Por David de Quevedo (1)
Resumen: Vamos a empezar fuerte: Cataluña no es una nación. Jamás lo fue, hoy no lo es ni
tampoco lo será. Muy desafortunadamente es común en España encontrarnos errores
historigráficos en libros de dicha materia, tales como la existencia de poblaciones
«catalanorromanas» o el famoso e inexplicable «reino catalano-aragonés». No sólo la lectura
nos trae esto, también podemos escuchar prodigiosas historias dignas de las novelas de
Chrétien de Troyes, en las que se relatan cómo Cataluña en el s.XI ya fundó una Sociedad de
Naciones, que Cervantes era catalán y no de Alcalá de Henares, que «El ingenioso Hidalgo
Don Quijote de la Mancha» fue escrito en catalán y no en castellano, que los catalanes siempre
actuaron y operaron al margen de Castilla y de Aragón desde los orígenes de su historia, que
Rafael Casanova luchó por una Cataluña libre de España o, que la población catalana llega a
tener un genotipo superior al del resto de la península debido a sus antepasados fieros y
guerreros. Cabe preguntarnos pues, ¿de dónde viene todo esto? ¿Quién trabaja en la
fabricación de las mentiras? ¿Por qué Cataluña no es una nación y España sí? ¿Realmente
todo esto son mentiras?
Palabras clave: Cataluña, separatismo, Historia, España, falsificación.
I. Razón I. Definición de nación.
A lo largo de los textos que podemos consultar, así como las distintas teorías de nación a las
que podemos acudir, voy a centrarme en una de las definiciones más precisas y trituradoras
que podemos encontrar en todo el mundo literario filosófico y antropológico: la teoría
materialista de nación de Gustavo Bueno Martínez. Este apartado que ustedes van a comenzar
a leer sólo puede definirse precisando contra quién va dirigido, a saber; a los que consideran
que Cataluña es una nación. Siempre se dan múltiples motivos para pretender validar que
Cataluña lo es, pero nadie en esos artículos elaborados, en esos discursos separatistas o en esos programas políticos define qué es y qué no es una nación, por lo que el tema no es
carente de importancia: si no definimos qué es una nación y, uno se fia de lo que le dice el
político de turno o se deja llevar por la opinión colectiva poco reflexionada resultante de un
descontento popular puntual en la historia o extendido en base a actos irracionales de creencia
«y punto», errará seguro. Ni el idioma ni cuatro bailes culturales ni un puñado de características
gastronómicas son suficientes para determinar si una región es una nación. Si nos basamos en
ese malentendido, entonces Madrid y Toledo son dos naciones apoteósicamente diferentes. En
una palabra, este apartado lo defino contra quienes van validando a las naciones con ejemplos
vacuos, insustanciales y altamente erróneos categorialmente, para lo que nos valdremos, como
he dicho, de una teoría bastante correcta o por lo menos, competente y de alta potencia
dialéctica.
Antes que nada, un breve comentario. Muchos de nuestros lectores marxistas pensarán: «¿y
qué hay de la idea de nación que ofrece Stalin? Es realmente certera». No nos vamos a valer
de ella puesto que en realidad contiene graves errores. Rápidamente, la idea de nación de
Stalin es unívoca. Esto quiere decir que según ella sólo hay una única forma de entender el
concepto de nación a lo largo y ancho de la historia, lo que no es muy preciso. La nación es un
concepto análogo, es decir, hay una explicación para entender sus distintas formas pero que,
entre ellas, existen vasos comunicantes que relacionan esas formas con las anteriores y
posteriores, y por ende, quedan explicadas debidamente. Cabe decir también que el concepto
de nación de Stalin es una respuesta al concepto de nación de Otto Bauer, representante del
movimiento austromarxista (no hablaremos aquí de Hilferding, Springer ni Adler). Bauer
relaciona el concepto de carácter nacional con el «destino», y esto a su vez, lo encadena con lo
étnico.
Bauer afirma: "Nación es el conjunto de hombres unidos en una comunidad de carácter sobre
la base de una comunidad de destinos".
Stalin advierte de la importancia que la concepción de Bauer comienza a poseer en el ámbito
internacional, y la contrarresta así:
" (...) no existe, en realidad, ningún rasgo distintivo único de la nación. Existe sólo una suma de rasgos, de los cuales, comparando a unas naciones con otras, se destacan con mayor relieve el carácter nacional, el idioma, el territorio o las condiciones económicas. La nación es la combinación de todos los ragos, tomados en su conjunto... Bauer, evidentemente, confunde la nación, que es una categoría histórica, con la tribu, que es una categoría étnica." (Stalin, 1913).
