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9.2- Capítulo primero: Razones contra el separatismo catalán

Actualizado: 8 sept 2021

Por David de Quevedo (1)


Resumen: Vamos a empezar fuerte: Cataluña no es una nación. Jamás lo fue, hoy no lo es ni

tampoco lo será. Muy desafortunadamente es común en España encontrarnos errores

historigráficos en libros de dicha materia, tales como la existencia de poblaciones

«catalanorromanas» o el famoso e inexplicable «reino catalano-aragonés». No sólo la lectura

nos trae esto, también podemos escuchar prodigiosas historias dignas de las novelas de

Chrétien de Troyes, en las que se relatan cómo Cataluña en el s.XI ya fundó una Sociedad de

Naciones, que Cervantes era catalán y no de Alcalá de Henares, que «El ingenioso Hidalgo

Don Quijote de la Mancha» fue escrito en catalán y no en castellano, que los catalanes siempre

actuaron y operaron al margen de Castilla y de Aragón desde los orígenes de su historia, que

Rafael Casanova luchó por una Cataluña libre de España o, que la población catalana llega a

tener un genotipo superior al del resto de la península debido a sus antepasados fieros y

guerreros. Cabe preguntarnos pues, ¿de dónde viene todo esto? ¿Quién trabaja en la

fabricación de las mentiras? ¿Por qué Cataluña no es una nación y España sí? ¿Realmente

todo esto son mentiras?


Palabras clave: Cataluña, separatismo, Historia, España, falsificación.


I. Razón I. Definición de nación.




A lo largo de los textos que podemos consultar, así como las distintas teorías de nación a las

que podemos acudir, voy a centrarme en una de las definiciones más precisas y trituradoras

que podemos encontrar en todo el mundo literario filosófico y antropológico: la teoría

materialista de nación de Gustavo Bueno Martínez. Este apartado que ustedes van a comenzar

a leer sólo puede definirse precisando contra quién va dirigido, a saber; a los que consideran

que Cataluña es una nación. Siempre se dan múltiples motivos para pretender validar que

Cataluña lo es, pero nadie en esos artículos elaborados, en esos discursos separatistas o en esos programas políticos define qué es y qué no es una nación, por lo que el tema no es

carente de importancia: si no definimos qué es una nación y, uno se fia de lo que le dice el

político de turno o se deja llevar por la opinión colectiva poco reflexionada resultante de un

descontento popular puntual en la historia o extendido en base a actos irracionales de creencia

«y punto», errará seguro. Ni el idioma ni cuatro bailes culturales ni un puñado de características

gastronómicas son suficientes para determinar si una región es una nación. Si nos basamos en

ese malentendido, entonces Madrid y Toledo son dos naciones apoteósicamente diferentes. En

una palabra, este apartado lo defino contra quienes van validando a las naciones con ejemplos

vacuos, insustanciales y altamente erróneos categorialmente, para lo que nos valdremos, como

he dicho, de una teoría bastante correcta o por lo menos, competente y de alta potencia

dialéctica.


Antes que nada, un breve comentario. Muchos de nuestros lectores marxistas pensarán: «¿y

qué hay de la idea de nación que ofrece Stalin? Es realmente certera». No nos vamos a valer

de ella puesto que en realidad contiene graves errores. Rápidamente, la idea de nación de

Stalin es unívoca. Esto quiere decir que según ella sólo hay una única forma de entender el

concepto de nación a lo largo y ancho de la historia, lo que no es muy preciso. La nación es un

concepto análogo, es decir, hay una explicación para entender sus distintas formas pero que,

entre ellas, existen vasos comunicantes que relacionan esas formas con las anteriores y

posteriores, y por ende, quedan explicadas debidamente. Cabe decir también que el concepto

de nación de Stalin es una respuesta al concepto de nación de Otto Bauer, representante del

movimiento austromarxista (no hablaremos aquí de Hilferding, Springer ni Adler). Bauer

relaciona el concepto de carácter nacional con el «destino», y esto a su vez, lo encadena con lo

étnico.


Bauer afirma: "Nación es el conjunto de hombres unidos en una comunidad de carácter sobre

la base de una comunidad de destinos".


