de los Estados miembros y de la Unión y presentará un informe al respecto al Consejo Europeo.


Sobre la base del informe del Consejo, el Consejo Europeo debatirá unas conclusiones sobre las orientaciones generales de las políticas económicas de los Estados miembros y de la Unión.


Con arreglo a estas conclusiones, el Consejo, adoptará una recomendación en la que establecerá dichas orientaciones generales. El Consejo informará de su recomendación al Parlamento Europeo.”


Esto quiere decir que si bien la decisión final es del Consejo Europeo, quien tiene la iniciativa de redactar las políticas económicas a aplicar es la Comisión Europea, que elabora un informe anual que recibe el nombre de informe de Grandes Orientaciones de Políticas Económicas (GOPE) (7), que fija la ruta a seguir en política económica y social, e incluso, como se ha podido ver en Francia, administración territorial, bajo la excusa de ahorrar dinero (si bien en la práctica ha ocurrido todo lo contrario).


Huelga decir que estas orientaciones de política económica no van a en un sentido socialista o keynesiano, sino neoliberal. Esto obedece a dos razones:


1. La continuación de la guerra de clases contra las clases trabajadoras europeas, trasladando las decisiones a escala supranacional,


2. La necesidad de hacer que sobreviva el euro (en nuestra opinión ésta es la principal razón).

Hemos de remontarnos un poco en el tiempo. Previamente a la adopción del euro, que es un proyecto que responde a motivos ideológicos y políticos, y no a una verdadera necesidad económica, los países que en virtud del Tratado de Maastricht acordaron la adopción de la moneda común, acordaron también en 1997 el llamado Pacto de Estabilidad y Crecimiento que impuso la famosa “regla de oro”, que consiste en respectar:


1. Un límite de déficit estructural del 3% del PIB,


2. Un límite de deuda pública del 60% del PIB (como ha recordado Pedro Baños en un coloquio organizado por el partido Somos España, este límite no es respectado por prácticamente nadie y de hecho en 2020 la media de las deudas públicas de los países de la UE rondaba el 85% del PIB).


Para hacer respetar estas indicaciones, en 2011 los países miembros adoptaron el Six-pack, que es un conjunto de reglamentos y directivas que permiten imponer sanciones a los países en los que se observe un desvío de trayectoria con respecto a lo que se pide en las GOPE. El Six-pack guarda mucha relación con otro conjunto de reglamentos que es el Two-pack, mediante el cual cada Estado miembro de la UE se ve obligado a presentar un anteproyecto de presupuesto, que deber ser aprobado, enmendado o rechazado por la Comisión Europea (8).

Por lo tanto, cuando el gobierno PSOE-Unidas Podemos (en realidad cualquier gobierno europeísta, sea del color que sea) se presenta ante la opinión pública como si tuvieran libertad para fijar los presupuestos, sencillamente mienten. Esto de hecho ha sido reconocido por Pablo Iglesias cuando confesó que “hemos hecho un programa de Gobierno muy moderado pensando en Europa”.


Pero sigamos con lo expuesto por el artículo 121 del TFUE. Aquí es cuando tenemos que hablar de las llamadas “recomendaciones” que puede adoptar el Consejo Europeo. En las facultades de derecho se suele decir que las recomendaciones no tienen carácter vinculante. Esto es sencillamente falso. El Six-pack prevé precisamente que si a la larga un país no respeta las recomendaciones de la Comisión Europea, se pueden imponer sanciones equivalentes a un 0,2% del PIB del país en cuestión.


Y esto no lo dice solamente el Six-pack. El reglamento 1173/2011 del Parlamento Europeo y del Consejo de la UE “sobre la puesta en marcha eficaz de la vigilancia presupuestaria en la zona euro”, pone claramente en relación estas sanciones de 0,2% del PIB con el artículo 121 del TFUE, diciendo negro sobre blanco que:


“Si el Consejo adopta una decisión en la que se constata que un Estado miembro no ha adoptado ninguna medida como respuesta a la recomendación del Consejo […], la Comisión, en el plazo de veinte días a partir de la adopción de la decisión del Consejo, recomendará que el Consejo, en virtud de una decisión ulterior, obligue al Estado miembro interesado a constituir ante la Comisión un depósito con intereses equivalente al 0,2 % de su PIB correspondiente al ejercicio precedente.”

Por lo tanto, las orientaciones fijadas por la Comisión Europea no son meras “recomendaciones”, son de hecho obligaciones. Obligaciones a las cuales se han sometido todos los gobiernos europeístas, incluidos gobiernos supuestamente “euroescépticos” como el de Di Maio-Salvini en Italia.


Así, en virtud de estas “recomendaciones”, por dar algunos ejemplos, los gobiernos de José Luis Rodríguez Zapatero y de Mariano Rajoy tuvieron que adoptar medidas como las reformas laborales de 2010 (PSOE) y de 2012 (PP), el aumento del IVA del 16 al 21%, el aumento del IVA reducido (es decir sobre los productos de primera necesidad) del 8 al 10%, la congelación y disminución del salario de los funcionarios de un 5%, la congelación de las pensiones, la reducción de las prestaciones por desempleo para los nuevos inscritos, el aumento de la edad legal para la jubilación de 65 a 67 años, la disminución del gasto público en unos 6000 millones de euros, la reducción de las camas de hospital en alrededor de un 25%, la privatización de parte de la lotería nacional, unos planes de austeridad presupuestaria de 35.000 millones de euros en 2012 (43.000 millones si se incluye en plan de rigor impuesto a las Comunidades Autónomas), etc.