De esta afirmación Stalin elabora sus famosas siete características que ha de tener
obligatoriamente una nación para considerarla como tal:
1) La nación es una comunidad humana estable.
2) Es una comunidad históricamente formada.
3) Es una comunidad surgida sobre la base de un idioma.
4) Es una comunidad de territorio.
5) Es una comunidad de vida económica.
6) Es una comunidad de psicología.
7) Es una comunidad de cultura.
Esta definición de Stalin, sirvió como contrapeso a la definición de Bauer, ya que esta suponía
una amenaza para el materialismo histórico en general, y para la perspectiva del comunismo
ruso antes de los años veinte en particular, por lo que, la de Stalin, es una definición que vino
bien para la época, y contra una definición dañina que podría arruinar al comunismo ruso. Sin
embargo esta concepción no es acertada, puesto que entonces y por mero ejemplo, podríamos
llamar nación a pequeños grupos organizados dentro de otra más grande y que se han sabido
ganar un espacio, o a un gueto bien estructurado que hace suyo un territorio entre otros
ejemplos posibles; lo que crea cierta discordia en la seriedad de la conceptualización de nación
y carece de relevancia política y antropológica. Habiendo explicado esto, pasamos a Bueno.
Prestemos atención a esto: una nación no surge de la nada o, lo que lo mismo, no es un creatio
ex nihilo. No flota en el aire. No es un fenómeno político, sociológico o histórico que podamos
inventarnos mañana por la tarde con un café encima de la mesa. La nación como fenómeno se
va construyendo mediante hechos materiales e históricos de peso, de unión, de colaboración.
La nación se conforma a partir de materiales previos, materiales que incluyen ideas anteriores,
un paradigma material anterior y unas ideas anteriores de las que surgen las nuevas en cocordancia. De la misma forma que en la naturaleza se emplean clasificaciones para entender
sus campos del saber, en la antropología también debemos de aplicarlas. Entonces, para
entender bien la idea de nación, tenemos que emplear una taxonomía adaptada a la evolución,
que la divide en los siguientes tres géneros: nación biológica - nación étnica - nación política.
Estos tres géneros no son elementos, repito, flotantes en el aire. Estos tres géneros responden
adecuadamente a realidades objetivas, antropológicas, y que van sucediéndose unas a otras
de forma que el género más contemporáneo recoge los ecos de los anteriores. O lo que sería
lo mismo, las primeras se van involucrando en las que le siguen próximamente. De nuevo, es
una taxonomía adaptada a la evolución.
I.1 Nación biológica.
Este género de nación es el más elemental de todos y, tras explicarlo, veremos la relación que
tiene con el mundo de la política (porque el término en sí no es político, su adherencia al
enfoque político viene posteriormente). La nación biológica contiene implícita en ella misma tres
acepciones: la nación biológica como organismo equivale al término "naturaleza", de donde
nace un individuo o por extensión un grupo de individuos en el sentido literal, es decir, la famila
o la estirpe. Estos individuos tienen en común un origen que queda plasmado, representado en,
ya sea, la antigua cédula personal antes de 1951 u hoy en el Documento Nacional de
Identidad. Tenemos que la nación biológica supone expresamente el lugar de nacimiento en el
sentifo familiar, específico y topográfico, fuera de concepciones posteriores. Un ejemplo: Marco
Terencio Varrón hablaba de "buena nación" de las crías de los animales domésticos ya
conformados y, por ende, desprendidos del claustro materno. Aún hoy en algunas zonas de
España se le sigue llamando "nación" a las crías de la vaca o de la yegua.
La nación biológica como parte del organismo es la segunda acepción de la nación biológica.
Esto es simple y llanamente el proceso de formación de una parte específica del organismo: la
nación de los pechos en las adolescentes, la nación del vello facial del hombre o el nacimiento
de los dientes (natio dentium) son tres ejemplos. En cuanto a este último, desde un plano lógico
sólo tiene sentido si nos situamos desde la plataforma del diente ya conformado y desde ahí,
en retrospectiva, nos referimos al momento de su nacimiento, ya que si nos centramos en el momento en el que la encía está abultada por contención del diente, no podemos hablar de
diente morfológico, pues aún no ha nacido.
La nación biológica como grupo de individuos hace referencia a grupos en el sentido zoológico.
Puede consderarse así a grupos de humanos en forma de camadas o estirpes.
Añado otra forma de entender este género de una manera más plausible, más práctica: Sabino
Arana es el ideólogo del nacionalismo vasco (del que hablaré bastante en mi futuro artículo
llamado "Capítulo Tercero: Razones contra el separatismo vasco"), nacido en Abando, Bilbao.