Stalin advierte de la importancia que la concepción de Bauer comienza a poseer en el ámbito

internacional, y la contrarresta así:


" (...) no existe, en realidad, ningún rasgo distintivo único de la nación. Existe sólo una suma de rasgos, de los cuales, comparando a unas naciones con otras, se destacan con mayor relieve el carácter nacional, el idioma, el territorio o las condiciones económicas. La nación es la combinación de todos los ragos, tomados en su conjunto... Bauer, evidentemente, confunde la nación, que es una categoría histórica, con la tribu, que es una categoría étnica." (Stalin, 1913).

De esta afirmación Stalin elabora sus famosas siete características que ha de tener

obligatoriamente una nación para considerarla como tal:


1) La nación es una comunidad humana estable.

2) Es una comunidad históricamente formada.

3) Es una comunidad surgida sobre la base de un idioma.

4) Es una comunidad de territorio.

5) Es una comunidad de vida económica.

6) Es una comunidad de psicología.

7) Es una comunidad de cultura.


Esta definición de Stalin, sirvió como contrapeso a la definición de Bauer, ya que esta suponía

una amenaza para el materialismo histórico en general, y para la perspectiva del comunismo

ruso antes de los años veinte en particular, por lo que, la de Stalin, es una definición que vino

bien para la época, y contra una definición dañina que podría arruinar al comunismo ruso. Sin

embargo esta concepción no es acertada, puesto que entonces y por mero ejemplo, podríamos

llamar nación a pequeños grupos organizados dentro de otra más grande y que se han sabido

ganar un espacio, o a un gueto bien estructurado que hace suyo un territorio entre otros

ejemplos posibles; lo que crea cierta discordia en la seriedad de la conceptualización de nación

y carece de relevancia política y antropológica. Habiendo explicado esto, pasamos a Bueno.


Prestemos atención a esto: una nación no surge de la nada o, lo que lo mismo, no es un creatio

ex nihilo. No flota en el aire. No es un fenómeno político, sociológico o histórico que podamos

inventarnos mañana por la tarde con un café encima de la mesa. La nación como fenómeno se

va construyendo mediante hechos materiales e históricos de peso, de unión, de colaboración.

La nación se conforma a partir de materiales previos, materiales que incluyen ideas anteriores,

un paradigma material anterior y unas ideas anteriores de las que surgen las nuevas en cocordancia. De la misma forma que en la naturaleza se emplean clasificaciones para entender

sus campos del saber, en la antropología también debemos de aplicarlas. Entonces, para

entender bien la idea de nación, tenemos que emplear una taxonomía adaptada a la evolución,

que la divide en los siguientes tres géneros: nación biológica - nación étnica - nación política.

Estos tres géneros no son elementos, repito, flotantes en el aire. Estos tres géneros responden

adecuadamente a realidades objetivas, antropológicas, y que van sucediéndose unas a otras

de forma que el género más contemporáneo recoge los ecos de los anteriores. O lo que sería

lo mismo, las primeras se van involucrando en las que le siguen próximamente. De nuevo, es

una taxonomía adaptada a la evolución.


I.1 Nación biológica.


Este género de nación es el más elemental de todos y, tras explicarlo, veremos la relación que

tiene con el mundo de la política (porque el término en sí no es político, su adherencia al

enfoque político viene posteriormente). La nación biológica contiene implícita en ella misma tres

acepciones: la nación biológica como organismo equivale al término "naturaleza", de donde

nace un individuo o por extensión un grupo de individuos en el sentido literal, es decir, la famila

o la estirpe. Estos individuos tienen en común un origen que queda plasmado, representado en,

ya sea, la antigua cédula personal antes de 1951 u hoy en el Documento Nacional de

Identidad. Tenemos que la nación biológica supone expresamente el lugar de nacimiento en el

sentifo familiar, específico y topográfico, fuera de concepciones posteriores. Un ejemplo: Marco

Terencio Varrón hablaba de "buena nación" de las crías de los animales domésticos ya

conformados y, por ende, desprendidos del claustro materno. Aún hoy en algunas zonas de

España se le sigue llamando "nación" a las crías de la vaca o de la yegua.


La nación biológica como parte del organismo es la segunda acepción de la nación biológica.

Esto es simple y llanamente el proceso de formación de una parte específica del organismo: la

nación de los pechos en las adolescentes, la nación del vello facial del hombre o el nacimiento

de los dientes (natio dentium) son tres ejemplos. En cuanto a este último, desde un plano lógico

sólo tiene sentido si nos situamos desde la plataforma del diente ya conformado y desde ahí,

en retrospectiva, nos referimos al momento de su nacimiento, ya que si nos centramos en el momento en el que la encía está abultada por contención del diente, no podemos hablar de

diente morfológico, pues aún no ha nacido.