Ahora tenemos que detenernos en una cosa porque a principios de febrero de este año (en el periodo que media entre la redacción de este artículo y su envío para publicación) ocurrióalgo que en apariencia me rompía los esquemas, que es la reforma laboral de la ministra Yolanda Díaz, que reformaba a su vez la anterior reforma laboral del PP de 2012. Antes de que se aprobara en el Congreso de los Diputados el 3 de febrero de 2022, yo había escrito lo siguiente en mi artículo:


“Por lo tanto, la pretensión de revertir la reforma laboral del PP es simplemente irrealizable en el marco de la UE. Por eso una vez en el “poder” desde 2020, la falsa izquierda personificada en la “comunista” vergonzante Yolanda Díaz reconoció en su día que “técnicamente no es derogable toda la reforma laboral, sería irresponsable”. Probablemente lo que harán será modificar algún punto aquí y allá para hacer retoques cosméticos, pero es altamente improbable que la Comisión Europea permita al gobierno de PSOE-Unidas Podemos derogar la esencia de la reforma laboral del PP de 2012. Y, por supuesto, nada de derogar la reforma laboral del PSOE, como pretendía Alberto Garzón en 2015. En otras palabras, aún si nos ponemos en el mejor de los casos, es decir, si el gobierno de PSOE-Unidas Podemos consiguiera derogar la reforma laboral del PP, la pérdida de derechos para la clase obrera se hace de manera irreversible porque la izquierda al servicio de la UE opera según el método de “dos pasos atrás, un paso adelante” (por evocar el título de una obra de Lenin, aunque sea al revés).”

Pues bien, si bien por una parte la reforma laboral de PSOE y Unidas Podemos supone un avance para la clase trabajadora (cosa que no había ocurrido en España desde hace décadas), en realidad los hechos me han dado la razón en un 90%, y esto es lo que voy a explicar a continuación.


Como decía, la reforma laboral de Yolanda Díaz supone unos avances innegables. Lo cierto es que toca muchos puntos, por lo que no tenemos espacio para abordarlos todos. Pero podemos condensar en tres puntos importantes las mejoras que supone la reforma, que son los siguientes:


- Se pone coto al problema de la temporalidad de los contratos, haciendo que la contratación ordinaria sea indefinida, mientras pasa a la historia el contrato por obra y servicio, pasando a ser dos los contratos temporales: el “estructural”, que se podrá realizar cuando se den necesidades de producción que los hagan necesario, y el “formativo”, que se limita a los trabajadores de menos de 30 años, durante los tres años siguientes a la finalización de sus estudios. Lo cierto es que el “contrato estructural” es un cajón de sastre en el que podría caber cualquier cosa, como ha denunciado el responsable de formación del sindicato CGT Desiderio Martín Corral, que afirma que en realidad se trata del contrato por obra y servicio de toda la vida solo que cambiándole de nombre. Pero bueno, como dicen los franceses, “affaire à suivre”.


- Se recupera la prevalencia de los convenios de sector sobre los convenios de empresa, aunque según el economista liberal Juan Rallo anteriormente el convenio de empresa sólo tenía prevalencia para las tablas salariales.


- Vuelve la ultraactividad de los convenios colectivos, que anteriormente, en la reforma laboral del PP, se limitaba a un año. Ahora, los convenios se mantendrán en vigor, sin limitación temporal, hasta que se negocie y se apruebe uno nuevo que los sustituya.


Sin embargo, lo esencial de la reforma laboral del PP de 2012 ha quedado intacto. En efecto, con respecto a dicha reforma, la reforma de la ministra Yolanda Díaz:


- No deroga la posibilidad de despedir a trabajadores otorgándoles una indemnización de 33 días por año trabajado, con un máximo de 24 mensualidades.


- No deroga la figura del “despido por causas objetivas”, por la cual se puede despedir a trabajadores con una indemnización de 20 días por año trabajado, alegando tres trimestres de pérdidas o una “previsión de pérdidas”.


- No deroga el hecho de que los empresarios ya no tienen que pagar los salarios de tramitación en caso de despido improcedente.


- No deroga la posibilidad de realizar despidos colectivos (ERES) sin autorización de la Administración Pública y sin acuerdo con los sindicatos.


- No deroga la unilateralidad de los empresarios para la gestión de la mano de obra, posibilitándoles modificar a su voluntad la jornada de trabajo, el horario, los turnos, las funciones de los trabajadores o el lugar del centro de trabajo, sin tener que llegar a un acuerdo con los sindicatos.


- No deroga la elevación del límite de edad para contratos de formación a los 30 años.


Además, en lo que respecta a la ultraactividad de los convenios, según Juan Ramón Rallo, antes de la reforma de Yolanda Díaz el 75% de los convenios ya se estaban negociando por los trabajadores y empresarios de motu propio. Por lo tanto, a efectos prácticos no hay grandes cambios en este sentido.


Y por si no quedara lo suficientemente claro la orientación general de la reforma laboral de PSOE y Unidas Podemos, Juan Ramón Rallo expresaba su satisfacción con las siguientes palabras en su canal de Youtube:


“Aquellos que creemos que la reforma laboral del año 2012 fue un paso en la buena dirección, que no fue ni mucho menos la panacea porque nuestro mercado laboral sigue estando hecho unos zorros, tanto en tasa de paro estructural como en tasa de temporalidad, pero quienes sí creemos que fue un paso en la buena dirección, estamos de enhorabuena, porque PSOE y Podemos, lejos de haber derogado la reforma laboral del año 2012, lo que en realidad han conseguido es institucionalizar definitivamente los aspectos fundamentales de esa reforma laboral.”

¿Y qué tiene que ver la Comisión Europea en todo esto? Pues nos lo explica el miembro de la Confederación Intersindical José Manuel Fernández Galloso, en una entrevista que le hizo Jon Illescas en su canal de Youtube:


“La posición global [de la Confederación Intersindical] ante esta reforma es que es una decepción. Es una decepción porque esperábamos que… En un momento, además, donde contamos con un gobierno de coalición que se llama y se autoproclama progresista, pues que las consignas fueran diferentes. Que fuesen más… evidentemente, cercanas a los intereses de la clase trabajadora. En este caso nos hemos encontrado con que evidentemente no, y que responden a unos intereses de la patronal, que han sido muy bien salvaguardados, y también a los intereses neoliberales de la Comisión Europea. Porque aquí hay dos cuestiones que no se pueden despegar. Por un lado, parte de esta reforma laboral se ha elaborado pensando en que tenía que ser aprobada con el visto bueno de la Comisión Europea para poder recibir los fondos… esos millones de euros que vienen de los fondos NextGeneration. Por lo tanto, ya había unos condicionantes ideológicos detrás que iban a determinar en qué sentido podía hacerse esa reforma. Y por otro lado, la patronal ha sido muy clara: a pesar de que hay disputas internas, yo creo que hay bastante consenso en torno a que se consolida el modelo laboral, que no hay cambios, que la flexibilidad a favor de la empresa se mantiene.”