Este sujeto introduce en sus textos la siguiente afirmación: "que la república vasca
independiente de la pérfida y afeminada España ha de estar compuesta por individuos de raza
euskérica". Esto significa introducir un concepto plenamente biológico, relativo a las anteriores
tres explicaciones. Y sí, podemos catalogar aquí, de la misma manera, a la teoría racial del
Tercer Reich, ya que la raza está en primer lugar y el resto es secundario. No me malentienda
el lector, estos dos ejemplos anteriores son meras explicaciones de cómo una política se puede
valer del concepto de nación biológica aplicado a ideologías (de ahí que se señale claramente
que tanto Arana como la política racial de la Alemania Nazi introduzca elementos biológicos,
valores biológicos), no que el concepto de nación biológica guarde en su seno una conducta
discriminatoria. Arana o el Tercer Reich hicieron uso del aspecto biológico de nación; en
cambio, no es el aspecto biológico de nación el que tiene intrínseco en su aserción un
fundamento discriminatorio. Aclarado esto, pasamos al siguiente punto.
I.2 Nación étnica.
En este género no sólo tiene que ver lo biológico sino que se introduce el aspecto antropológico
y cultural humano, y por lo tanto, es más complejo. Nación étnica implica nación biológica, pero
no al revés. Esto ocurre debido a que la nación étnica emerge de la biológica, porque los
individuos nacidos topográficamente en la primera generación de nación comienzan a
relacionarse entre sí, creando unión, desunión, comercio conjunto, guerras, cultura, etc. Es
decir, comienzan a crearse grupos diferenciados de otros. Ejemplo: tenemos los grupos V, H y
Z. Cada grupo se ve a sí mismo como uno frente a los demás, lo que ocurre exactamente igual, al contrario: el grupo V se define frente al H y al Z, el H frente al V y al Z, y el Z frente al V y al
H. Se reconocen a sí mismos y estos reconocen a sus semejantes fuera de su propio grupo, y
a su vez, unos se definen como grupo propio porque sus semejantes les reconocen como
ajenos y no como propios. Todos estos grupos diferenciados entre sí, obedecen a las mismas
leyes complejas de la forma de sociedad humana posible y existente debido a la pertenencia de
una misma especie, lo que desde el punto de vista natural y antropológico les limita y a su vez
les engloba en un comportamiento común, relativo a esta. La nación étnica también supone
que se ha fundado en un lugar concreto, en el sentido de localización, territorial, geográfico.
Quien nace en ese lugar tiene un linaje localizado (o no, en el caso de los linajes nómadas).
Una nación étnica hace referencia al lugar de origen, es decir, a grupos formados ya,
históricamente, y que conservan unas pecualiaridades determinadas y que están integrados
dentro del Estado; y es aquí donde hago un parón y apelo a vuestra maxima atención, ya que
en este punto muchísimos pensantes cometen un grave error: hemos dicho que están
integrados dentro del Estado, pero NO en un sentido político. Abogar por el sentido político, al
cual aún no hemos llegado, es hacer referencia precisamente a la Nación Política, la cual es el
próximo género de nación. Aún estamos en la explicación de la Nación Étnica, por lo tanto, no
se puede hacer pasar una nación étnica, por una nación política, ya que estaríamos ante un
anacronismo. Hago especial insistencia en esto, porque el confundir Nación Política con Nación
Étnica es algo que sólo vale para dos cosas: para no entender el proceso material de la
formación de una nación, y para justificar que Cataluña, País Vasco, Andalucía o Galicia no son
España. No se puede aplicar ya, un motivo de nación étnica para justificar la no adherencia o el
desligue de una región de su propio país formado conjuntamente y en comunidad, pues vivimos
en nación política.
