14.7- Diagnóstico filosófico de la pandemia a partir de los discursos del Gobierno de España
Actualizado: 9 dic 2022
por José Manuel Sánchez Ribas
Resumen: Un análisis filosófico de los retos contemporáneos no puede ignorar el acontecimiento de la pandemia provocada por la COVID-19. Este trabajo es una investigación que sirve para reflexionar sobre las consecuencias filosóficas, politicas, morales y éticas de la crisis sanitaria a partir del análisis de los discursos públicos del Gobierno español. He realizado esa tarea a través de un análisis crítico de dichos discursos tratando de ver su mensaje visible, pero sobre todo el mensaje oculto que se transmitía en los mismos con el fin de desvelar los problemas sociales relacionados con el poder y su abuso que estaba implícito en ellos.
Palabras clave: Pandemia, discurso público, acciones politicas, análisis crítico, diagnóstico filosófico.

I. Introducción
I.1. El acontecimiento: la pandemia.
La pandemia provocada por la COVID-19, es un acontecimiento singular, contingente, que pudo o no haber sucedido, pero que estamos sufriendo. Hemos de estudiarlo como producto más que como efecto de determinados elementos previos; y hemos de estudiar lo que ha ocurrido durante la pandemia para tratar de prever lo que ocurrirá, o no, después de la misma.
Digo que es un acontecimiento remitiéndome a Manuel Arias Maldonado[1], quien explica que estamos ante una categoría rehabilitada en las ciencias sociales y las humanidades tras décadas de desprestigio, pues se prefería tratar estructuras y procesos, creyendo ver algo amateur en el análisis del acontecimiento.
Podemos decir, con Maldonado, que retorna el acontecimiento, como vemos en la pandemia, y como tal acontecimiento podemos decir que si bien ha sido imprevisto, no era imprevisible. No podíamos verlo con anticipación, ni conocer o conjeturar por algunas señales o indicios lo que iba a suceder ni cuándo ocurriría. Pero se podía prever que iba a ocurrir dada la larga relación de los seres humanos con las epidemias.
Si tenemos el acontecimiento, constatamos que existe y lo identificamos con criterios científicos, hemos de pensar además que lo es porque afecta a la subjetividad de los contemporáneos del mismo, es decir, porque modifica nuestra relación con el mundo, pues si no lo hace, no habría tal acontecimiento. El acontecimiento muestra de ese modo que se producen hechos en el tiempo que no controlamos, nos afectan y por ello provocan reacciones muy diversas en nuestras sociedades; reacciones que hemos de conocer y estudiar.
I.2. Diagnóstico filosófico.
La pandemia ha cambiado la realidad de nuestro mundo. Lo más evidente es la crisis sanitaria, junto con las crisis económica y política, con su coste social, sobre el bienestar ciudadano y sobre la propia estabilidad del sistema. En paralelo se desarrolla otra pandemia, la de los problemas psicológicos y psiquiátricos. Por último, hay una crisis de ideas y valores. Lo ocurrrido no ha dejado indiferente a nadie y ha provocado discusiones y reflexiones sobre los problemas desarrollados alrededor de la pandemia.
Por eso, la pandemia reclama su propio diagnóstico filosófico. Todo ello se refleja en los diferentes discursos públicos planteados desde esos ámbitos en relación con la crisis del coronavirus, siendo preciso descubrir las ideas y las tendencias desarrolladas en los mismos y que necesariamente han de relacionarse con las acciones derivadas de ellos.
Podemos decir que existe ya una filosofía de la pandemia, como la denomina Dulcinea Tomás Cámara[2]. Y esta supone una oportunidad para pensar sobre los significados profundos que arrastra consigo la pandemia y sobre el impacto que esta ha ejercido contra nuestra forma de existir y de pensar. Ha de ser entendido ese impacto y hemos de hacerlo desde un punto de vista filosófico.
I.3. Discurso y acción.
La pandemia provocó que nuestra sociedad fuera recluida y nos encontrásemos a merced de los discursos transmitidos por medios y redes a diario y a toda hora. Nuestra realidad ha sido la que veíamos y escuchábamos a través de las pantallas que nos rodean. Así, una pandemia vírica se transformó en una pandemia mediática constituida por el conjunto de los discursos emitidos. Gran parte de lo ocurrido en nuestras sociedades derivó de esos discursos, y su estudio puede ayudar al entendimiento de lo ocurrido.