Algún europeísta afirmará que las “recomendaciones” de la Comisión Europea no tienen carácter vinculante y que se puede implementar una política económica y social de izquierdas en el marco de la UE porque PSOE y Unidas Podemos pactaron en 2018 la subida del salario mínimo a los 900 euros. Pero es que precisamente, el salario mínimo en España era tan bajo (736 euros en 14 pagas) que en todas las GOPE redactadas anteriormente para España nunca hubo ninguna indicación con respecto al salario mínimo.


En cambio, como ha indicado el economista francés Charles-Henri Gallois, las GOPE sí han pedido la liberalización de profesiones reguladas como la de los taxistas. Y de allí que en 2019 estallaran las huelgas en Barcelona de los taxistas contra la regularización de los VTC (Vehículos de Transporte con Conductor, que hacen una competencia desleal a los taxistas).


Por lo tanto, es importante darse cuenta de que todas las grandes decisiones que atentan contra las clases trabajadoras, o contra determinados colectivos de trabajadores, provienen hoy en día de Bruselas, cosa que todos los europeístas, tanto de izquierdas como de derechas, tratarán de esconder. Es por ello que la tarea de una séptima generación de izquierda políticamente definida (que opere en España) debe ser:


1. El estudio minucioso, cada año, del informe anual de las GOPE (y estudiar los informes de años anteriores),


2. No limitarse a denunciar al gobernante de turno del PP o del PSOE cuando aplica medidas neoliberales, sino denunciar que no es más que un ejecutor de una orden que proviene de Bruselas. Es decir, no repetir la conducta de cierta izquierda cómplice, siempre presta a cargar contra un gobierno conservador como el Rajoy pero que se “olvidará” siempre de denunciar a la Comisión Europea como parte del problema. Y por lo tanto de llegar a la necesaria conclusión, que es el Spexit.

El ejemplo del gobierno Di Maio-Salvini (que duró entre 2018 y 2019) en Italia es otro ejemplo de sumisión a la Comisión Europea, que es ilustrativo de hasta qué punto puede controlar la política (en este caso, presupuestaria) de un país. En efecto, la Comisión Europea puede hasta sancionar a un país cuyo presupuesto respete la regla de oro del 3% de déficit, por el hecho de que no respeta las GOPE. Éste ha sido el caso de Italia, cuyo gobierno había presentado a la Comisión Europea en diciembre de 2018 un presupuesto con un 2,4% de déficit. Después de una modificación hecha por la Comisión Europea, mediando amenazas de sanciones, el gobierno “euroescéptico” de Di Maio-Salvini (9) al final tuvo que rebajar el déficit estructural al 2,04%. Ésta es la libertad de la cual se goza en el marco de la UE. Cabe añadir que en virtud del informe de las GOPE que le era destinado, el gobierno italiano se comprometió asimismo a aumentar el programa de privatizaciones hasta los 18.000 millones de euros.


Como dijimos antes, las exigencias de la Comisión Europea pueden llegar hasta la administración territorial de un país. Esto es lo que ocurrió en Francia en 2015 con la adopción de la Ley relativa a la delimitación de las regiones, a las elecciones regionales y departamentales y modificando el calendario electoral, tras la cual las regiones francesas, mediante fusiones entre ellas, pasaron de ser 22 a 14, creándose entidades regionales sin ningún fundamento histórico como “Nueva Aquitania”, “Gran Este” o “Occitania”, denominaciones algunas que inevitablemente nos hacen pensar en la política de las eurorregiones tendente a debilitar la autoridad del Estado central en beneficio de las regiones.


Esta decisión política se ha hecho en base a las recomendaciones de la Comisión Europea inscritas en el informe de las GOPE para el periodo 2013-2014, en el que se pedía “tomar medidas en virtud de la próxima ley de descentralización para lograr mejores sinergias y ahorros entre las administraciones centrales y locales”, invocando una necesidad económica, puesto que ello permitiría supuestamente ahorrar dinero. La realidad es que lo que ha ocurrido todo lo contrario, al haber más desplazamientos de funcionarios. Funcionarios que, por otra parte, son completamente inútiles.


El informe de las GOPE para el periodo 2014-2015 pedía de hecho la transferencia de competencias desde los departamentos (el equivalente en España de nuestras provincias) franceses hacia las regiones, diciendo concretamente que hace falta “fijar un calendario claro para el proceso de descentralización en curso”. Cosa que se hizo efectiva con la aprobación de la Ley NOTRe, en agosto de 2015. De nuevo, no podemos evitar pensar en la política de las eurorregiones y en el artículo de Nicolás Klein publicado en La Razón Comunista “¿Hacia el fin del jacobinismo francés?”.


En resumen, el hecho de la Comisión Europea tiene un control cuasi-total sobre nuestra política presupuestaria nos limita enormemente a la hora de tomar decisiones en materia de política económica y social. El dogma neoliberal defendido a capa y espada por los tecnócratas de Bruselas nos impediría, por ejemplo, nacionalizar una empresa considerada estratégica (o que provea un bien de primera necesidad como la energía), y más aún si ello contradice un informe previo de las GOPE. Tampoco sería posible una política keynesiana tendente a elevar los salarios para incentivar el consumo. Tampoco sería posible la reindustrialización del país, porque las grandes potencias económicas (notablemente Alemania) han decidido cuál debe ser nuestro papel en la división internacional del trabajo (10). De hecho Alemania tuvo un papel decisivo a la hora de fijar los términos del Pacto de Estabilidad y Crecimiento.