La Nación Étnica es característica de la Edad Media, de un contexto en el que la soberanía
política no residía en el pueblo, sino en el monarca o en la casa dinástica de turno. En la Edad
Media, los comerciantes se distribuían por naciones (en el sentido étnico, claro, no en el
sentido político. Ya vemos a alguno leyendo estas líneas y apuntando a una supuesta
contradicción por mi parte y, alteradamente, diciendo que sí que existen naciones asturianas o
gallegas), así como los estudiantes también. Según los Estatutos de la Universidad de
Salamanca, se hablaba de estudiantes de la nación soriana, gaditana, vasca, navarra, toledana, etc. Hoy en día, según esta acepción de nación, podemos hablar de la nación de los gitanos,
puesto que suponen alrededor del millón de personas en España, siendo un pueblo diferenciado, pero que no exigen un Estado o un territorio para sí. La Nación Histórica es una especie de la Nación Étnica que es necesario explicar: la Nación Histórica como Nación Étnica supone una nación ya dada como realidad histórico-política, es decir, supone una maduración histórica ampliamente formada, frente a otras. España, Francia o Inglaterra se conforman como naciones históricas muy tempranamente. Son naciones en sentido étnico ampliado, ya que de
cara a los de fuera presenta unos rasgos de absoluta semejanza y de uniformidad bastante
precisos. Recordamos: estas aún no son sociedades políticas, sino étnicas. España en los
siglos XVI y XVII ya está más que resuelta y bien clasificada como «España» desde los de
fuera, desde las potencias que están más allá de nuestras fronteras. Más concretamente, se
percibe a España como una unidad perfectamente delimitada desde Francia o Inglaterra. En
esta unión, por supuesto, ya estaba presente Cataluña o el Señorío de Vizcaya (hoy País
Vasco) como buenas y sustanciales regiones españolas que ayudaron y aportaron a esa
cohesión nacional. Una característica gráfica de esta época, como elemento de curiosidad, son
las banderas. Las banderas en el Antiguo Régimen no representaban naciones políticas, no
representaban países como hoy los conocemos. Representaban a dinastías monárquicas, sus
familias y los dominios que les pertenecían, ya que no existía el concepto de ciudadanía ni la
sobernaia recaía en el ciudadano, sino en el monarca. Que la bandera represente a un país
como lo entendemos ahora, es producto y resultado del desarrollo de la Nación Política, a la
que vamos a dar paso en breves momentos. España fue una Nación Étnica tanto en el sentido
amplio como en el sentido no amplio, debido a que en su historia y en su suelo se han llevado a
cabo procesos históricos conjuntos (Nación Histórica como especie de Nación Étnica) más
complejos y a gran escala, gobernada por monarcas, en la que coexistieron diferentes reinos y,
posteriormente tras la unión de estos (Castilla, Aragón, Navarra y la conquista del Reino Nazarí
de Granada), se cohesionan para así ser vista como unidad histórica desde fuera. Recordamos
que las entidades no sólo se definen por lo que son, sino por la manera en la que los de fuera
las clasifican. España fue una Nación Étnica cohesionada y unida de norte a sur y de este a
oeste. Tenemos ya en este punto, una comprensión clara de lo que es una Nación Étnica y de
por qué España lo fue. Pasemos a la Nación Política.
I.3 Nación Política.
La Revolución Francesa es la causante del proceso de transformación de la Nación Étnica en
la Nación Política. Este proceso da lugar a la aparición del concepto de «ciudadanía», y es
entonces cuando será la nación y no el rey, el nuevo sujeto soberano. Podemos afirmar que
dejamos de ser súbditos y pasamos a ser ciudadanos, todos iguales ante la ley y regidos por
un marco constitucional, que es el que transforma el modelo político y cívico. Este nuevo
concepto de nación es un hecho revolucionario, puesto que supuso el cambio del Antiguo
Régimen al Nuevo Régimen, y una completa transformación y nueva organización de las
relaciones de poder. Vuelvo a apelar a vuestra atención, ya que esto es de obligado
entendimiento: la Nación Política es la Patria. Aquí, es donde el concepto de «patriotismo»
cobra un fuerte sentido político, relativo al país de origen y, las Naciones Étnicas NO
desaparecen con la conformación de la Nación Política, sino que quedan absorvidas por ella
como confromación en una entidad política nacional. «Ya no somos bretones, galos o francos,
ahora somos franceses», se gritaba durante la Revolución Francesa. Decir o afirmar que la
Nación Política no es posible hasta la Revolución Francesa, no significa de ninguna manera
que no existiese anteriormente Estado o Sociedad Política o instituciones políticas. Tenemos
esta fórmula: Estado/Sociedad Política ≠ Nación Política. Nación NO es lo mismo que Estado.
La nación en el sentido político es siempre posterior al Estado y no al revés, y esta (la nación),
para transformar al Estado en uno de naturaleza política, necesita servirse de uno previo, como
el del Antiguo Régimen. El Estado del Antiguo Régimen se transforma en un Estado Político
mediante unos procesos históricos necesarios para brindarle a esa susodicha sociedad, la
categoría política acorde con su nuevo modelo de conformación. Entender esto es de vital
importancia, puesto que lo voy a ir repitiendo a lo largo de todos los artículos contra los
separatismos perfiéricos y haré mención de estos tres géneros materialistas de nación, y para
ello es necesario que el lector lo haya comprendido. No es difícil.