La nación biológica como grupo de individuos hace referencia a grupos en el sentido zoológico.

Puede consderarse así a grupos de humanos en forma de camadas o estirpes.


Añado otra forma de entender este género de una manera más plausible, más práctica: Sabino

Arana es el ideólogo del nacionalismo vasco (del que hablaré bastante en mi futuro artículo

llamado "Capítulo Tercero: Razones contra el separatismo vasco"), nacido en Abando, Bilbao.

Este sujeto introduce en sus textos la siguiente afirmación: "que la república vasca

independiente de la pérfida y afeminada España ha de estar compuesta por individuos de raza

euskérica". Esto significa introducir un concepto plenamente biológico, relativo a las anteriores

tres explicaciones. Y sí, podemos catalogar aquí, de la misma manera, a la teoría racial del

Tercer Reich, ya que la raza está en primer lugar y el resto es secundario. No me malentienda

el lector, estos dos ejemplos anteriores son meras explicaciones de cómo una política se puede

valer del concepto de nación biológica aplicado a ideologías (de ahí que se señale claramente

que tanto Arana como la política racial de la Alemania Nazi introduzca elementos biológicos,

valores biológicos), no que el concepto de nación biológica guarde en su seno una conducta

discriminatoria. Arana o el Tercer Reich hicieron uso del aspecto biológico de nación; en

cambio, no es el aspecto biológico de nación el que tiene intrínseco en su aserción un

fundamento discriminatorio. Aclarado esto, pasamos al siguiente punto.


I.2 Nación étnica.


En este género no sólo tiene que ver lo biológico sino que se introduce el aspecto antropológico

y cultural humano, y por lo tanto, es más complejo. Nación étnica implica nación biológica, pero

no al revés. Esto ocurre debido a que la nación étnica emerge de la biológica, porque los

individuos nacidos topográficamente en la primera generación de nación comienzan a

relacionarse entre sí, creando unión, desunión, comercio conjunto, guerras, cultura, etc. Es

decir, comienzan a crearse grupos diferenciados de otros. Ejemplo: tenemos los grupos V, H y

Z. Cada grupo se ve a sí mismo como uno frente a los demás, lo que ocurre exactamente igual, al contrario: el grupo V se define frente al H y al Z, el H frente al V y al Z, y el Z frente al V y al

H. Se reconocen a sí mismos y estos reconocen a sus semejantes fuera de su propio grupo, y

a su vez, unos se definen como grupo propio porque sus semejantes les reconocen como

ajenos y no como propios. Todos estos grupos diferenciados entre sí, obedecen a las mismas

leyes complejas de la forma de sociedad humana posible y existente debido a la pertenencia de

una misma especie, lo que desde el punto de vista natural y antropológico les limita y a su vez

les engloba en un comportamiento común, relativo a esta. La nación étnica también supone

que se ha fundado en un lugar concreto, en el sentido de localización, territorial, geográfico.

Quien nace en ese lugar tiene un linaje localizado (o no, en el caso de los linajes nómadas).


Una nación étnica hace referencia al lugar de origen, es decir, a grupos formados ya,

históricamente, y que conservan unas pecualiaridades determinadas y que están integrados

dentro del Estado; y es aquí donde hago un parón y apelo a vuestra maxima atención, ya que

en este punto muchísimos pensantes cometen un grave error: hemos dicho que están

integrados dentro del Estado, pero NO en un sentido político. Abogar por el sentido político, al

cual aún no hemos llegado, es hacer referencia precisamente a la Nación Política, la cual es el

próximo género de nación. Aún estamos en la explicación de la Nación Étnica, por lo tanto, no

se puede hacer pasar una nación étnica, por una nación política, ya que estaríamos ante un

anacronismo. Hago especial insistencia en esto, porque el confundir Nación Política con Nación

Étnica es algo que sólo vale para dos cosas: para no entender el proceso material de la

formación de una nación, y para justificar que Cataluña, País Vasco, Andalucía o Galicia no son

España. No se puede aplicar ya, un motivo de nación étnica para justificar la no adherencia o el

desligue de una región de su propio país formado conjuntamente y en comunidad, pues vivimos