Y esta obligación de aplicar las políticas liberales y de austeridad de la Comisión Europea se debe a que las famosas “recomendaciones” son de hecho obligaciones, por la amenaza de sanciones económicas (11).


Existe, por lo tanto, una incompatibilidad entre pertenecer a la UE y la implementación de políticas progresistas (u orientadas hacia el socialismo) en lo económico y social. Es una cuestión de soberanía nacional y de democracia, conceptos que van unidos de la mano.


II. La asfixia que supone el euro


Como ya apuntamos anteriormente, el euro no responde realmente a una necesidad económica, pues cualquier economista serio y honesto (y en esto coinciden economistas de todo el espectro ideológico, desde Joseph Stiglitz hasta Milton Friedman) dirá que el euro es una herejía intelectual.


Aunque se podría hacer remontar la idea del euro a los sueños de Hitler sobre la “Europa de los pueblos”, se manejan dos teorías diferentes para explicar la aparición del euro, aunque lo cierto es que ambas no son excluyentes. Es obvio que el euro, que, insistimos, no obedece a una necesidad económica (puesto que a largo plazo es peligroso hasta para Alemania, por la cuestión de los saldos Target2, cosa que podríamos abordar en otro artículo (12)), fue creado por motivos ideológicos (geopolíticos si incluimos los intereses de Estados Unidos en la ecuación), que son los de construir un superestado europeo, pues todo Estado tiene una moneda nacional. Así, siguiendo un esquema “marxiano” (que no marxista), al crearse una moneda común se influiría en la infraestructura, de tal manera que en la superestructura nacería la idea de pertenecer a un “pueblo europeo”. Ahora bien, ¿qué es lo que más peso ha tenido a la hora de decidir la adopción del euro? Como dijimos anteriormente, se barajan dos teorías:


a) Como defienden neo-gaullistas como François Asselineau, habrían sido los Estados Unidos quienes empujaron hacia la creación de la moneda común para apuntalar la construcción europea y así asentar su dominación sobre el continente europeo. Esto se confirmaría con lo revelado por los documentos desclasificados del Departamento de Estado, publicados por el periodista británico Ambrose Evans-Pritchard en el año 2000, según los cuales en 1965 los servicios americanos habrían aconsejado al vicepresidente de la Comunidad Económica Euopea Robert Marjolin el “perseguir de manera subrepticia el objetivo de una unión monetaria”.


b) No siendo excluyente con la explicación anterior, el euro sería una idea francesa, concretamente del presidente François Mitterrand, quien, a la hora de negociar con Helmut Kohl lo que posteriormente estaría inscrito en el Tratado de Maastricht, habría obligado a los alema nes a aceptar la creación del euro, para obligarles a que haya una “solidaridad europea”. De hecho, Mitterrand salió de la reunión diciendo que había “clavado las manos de los alemanes sobre la mesa del euro”. Siendo primero reticentes, los alemanes acabaron aceptando, a condición de que el euro estuviese alineado sobre las consideraciones ideológicas alemanas.

Independientemente de cuál sea la verdad, creación americana o creación europea, lo que importa es que el euro es perjudicial para el crecimiento de la economía española. Pero es importante recalcar que el euro no obedece a una necesidad económica (al menos de una mayoría de países de la UE), sino que obedece a una voluntad política. Y en este sentido hay que alejarse de toda visión teleológica mecanicista según la cual todo lo que los grandes poderes deciden les acaba beneficiando. No es necesariamente así, a veces los poderosos de este mundo defienden planes y programas que se llevan a la práctica y que resultan ser una fracaso (a menos que aceptemos la idea de que fue Alemania quien ideó el euro en su propio interés, pero como hemos visto anteriormente, los hechos indican que no fue así). El euro es una aberración y por eso terminará desintegrándose, al igual que todas las monedas plurinacionales a lo largo de la historia, por mucho que intenten hacerlo sobrevivir bajo perfusión mediante el quantitative easing (13).


Volviendo a España, ¿por qué el euro es algo malo para el crecimiento de nuestro país? A grosso modo, se podría dar como respuesta que no podemos tener la misma moneda que Alemania. Esto es lo que algunos políticos como François Asselineau suelen decir en entrevistas en los medios para simplificar las cosas, porque el euro se construyó en base al marco alemán. Aunque esto último tampoco es del todo exacto, porque en realidad el euro cotiza por debajo de lo que hoy sería el marco alemán, si Alemania volviese a su moneda nacional. Y esto es lo que explica el gigantesco excedente comercial que desgaja Alemania en la actualidad.


Lo que pasa es que, siendo en realidad una cesta donde se suman 19 monedas nacionales, y teniendo en cuenta lo fuerte que era el marco alemán (el marco representaba más del 50% de esta cesta), el euro está sobreevaluado para la competitividad de una mayoría de países europeos. En otras palabras, el euro es una moneda demasiado fuerte para nuestra economía. Lo es para países para Francia (14) e Italia (países para los cuales el euro ha supuesto una auténtica sangría económica), por lo tanto a fortiori lo es para nosotros.

La realidad es que los españoles no somos alemanes. No tenemos la misma industria que ellos, es decir, no tenemos la misma competitividad. Esto, en el momento actual (otra cosa sería en un futuro) es un hecho. Como dijo el empresario y especialista en UE José Papí en una entrevista a Demos TV:

“Evidentemente a los países del sur de Europa no les viene bien tener una moneda tan fuerte. ¿Por qué? Porque estamos hablando de países que no venden tantos productos de valor añadido, que son productos industriales, que son productos de muchísima tecnología… No es el caso en el sur, y además se ha estado prestando… comprando deuda pública, mejor dicho, en esa moneda (el euro). Entonces el efecto acumulado de todo esto lleva a que haya un país que gana mucho, y muchos países que pierden.”

Es una realidad objetiva: la industria alemana es más competitiva que la francesa, la italiana, la española, etc. Antes del euro, estos diferenciales de competitividad podían ser compensados con la devaluación de la moneda, puesto que al devaluarse una moneda, las exportaciones crecen y bajan las importaciones. Esto evitaba que hubiera demasiados desequilibrios entre un país y otro.