La pandemia ha provocado que vivamos un periodo de emocionalidad contagiosa al hablar de grandes grupos poblacionales. Las personas han pasado a moverse por criterios derivados de imágenes y sentimientos y no por la racionalidad, provocado en gran parte por los distintos discursos desarrollados.Aunque no podemos ignorar que hay teorías que defienden que las emociones tienen un papel político importantísimo, y que son parte de la racionalidad. Lo hace en ese sentido Martha Nussbaum, por ejemplo.[3]
Hemos de tener en cuenta que los políticos, en la práctica de sus discursos, consideran las emociones, pues muchos ciudadanos llegan a través de ellas al proceso argumentativo y discursivo.
En otro sentido decía Gustavo Bueno que “instalados en el reino del discurso, la racionalidad y la filosofía habrán de conocer también, sin duda, las cosas del reino de las decisiones, pero sin bajar a la arena, porque esto sería salirse de las fronteras de lo racional”[4]. Es lo que pretendo con este trabajo: analizar los discursos públicos emitidos desde el Gobierno de España durante el tiempo de la pandemia, demostrando que los discursos y las decisiones durante la misma están relacionados.
Consideraba Bueno como algo propio de la ideología de la tolerancia, el “desplazar las ideas de racionalidad y de dialéctica hacia el “reino de los discursos” que pueden tener lugar en la ciudad metafísica” y que eso supondría “establecer una disociación entre el reino de los discursos (que es, sin duda, un mundo real) y un reino de las decisiones”.[5] El objetivo de este trabajo es mostrar la relación existente entre el discurso emitido por el Gobierno de España y las acciones consecuentes, tratando de entender el substrato filosófico que subyace a ambos. Por eso, entiendo con Bueno que, supuesta la disociación indicada, corresponde “la racionalidad (y la filosofía) al reino de los discursos, un reino que comprenda, como provincias suyas, no sólo a los discursos de la escuela, sino también a los del Parlamento, a los discursos y debates de los periodistas y de las tertulias privadas o públicas en los medios”[6], sin que eso suponga que la racionalidad (o la filosofía) se destierre con esto del mundo de las decisiones, pues se pueden “disociar los discursos y las cosas que en ellos están implicadas, como si los discursos, las palabras y los pensamientos, no estuviesen ellos mismos entre las cosas, entre sus estructuras y procesos”[7]. Las decisiones tomadas desde diciembre de 2019 y los más de dos años de pandemia transcurridos desde entonces, nos han mostrado que estas están íntimamente unidas con los discursos emitidos, en los cuales hemos de buscar la racionalidad y la filosofía que han inspirado las primeras.
Por otro lado, vemos que estamos hablando de un tipo especial de discurso, el discurso político. Y que conforme nos indica Teun A. van Dijk, el discurso es acción y decisión, y de hecho habla del discurso político como acción política, idea plenamente coherente con lo que pretendemos demostrar en este trabajo.[8] Precisamente por ello el análisis de los discursos ha de realizarse entendiendo el contexto político de los mismos, lo que obliga a examinar las normas predominantes, ideologías y actitudes oficiales, etc., pues las estructuras detalladas de los discursos se confrontan con los contextos en los cuales se realizan.
Defiendo que el discurso ha de ser entendido como una forma de acción y que analizar todo discurso que circula en la sociedad es analizar una forma de acción sociopolítica y filosófica. Para vivir en el mundo, el ser humano se transforma necesariamente en un ser de y en acción. Por eso, la acción y el discurso son la esfera de lo propiamente humano e indisociables ambos. Es así como hemos de analizar los discursos desarrollados durante la pandemia para relacionarlos con las acciones producidas o que se pretendían activar. Trabajo a partir de la idea de que la acción es inseparable de la palabra y de que sin ese discurso que acompaña necesariamente a la acción, tampoco habría vida humana ni historia, y por tanto resultaría imposible de entender lo ocurrido durante la pandemia. Decía Hannah Arendt que: “La acción sin discurso ya no sería acción, porque no habría actor, y éste, el agente de los hechos, solo es posible si, al mismo tiempo, pronuncia palabras. La acción que él inicia, se revela humanamente por la palabra”.[9] El discurso, por tanto, es lo que nos va a explicar lo ocurrido. Al fin y al cabo, el lenguaje es el medio donde se manifiesta el pensamiento, que sirve a aquel no sólo para expresarse, sino para ponerse en movimiento. Y uno de los modos de pasar del pensamiento a la acción son los discursos públicos, sin que olvidemos que la acción es realmente política por la palabra, por el discurso. Analizando de ese modo los diversos discursos públicos desarrollados durante la pandemia, podremos desvelar lo invisible u oculto a partir de lo visible en los mismos.