Esto último lo vamos a explicar más detalladamente. Antes, para que un país de Europa comercie con otro país, hacía falta que en la operación intervenga el mercado de divisas. Entonces, para explicar cómo son las relaciones comerciales entre países, podemos simplificar diciendo que Alemania era un país que se dedicaba a vender muchos coches de alta gama Mercedes y que eran comprados, por ejemplo, por gente adinerada de un país como Grecia. Para hacer la operación, lo griegos tenían que cambiar dracmas por marcos en el mercado de divisas, y una vez obtenidos los marcos, comprar el coche. Pero si muchos señores adinerados griegos hubiesen querido de golpe comprar muchos coches Mercedes, entonces lo que habría ocurrido es que la balanza comercial de Grecia con respecto a Alemania se habría vuelto excesivamente deficitaria, y por lo tanto el tipo de cambio de la dracma con respecto al marco habría bajado en el mercado de divisas. Con el resultado de que comprar coches Mercedes se habría vuelto cada vez más caro, bajando las exportaciones de Alemania hacia Grecia, y restableciéndose así el equilibrio de la balanza comercial.

Pero con el euro esto ya no ocurre, porque compartimos una moneda común junto con Alemania y otros países. Para ser más exactos, hay 19 monedas nacionales llamadas “euro” (15) que se intercambian a una tasa de cambio de 1 = 1, sin ningún tipo de restricción. Con lo cual ya no hay mecanismo para reequilibrar las balanzas comerciales entre países, y no hay límite para que Alemania, con un euro que viene a ser un “marco devaluado”, muy barato para su competitividad, desgaje un excedente comercial gigantesco.


Esto por ejemplo no es el caso de Francia, Italia o España, cuyas economías, que no tienen la misma competitividad que la alemana, se han visto enormemente perjudicadas por un euro sobreevaluado que ha asfixiado sus exportaciones. Cojamos el caso francés por ejemplo. Antes del euro, y durante décadas desde el final de la Segunda Guerra Mundial, el franco se devaluaba constantemente con respecto al marco alemán para ajustar las disparidades de competitividad entre un país y otro. ¿Esto hacía que la economía francesa se portara peor? No, en absoluto. Pero al haber perdido la soberanía monetaria, Francia se ha privado desde la creación del euro un balón de oxígeno que podría haber sido muy útil en tiempos de crisis como el actual, y lo mismo se aplica para España y a otros países como Italia, Portugal o Grecia. La consecuencia es que actualmente la zona euro es la linterna roja del crecimiento mundial (16).


Así, como lo ha revelado el think tank alemán Center for European Policy (liberal, europeísta y de hecho muy ligado a la CDU de Angela Merkel), en términos macroeconómicos, en los 20 años de existencia del euro que van del año 1999 (17) a 2019, de media cada alemán ha ganado 23.000 euros y cada holandés 21.000 euros, mientras que cada italiano ha perdido 73.600 euros, cada francés 56.000 euros, y cada español 5000 euros.

En lo que respecta a España, 5000 euros sobre 20 años, algunos dirán, no es mucho. Son 250 euros perdidos al año. En efecto, no es mucho pero sigue siendo una pérdida neta. Estamos muy lejos de las promesas que nos hicieron de prosperidad en el momento de la firma del Tratado de Maastricht. Y los mismos que nos prometieron mayor prosperidad con el euro, son los que hoy nos dicen que salir del euro sería una catástrofe.


¿Y qué consecuencias concretas tiene el euro en lo que respecta a la política económica y social que la Comisión Europea impone a cada país? La respuesta la aporta el artículo de El Economista que publicó los resultados del estudio del Center for European Policy:


“Los autores [del estudio] sentencian que sin la herramienta de la devaluación nominal de las divisas (peseta, lira o escudo) los países perdedores tendrán que duplicar las reformas estructurales.”


En efecto, “reformas estructurales”. Es sencillo: como los países que están en el euro no pueden realizar una devaluación externa, la Comisión Europea exige a ciertos países realizar una “devaluación interna”, es decir el abaratamiento de la mano de obra y la pérdida de derechos laborales adquiridos tras décadas de lucha. Esto implica también políticas de austeridad, consistentes en recortar gasto público o atacar las pensiones. Porque efectivamente, en una economía capitalista el gasto público depende de los ingresos fiscales que provienen del sector privado, él mismo fuertemente perjudicado por el euro, que provoca paro y deslocalizaciones. Al haber menos actividad económica, disminuyen los ingresos fiscales y por lo tanto disminuye el gasto público. Gasto público que se ve aún más limitado por el límite del 3% de déficit estructural.


Pero es que estamos en un ciclo infernal, porque al seguir el dogma neoliberal, al disminuir el gasto público, no se relanza la máquina económica (al contrario de lo que defienden los economistas keynesianos) y por lo tanto hay de nuevo menos ingresos fiscales. La consecuencia inevitable de ello es que haya más recortes.


Esto es lo que explicaba en 2001 a su manera el economista liberal (pero euroescéptico) Charles Gave en un libro titulado “Des lions menés par des ânes” (“Leones liderados por asnos”), en el que explicaba que el euro iba a provocar que hubiese “demasiadas casas en España, demasiados funcionarios en Francia y demasiadas fábricas en Alemania”. Efectivamente, Francia tiene por cada 10.000 habitantes alrededor de 70 funcionarios más que los alemanes. Esa cantidad de funcionarios, que de alguna manera son pagados por el sector privado, es un coste que un país se puede permitir en la medida en que es competitivo. Pero si ese país tiene el mismo tipo de cambio que Alemania, no es competitivo y por lo tanto su modelo de vida se vuelve insostenible. Por lo tanto, la consecuencia son los recortes en gasto público.

De hecho, estas “reformas estructurales” para hacer sobrevivir el euro siguen sobre la mesa aún en los tiempos que corren, puesto que en tiempos de pandemia Holanda (uno de los llamados “países frugales” de la UE, que probablemente habla en nombre de Alemania) ha exigido a Italia y España acometer más reformas laborales y más reformas de las pensiones a cambio de la prestación del fondo de recuperación en el marco de la crisis generada por el Covid-19, como reportaba un artículo del diario El País de 2020 (18).


Las ventajas que se nos presenta del euro, como la baja inflación y los bajos tipos de interés (esto último siendo de hecho lo que en España hizo que se disparara la burbuja inmobiliaria), no pueden contrarrestar la realidad que acabamos de describir. En una entrevista al canal de Youtube VisualPolitik, un funcionario del BCE decía que el euro ha permitido obtener una mayor estabilidad económica, una mayor “integración económica”, evitar las devaluaciones competitivas (¡ese el problema precisamente!), un entorno de estabilidad y certidumbre, etc.. ¿Pero todo esto justificaba vender a precio de saldo nuestra industria nacional? Porque aquella fue una de las condiciones que se nos impuso (en concreto por parte de Alemania) para entrar en la Unión Europea, como recordó Roberto Centeno en una entrevista en el mismo programa de Demos TV citado anteriormente (19):


“Lo de la entrada en el euro un disparate total y absoluto. Esto lo hizo Aznar (20), y en primer lugar Aznar no hizo ni un solo análisis, ni una sola cifra para saber cuáles eran las consecuencias, positivas y negativas que tenía la entrada en el euro. Y eran bien conocidas, porque un economista norteamericano muy conocido, Robert Mundell, a mediados de los años 60, publicó un estudio de las ventajas e inconvenientes de las áreas monetarias únicas (21), y allí estaban todos los datos. Entonces, eso se sabía. Si este miserable, este imbécil se hubiera molestado en analizar lo que se sabía de los perdedores y los ganadores de las uniones monetarias únicas, como ha señalado ahora muy bien el estudio del think tank alemán del que hemos hablado antes [el estudio del CEP al que hemos hecho referencia antes], hubiera sabido que España iba a perder muchísimo entrando en el euro. No lo hizo, y al igual que Felipe González, con la entrada en la Unión Europea, que dijo que había que entrar a toda costa, a cualquier precio, y para ello destruyó la industria española, la industria lechera, la industria pesquera… Bueno, la verdad es que fue terrorífico. Lo que hizo Aznar fue vender a precio ridículo, a la décima parte de su valor todas las joyas de la corona, todas las grandes empresas públicas que se habían constituido por el pueblo español con su dinero, con su ahorro y con su sudor. Estoy hablando de Endesa, estoy hablando de Telefónica, estoy hablando de… bueno, de todas las grandes empresas públicas del país… de Tabacalera, que las vendieron… estoy hablando de Campsa, que conozco bien. Campsa se vendió, y de eso fui yo testigo, a la décima parte de su valor. Este fue el peaje que pagó este miserable de Aznar, pero sobre todo ni siquiera se molestó en analizar las ventajas y los inconvenientes de la entrada de España en el euro.”

En definitiva, necesitamos volver a la peseta para dejar que ésta se deprecie con respecto al euro remanente (pues será un “euro sin España”, y que por lo tanto valdrá un poquito menos) y así recuperar nuestra competitividad externa. Porque una España socialista que no sea competitiva no podrá sobrevivir en las aguas pantanosas de la geopolítica mundial y menos aún reindustrializarse. Para ello, proponemos lo que ya proponen los neo-gaullistas en Francia: para evitar complicaciones para nuestros compatriotas en lo que respecta a la evaluación de los nuevos precios (como ocurrió con la aparición del euro bajo forma fiduciaria en 2002), lo mejor es partir de la situación 1 peseta = 1 euro, y a partir de allí dejar que se deprecie la peseta.


Otra cosa de la que no hemos hablado pero que conviene mencionar es que la recuperación de la soberanía monetaria permite hacer uso del banco central de un país para financiar los gastos del gobierno. Esto está prohibido por los tratados europeos, concretamente por el artículo 123 del TFUE, que dice que:


“Queda prohibida la autorización de descubiertos o la concesión de cualquier otro tipo de créditos por el Banco Central Europeo y por los bancos centrales de los Estados miembros, denominados en lo sucesivo «bancos centrales nacionales», en favor de instituciones, órganos u organismos de la Unión, Gobiernos centrales, autoridades regionales o locales u otras autoridades públicas, organismos de Derecho público o empresas públicas de los Estados miembros.”

Tampoco se trataría de poner a funcionar la máquina de imprimir billetes hasta hacer que la moneda ya no valga nada como sucedió en Alemania entre 1921 y 1923, pero esto es también un recurso que sería un balón de oxígeno muy útil, al cual no tenemos derecho por pertenecer a la UE.


Habría más motivos, pero consideramos que de momento estos son motivos suficientes para desear un Spexit.


Bibliografía:


· Balseiro, A. (24 de diciembre de 2021), Estos son los principales puntos de la reforma laboral, La Voz de Galicia.


· Jon Illescas, Reforma laboral y tus derechos en el trabajo (Tu youtuber marxista, cap. 21), https://www.youtube.com/watch?v=UsZ4mHPyW94&t=10834s


· Juan Ramón Rallo, Podemos no ha derogado la reforma laboral del PP, https://www.youtube.com/watch?v=vDRVmzlpCns


· Moro, D. (2018), La jaula del euro. Por qué salir de él es internacionalista y de izquierdas, Barcelona: El Viejo Topo.