I.4. El objeto de la investigación.
El objetivo principal de la presente investigación es examinar cómo los portavoces del Gobierno de España presentaron a través de sus discursos públicos el nuevo coronavirus a la opinión pública en relación con su acción política y sus ideas, en especial durante sus primeros meses de existencia.
La investigación crítica de dichos discursos parte del concepto de análisis crítico que nos explica Teun A. van Dijk: “Un análisis crítico tiene como objetivo fundamental evidenciar, a través del análisis del discurso, problemas sociales y políticos. (…) nuestro interés es evidenciar los problemas sociales como el poder y la desigualdad a través del discurso”.[10]
El análisis crítico del discurso trata en ese sentido de la dimensión discursiva del abuso del poder, de la injusticia y la desigualdad que resultan de éste. Resulta evidente para todos la relevancia que determinados discursos han tenido durante la pandemia, pues han sido el modo de legitimar determinadas acciones, que posteriormente vimos convertidas en estrategias de dominación plasmadas en las decisiones gubernamentales.
El análisis crítico planteado se centra en el Gobierno de España, en quienes tienen poder y en el uso que se ha hecho de dicho poder durante la pandemia, pues los grupos dominantes son los que tienen acceso a la manipulación y al uso de estructuras discursivas de dominación, de desigualdad y de limitaciones de la libertad como las sufridas.
La pregunta principal planteada en la investigación es la siguiente: ¿Qué discursos públicos se han construido por el Gobierno de España acerca de la pandemia?
El discurso define un modo de actuar a partir del hecho de controlar un poder que permite controlar los actos de los demás. Es a lo que se refiere van Dijk cuando habla de “control mental a través del discurso”, es decir, se trata de controlar las acciones a partir de los discursos públicos planteados. Analizo los discursos gubernamentales a partir de la idea de que el discurso y la comunicación se convierten entonces en los recursos principales de los grupos dominantes que buscan determinados fines y tratan de conseguir determinados cambios.
En la crisis del coronavirus es importante que consideremos no solo qué se ha comunicado sino cómo se ha hecho, señalando el papel de los emisores, las estrategias planteadas, la indefinición detectada, la falta de una estrategia única y definida así como la resultante de todo, que es una crisis de comunicación del Gobierno de España. “La Global Alliance for Public Relations and Communication Management[11], apunta que en tiempos de la COVID-19, donde el consumo de información ha aumentado extraordinariamente en estas últimas semanas, antes de comunicar, se tiene que pensar en el impacto del mensaje, sin ocultar el impacto de la pandemia. Es importante que los mensajes provengan de fuentes oficiales, que sean realistas, basados en hechos, con un lenguaje sencillo y con palabras de esperanza, que no dramaticen la situación, identificando y legitimando las emociones de las personas y evitando compartir noticias falsas”[12]. Analizo si esto ha ocurrido o por contra, se ha desvelado un panorama comunicativo en el que se ha improvisado, ha faltado criterio y se han fijado unos objetivos erráticos que derivaron en una crisis de comunicación.
II. Coronavirus e ideología dominante
Al hablar de ideología dominante me remito a Karl Marx y Friedrich Engels, quienes indicaban: “Las ideas imperantes en una época han sido siempre las ideas propias de la clase imperante”[13]. E indicaban en otro texto: “Las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes en cada época; o, dicho en otros términos, la clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad es, al mismo tiempo, su poder espiritual dominante.”[14] Trataré de ver cuál es esa ideología dominante evidenciada durante la pandemia, dado que condicionó tanto el discurso gubernamental como sus acciones desde el momento en que legitimó, justificó y promovió el sistema social imperante desde las estructuras mismas del poder. Y lo hizo a partir del discurso público, tras el cual había un discurso “oculto”, como evidenciaremos.