· Boucaud-Victoire, K. (2015), Comprendre et lutter contre l’avènement du néo-capitalisme avec Michel Clouscard. Recuperado de: https://comptoir.org/2015/02/21/clouscard-et-la-volonte-de-refonder-le-communisme/


· Fundación Gustavo Bueno TV, El cambio conceptual, la insubordinación ideológica contra la leyenda negra y el destino de España, https://www.youtube.com/watch?v=uGK6LgobwB8


· Page, J-P. (2021), La Chine est plus que jamais dans le périscope de Washington!Recuperado de: https://www.legrandsoir.info/la-chine-est-plus-que-jamais-dans-le-periscope-de-washington.html


· Navarro, V. (2019), Por qué la clase trabajadora votó al partido del brexit. Recuperado de: https://blogs.publico.es/vicenc-navarro/2019/12/16/por-que-la-clase-trabajadora-voto-al-partido-del-brexit/


· Somos España, Coloquio con Pedro Baños y Guillermo del Valle, https://www.youtube.com/channel/UCRoiTWI5GeesHwc9-Ml_bcw/videos


· Santaeulalia, I. (7 de enero de 2020). Iglesias: “Hemos hecho un programa de Gobierno muy moderado pensando en Europa”, El País.


· Unión Popular Republicana, Mise au point - GOPÉs : L'UE impose ses lois!, https://www.youtube.com/watch?v=lo9XJWpF5ZU&t=1159s


· Hermida, X. (25 de enero de 2020), Entrevista a Yolanda Díaz: “Técnicamente no es derogable toda la reforma laboral, sería irresponsable”, El País.


· Autor desconocido. (12 de diciembre de 2018). L’Italie ramène sa prévision de déficit à 2,04% du PIB, Le Figaro.


· Ségond, V. (14 de noviembre de 2018). Budget: l’Italie promet des privatisations massives à Bruxelles, Le Figaro.


· Evans-Pritchard, A. (19 de septiembre de 2000). Euro-federalists financed by US spy chiefs, The Telegraph


· Demos TV, 20 años de euro: La ruina para España https://www.youtube.com/watch?v=ReLC4BDNs00


· Autor desconocido. (25 de febrero de 2020). El euro ha hecho a cada alemán 23.000 euros más rico y a cada español 5.000 euros más pobre, El Economista.


· De Miguel, B. (17 de julio de 2020). Holanda exige a España e Italia reformas laborales y de pensiones a cambio de las ayudas, El País.


· VisualPolitik, 20 años después: el euro en Europa https://www.youtube.com/watch?v=oteVs8nNkkw


Notas:


(1) Este es por ejemplo el caso de la trotskista francesa Nathalie Artaud, del partido Lucha Obrera, que en todos los debates que preceden a elecciones en Francia, insiste sistemáticamente en que la UE no tiene nada que ver con los problemas de Francia, y que son debidos, en abstracto, “al capitalismo”. Cosa que no le impide por otra parte aceptar de forma entusiasta el principio de construcción europea.


(2) Que no nos malinterpreten: la lucha por la soberanía nacional de España está imbricada en la lucha por el socialismo, es decir, forma parte de la lucha de clases. Pero en esta lucha hay etapas, y la recuperación de la soberanía nacional es una de esas etapas.


(3) Presidente del partido gaullista Unión Popular Republicana.


(4) Antiguo número 2 del Frente Nacional hasta 2017, ahora presidente del partido Los Patriotas.


(5) Esto lo afirmamos siendo conscientes de que hay tropas norteamericanas ocupando nuestro suelo en cuatro bases militares, pero como tal no sufrimos una agresión militar desde otro país. Como ya dijimos antes, este artículo no versa sobre nuestra pertenencia a la OTAN.


(6) A no confundir con el Consejo de la UE, que es el órgano de la UE en el que se encuentran representados los Estados miembros a través de representantes con rango ministerial, y al que corresponde, junto con el Parlamento Europeo (pero éste en una menor medida, por no decir minúscula), las funciones legislativa y presupuestaria. Tampoco debe confundirse con el Consejo de Europa, que es una institución que no tiene nada que ver con la UE, y en el que de hecho se encuentran la cuasi totalidad de los Estados de Europa, incluida Rusia, con la excepción de Bielorrusia, considerada por sus pares como una “dictadura”.


(7) https://fr.wikipedia.org/wiki/Grandes_orientations_des_politiques_%C3%A9conomiques Sólo existe una sección sobre las GOPE en la Wikipedia francesa. No existe en otros idiomas (principalmente porque han sido los neo-gaullistas quienes han puesto esta cuestión muy concreta sobre la mesa de debate). Para quien le pueda interesar, en el siguiente enlace se pueden consultar las GOPE para cada uno de los 27 países de la UE entre los años 2011 y 2020: https://ec.europa.eu/info/business-economy-euro/economic-and-fiscal-policy-coordination/eu-economic-governance-monitoring-prevention-correction/european-semester/european-semester-timeline/spring-package_en


(8) Un caso aparte es el Mecanismo Europeo de Estabilidad (MES), que no es propiamente dicho una institución europea, sino un acuerdo intergubernamental entre países de la eurozona. Es todavía peor que el Two-pack y aceptarlo, como lo hizo Grecia, en las condiciones de crisis del Covid-19, supondría el fin de la soberanía presupuestaria de España. Por hacer un símil, el Two-pack funciona como un alumno que entrega un trabajo escrito (anteproyecto de presupuesto) a su profesor, que luego lo corrige y le dice: “hay que hacer modificaciones en esto y lo otro”. Pues bien, con el MES directamente te prestan dinero entregándote el trabajo corregido y te dicen “te lo damos pero hay que gastarlo en esto, en esto y en esto”. Aunque, básicamente, estas son las condiciones que el gobierno de Pedro Sánchez ha aceptado España a cambio de recibir los fondos de recuperación por la crisis del Covid-19.


(9) Un Matteo Salvini que era jaleado por la alt-right, y que para ella tenía cierta aurolea de “disidente” porque era “pro-ruso”, pero que ha pasado de decir que el euro es “un crimen contra la humanidad” a ofrecerse como… ¡ministro de Mario Draghi! Es por ello que en Francia la expresión “tsiprasización”, que en su día estuvo muy de moda, ha dado lugar a “hacerse un Salvini”.