El primer contagio por COVID-19 fue identificado en China en noviembre de 2019; en febrero de 2020 llegó a Europa y en marzo fue declarado pandemia por la OMS. El Gobierno de España aprobó el 14 de marzo de 2020 declarar el estado de alarma en todo el territorio nacional por un periodo de quince días, que acabo siendo ampliado hasta el 9 de mayo, para afrontar la situación de emergencia sanitaria. ¿Fue imprescindible un estado de alarma y el confinamiento de la población como algo inevitable y necesario o hubo factores que agravaron la situación de modo tal que se multiplicaron los contagios y los fallecidos y condujeron a esa declaración? En este trabajo muestro mis dudas acerca de las hipótesis planteadas en torno a la génesis y evolución de la pandemia y planteo una crítica política y filosófica razonada al discurso y la acción del Gobierno.
Demuestro, al estudiar el discurso gubernamental, que el feminismo, con su estructura política, asociativa y comunicativa, constituye hoy la ideología dominante en nuestra sociedad y ha impuesto sus ideas, propuestas y conceptos a la política, las leyes, la universidad, los medios de comunicación, las empresas[15] (y) [16], y que eso se concretó especialmente en el hecho de que obligó a aplazar las medidas que se presentaban como necesarias. No es propósito de este trabajo realizar un ataque a los feminismos, sino exponer que la relevancia que el Gobierno de España pretendía otorgar a las marchas del 8 de marzo de 2020, supuso que la pandemia alcanzase una expansión rápida y descontrolada agravando la crisis con sus decisiones, o con la falta de estas, al priorizar el discurso de la ideología dominante sobre las necesidades sanitarias y al animar las aglomeraciones del 8M que imprudentemente no prohibió. Para conseguirlo, el discurso público gubernamental se basó en tranquilizar a la población, negar lo que ocurría, ocultar datos y aplazar decisiones hasta después del 8M.
Hubo un discurso público, centrado en la tranquilidad, el control de la situación, la ocultación de datos y la manipulación informativa, superpuesto sobre otro discurso público no evidente centrado en priorizar una agenda empeñada en alcanzar a toda costa el 8M y sus celebraciones.
La ideología dominante, en su expresión pública, es la que se conoce con mayor facilidad, pero a veces se presenta a través de lo que hemos denominado anteriormente discurso oculto, donde ya no hay ocultamiento de intereses y se encuentra lo que aparece como inconfesable, que para el objeto de este trabajo consiste en haber priorizado los intereses ideológicos sobre los sanitarios, mostrando de ese modo los intereses de dominación que sostiene toda ideología dominante.
Ser capaces de ver la ideología dominante es clave en el análisis de las ideas y por ello, debemos encontrar los momentos en los que el discurso ideológico oculto sale a la luz. El discurso ideológico público trata de esconder el discurso ideológico oculto y sus intereses. El poder se sostiene en el apoyo, ocultamiento, manipulación y engaño necesarios para establecer su dominio, tanto en las ideas como en los hechos.
Los datos demuestran lo grave de anteponer el discurso ideológico dominante frente a la sensatez sanitaria. Un estudio demostró que el número de infectados se habría podido reducir muy significativamente si se hubiera decretado el estado de alarma y el confinamiento una semana antes, el 7 de marzo, justo un día antes del 8-M.[17]
Hemos repasado el discurso gubernamental y su relación con los hechos producidos, pero la extensión del análisis impide incluir ese detalle en este artículo que resume un trabajo más amplio. No obstante, se evidencia una estrategia de ocultación de la realidad de lo que ocurría y una pretensión tranquilizadora a la población. Durante más de dos meses esa fue la estrategia discursiva.
A partir del 9 de marzo todo cambió y la realidad se impuso sobre la ideología dominante. Acabada la manifestación feminista, se comenzaron a conocer los datos de contagios y muertos.
En pocos días se pasó de la tranquilidad a llenar los tanatorios y a encerrar a los ciudadanos en sus domicilios ante la gravedad de la situación. La situación se dio la vuelta y lo que se ocultaba pasó a primer plano. Las manifestaciones del 8M fueron un riesgo evidente y lo peor, para animarlas, se impidió tomar medidas y suspender actos. Se condicionó todo un plan sociosanitario a la agenda ideológica dominante; se impuso como prioridad la agenda feminista evitando tomar las medidas que desde semanas antes demandaba la evolución del coronavirus. Todo ello a pesar de que las marchas del 8-M se celebraron en contra del criterio del Centro europeo para el Control y Prevención de Enfermedades[18]
Se actuó con la imprudencia que sólo la ceguera ideológica puede imponer cuando se ignora a la ciencia. De hecho, hasta la OMS actuó del mismo modo, dado que el feminismo es uno de los protagonistas ideológicos de la agenda globalista, esperando al 11 de marzo para declarar la pandemia[19].
El Gobierno ocultó información clave que hizo percibir el riesgo real del Covid solo a partir del 8-M, pues tenía registros relevantes que la opinión pública y la prensa desconocían según un informe publicado en “International Journal of Communication”[20]. Por lo que respecta al objeto de nuestro trabajo destacamos de dicho informe, respecto del discurso gubernamental lo siguiente: “El Gobierno contaba con informaciones que señalaban los problemas que la entonces nueva enfermedad podía provocar en la Sanidad española y, a pesar de ello, arengó a la población a mantener la normalidad e incluso a acudir a las marchas feministas” [21].
El discurso gubernamental permite seguir un rastro de ocultación de los datos para llegar al 8M ante todo. El objetivo del discurso gubernamental tenía como prioridad la agenda ideológica dominante feminista, pero tras el 8M se aceleró la necesidad discursiva de mostrar la realidad de lo que ocurría y se había estado ocultando. La ideología dominante se impuso sobre la necesidad social, la prioridad sanitaria sobre lo que la situación demandaba, lo cual supuso decenas de miles de contagios y de muertes así como una mayor destrucción del tejido económico tras el más duro confinamiento de Europa[22].
III. La muerte ocultada
La pandemia ha supuesto que hayamos sido abrumados por las cifras de muertos, las referencias a la muerte, los miedos que todos hemos sufrido por nuestras vidas. Filosóficamente ha supuesto mucho más y por eso hemos de ver que, si para los ciudadanos la pandemia ha supuesto un frenazo y una amenaza sobre su salud y sus vidas, para el Gobierno de España ha supuesto algo bien diferente. Como afirmó Pedro Sánchez: “La pandemia no ha sido un freno, sino un acelerador para el Gobierno de España”[23], lo que hemos de entender como un acelerador a la hora de impulsar proyectos ideológicos, incluido uno relacionado directamente con la muerte en plena pandemia: la aprobación de la Ley de regulación de la eutanasia. Quizá sin pandemia ese proyecto hubiera conllevado un debate social que el coronavirus evitó en una sociedad aturdida.
A pesar de que cada día durante meses hemos recibido cifras de muertos, la muerte se ocultó. Únicamente vimos una foto en el diario El Mundo, que publicó en su portada del 8 de abril de 2020 la fotografía con los féretros de las víctimas del coronavirus alineados en la morgue habilitada en el Palacio de Hielo de Hortaleza (Madrid)[24]. Esa foto congeló la estrategia gubernamental, que hasta esa fecha e incluso después, jugó con la confusión de datos y minimizó las muertes para ocultar su mala gestión. De hecho, seguimos sin conocer los datos reales de muertos o si las cifras estaban infra o sobredimensionadas.[25] Seguimos sin saber cuántos muertos lo son de/por COVID o con COVID, lo que debería resultar un escándalo y pasa desapercibido. Apenas ha recibido atención en los medios el informe que publicó The Lancet afirmando que los muertos “reales” por Covid-19 en España triplican la cifra oficial.[26] La propia Sanidad admitió el caos del recuento.[27]
El presidente del Gobierno afirmó en el Congreso el 22 de abril de 2020, al solicitar la prórroga del estado de alarma: “Quiero asegurar aquí, ante todos ustedes, la Cámara de la soberanía española, que la sociedad española no olvidará a sus muertos"[28]. Pero no sólo los ha olvidado (él), sino que no ha sido capaz ni de decirnos cuántos han sido, puesto que no sabemos cuántos muertos se han producido como consecuencia de la pandemia y se ha tenido un reiterado discurso de ocultación de las víctimas. De hecho, en ese discurso, antes de hablar de los muertos habló de los “recuperados”, curioso término que buscaba positividad frente a la negatividad de la muerte. Y en el mismo discurso, de 36 páginas, sólo mencionó una vez la palabra muertos y ninguna la palabra muerte, lo que no muestra que se recuerde a los fallecidos sino todo lo contrario, que se los oculta.
En la Declaración institucional del 13/03/2020 del presidente del Gobierno anunciando el estado de alarma[29] no aparece ni una vez la palabra muerte, muertos o fallecidos; en la Comparecencia del presidente del Gobierno sobre nuevas medidas frente al COVID-19 el 04/04/2020 se habla dos veces de fallecidos; en la Comparecencia ante el Congreso de los diputados para solicitar la prórroga del estado de alarma el 09/04/2020