(10) Y es particularmente impresionante la infiltración de agentes alemanes, como Ursula Von Der Leyen o Martin Selmayr (secretario general de la Comisión Europea, puesto casi más importante que el de presidente) dentro de las instituciones europeas. Esto no invalida la tesis, defendida por Andréi Kononov y otros, según la cual la UE fue en los inicios un instrumento al servicio de los Estados Unidos. Lo que quiere decir es que, dentro de esta construcción supranacional, Alemania es la potencia que más consigue defender sus intereses. De allí que Alemania se oponga enérgicamente a cosas que en teoría ayudarían a que hubiese “más Europa”, como son los eurobonos.


(11) Otra cosa es la propuesta, que habría que debatir, de algunas fuerzas euroescépticas de desobedecer a los tratados y a la Comisión Europea, y por lo tanto de desobedecer al pago de las sanciones, posición que respetamos pero que no compartimos, porque… ¿por qué querer formar parte de un club si vas a desobedecer a sus reglas? Y ello por no hablar del lío jurídico en el que se metería el gobierno del país que se empeñaría en desobedecer, que no haría más que complicar las cosas, cuando la salida de la UE por medio del artículo 50 del TUE es mucho más simple.


(12) Aunque ya se ha explicado en el artículo de Alexandre García de 2017 “Porque no es una moneda única, el euro va a explotar” https://www.tercerainformacion.es/opinion/26/06/2017/porque-no-es-una-moneda-unica-el-euro-va-a-explotar/ Quien quiera información más precisa sobre lo que son los saldos Target2 dentro de la zona euro, no tiene más que consultar la Wikipedia: https://es.wikipedia.org/wiki/TARGET2


(13) https://es.wikipedia.org/wiki/Expansi%C3%B3n_cuantitativa El quantitative easing es básicamente una política del BCE consistente en comprar deuda pública de los Estados de la eurozona en el mercado secundario (ya que los tratados europeos prohíben hacerlo directamente) para evitar que el tipo de interés de la deuda pública de un país de la eurozona se dispare (como ocurrió con Grecia durante la crisis del euro en 2010), lo cual conduciría irremediablemente la salida de ese país de la moneda común.


(14) De ahí que en realidad el pretendido “Eje franco-alemán” es un mito, como bien ha explicado la ensayista Coralie Delaume en su libro de 2018 “Le couple franco-allemand n’existe pas”. En Francia existen ingenuos como Emmanuel Macron para creer en ello, pero en Alemania nadie habla del “eje franco-alemán”.


(15) Seguramente haya lectores a quienes les hayan estallado la cabeza cuando dijimos el euro es una colección de 19 monedas nacionales. Pero si dudan de ello, deberían preguntarse: ¿por qué cada país ha conservado su banco nacional? Si el euro fuera una moneda única (no común), entonces sólo existiría un banco central, que sería el BCE. No existiría el Banco de España, el Banco de Francia o el Bundesbank. Sin embargo esto no es así (y de hecho, como podríamos explicar en un posible artículo, esto se debe a que la Alemania de Helmut Kohl quiso el euro fuera algo reversible).


(16) De hecho, es muy llamativo que en la propia Unión Europea los países de fuera de la eurozona tienen un crecimiento mayor que la media de los países de la eurozona.


(17) Esto no debe dar lugar a equívocos. El euro existe bajo forma fiduciaria (es decir, bajo la forma de billetes y monedas) desde 2002, pero ya existía para el comercio internacional entre empresas y en los mercados bursátiles desde 1999.

(18) Lo que llamaba la atención del artículo es que decía que tanto Pedro Sánchez como Giuseppe Conte “han insistido ante Rutte y los demás líderes en que son reformistas y están dispuestos a modernizar sus economías, pero rechazan de plano que sea Holanda o cualquier otro quien decida qué reformas se hacen en sus países”, lo cual demuestra que no han comprendido cómo funciona la UE, o quieren aparentar que no lo comprenden.


(19) No podríamos estar más alejados ideológicamente de Roberto Centeno, que es un franquista declarado, pero como dice el dicho, “una verdad es una verdad la diga Agamemnón o su porquero”.


(20) Aquí Centeno comete un error, porque la entrada en el euro fue un compromiso del Tratado de Maastricht adoptado por González, cosa que por supuesto Aznar no contradijo en ningún momento, pues el PP al final siempre continúa lo que ya inició el PSOE, por aquello que se dice del “PSOE state of mind”.


(21) En realidad la expresión correcta es “zonas monetarias óptimas”, cuestión sobre la cual no nos podemos extender en este artículo pero que se ha tratado en el artículo “Porque no es una moneda única, el euro va a explotar” y que podría dar lugar a otro posible artículo para La Razón Comunista.


Sobre el autor: Alexandre García nació en 1983 en Le Chesnay, Francia. Es autor del libro “En defensa del pueblo chino: respuesta a Elisseos Vagenas”. Ha sido militante de la UJCE, de la JCE (m-l), de los CJC, del PCE y de Somos España. Es miembro fundador de la Asociación Soong Ching-ling de amistad con China.

Twitter: @french_partisan


3 comentarios

3 Comments


jcsq15
Jun 09, 2022

La Salidaña

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edu_campoy
edu_campoy
Mar 07, 2022

Mis Felicitaciones por el Articulo. Creo que para llevar a Cabo el Spexit, un precedente el Brexit es el mejor ejemplo. Habria que combatir la Leyenda Rosa de la UE. Creo que la UE es un IV Reich aleman, que es una aspiradora que se aprovecha de todo tipo de recursos, y ha cercenado toda posibilidad de desarrollar un futuro para la juventud de nuestro pais, al igual que una union de Capitales. Al contrario de lo que afirmaba Ortega y Gasset que España era el Problema y Europa la solucion, no se si seria por algun tipo de Complejo, yo afirmo que Europa es el Problema y NO la solucion. Un saludo.

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Edu Collin H
Edu Collin H
Mar 06, 2022

Sin el euro, entre inflación y devaluaciones, hoy por hoy los españoles estaríamos comprando ordenadores a 5 veces el precio de salario. No verias ni un iphone en el territorio español fuera de pedralbes y las rozas. El euro nos ha salvado de ser un país de segunda línea en estos 20 años de globalización.

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