El proceso de transformación de Nación Étnica en Nación Política de España sucede con la
Constitución de Cádiz de 1812, en la que España da el salto del Antiguo Régimen al Nuevo
Régimen, dentro del marco de dicha constitución. Cabe aquí mencionar que en ella, se afirma
en su artículo 1o lo siguiente: «La Nación española es la reunión de todos los españoles de
ambos hemisferios», así como en su artículo 3o: «La soberanía reside esencialmente en la Nación, y por lo mismo pertenece a ésta exclusivamente el derecho de establecer sus leyes
fundamentales». Se percibe perfectamente la transformación del modelo político que
desencadenó un acontecimiento histórico como la invasión francesa de 1808, por la que
España entera se revolvió y tuvo que dar el salto a una constitución que le otorgase la plena
soberanía a la Nación y no al monarca. En las Cortes de esta primera constitución, por parte de
Cataluña fueron 15 diputados, 3 por las Provincias Vascongadas y otros 15 por Galicia, así
como 12 por Andalucía. A excepción de las Provincias Vascongadas debido a su pequeño
tamaño geográfico, curiosamente el resto de regiones donde hoy existen movimientos
separatistas fueron las que brindaron un mayor número de diputados para la conformación de
España como entiedad política, cosa que hoy ellos mismos ignoran por desinterés político, a
pesar de ser una clarísima evidencia del peso que tenían dichas provincias para España como
nueva Nación Política. Para finalizar, tenemos que la Nación Política es la reunión de todos los
habitantes del territorio en el que han conformado un legado conjunto y que comparten un
mismo lugar de nacimiento y una colaboración histórica conjunta, definida por sus propios actos
en la historia y definida por otras potencias desde el exterior. De tal forma que Cataluña, País
Vasco, Andalucía y Galicia, fueron, son y serán, territorios relativos a la realidad española, a su
historia conjunta y, que aportan a la cohesión nacional a través de la fundación de la Nación
Política (de nuevo, un gran número de diputados de dichas regiones a excepción de las
Provincias Vascongadas por su reducido tamaño), hoy aportan impuestos autonómicos y
relativos a la Seguridad Social. De esta realidad obtenemos una plataforma donde, dentro de lo
que cabe, el trabajador se vale a través deñ ámbito nacional en forma de Bienes de Dominio
Público y Común, los cuales paga conjuntamente, independientemente de su zona de
nacimiento; tales como la educación, las pensiones, la sanidad, infraestructuras viales,
reservas naturales, etc. Abran bien sus ojos y lean: estos valores unen al obrero español, le
hacen valerse en el marco internacional frente a otras potencias y, es un seguro que le
garantiza el proseguimiento de su existencia y realidad en la que ha de operar para efectuar los
cambios políticos necesarios y así lograr una sociedad controlada por su clase social. Más
directamente, el obrero español se vale por su trabajo, sí, pero ese trabajo no flota en el aire,
sino que opera, tiene lugar en un marco nacional y político cohesionado que hace que nos
beneficiemos todos por igual, hayamos nacido en Madrid, en Algeciras, en El Hierro, en
Gerona, en Ceuta, en Éibar, en Vigo o en Ciudadela de Menorca. Un obrero de la industria que
viva en Andalucía es llamado a trabajar en la refinería de Tarragona y, gracias a su trabajo, su esfuerzo, su especialización y su tiempo, crea una producción que geográficamente se ubica
en Tarragona, sí, pero que supone un beneficio para toda España. Una mujer vasca, arquitecta
y jefa de equipo, es llamada a trabajar en Madrid, y por los mismos procedimientos, su trabajo
es un beneficio para toda la clase obrera y toda la población española, ya que no sólo queda
reflejado materialmente un trabajo, sino un pago a la Seguridad Social, base conjunta de todos
los trabajadores nacionales. El obrero sólo se tiene a sí mismo, le unen estatus económico e
intereses de clase en Sevilla y en Burgos, por lo que lo último que le interesa a esta clase es
separarse y fragmentarse. Por el contrario, la única salida que puede y debe conquistar, es la
de su triunfo mediante su unión. Una unión basada en todo lo anteriormente mencionado:
Seguridad Social, estatus económico, intereses de clase y realidad histórica nacional conjunta
por la que se vale y se define. La nación es, por tanto, un bien que se ha de preservar en unión
en base a la clase social y a sus intereses, porque por nuestro pasado estamos unidos,
independientemente de los movimientos que hayan surgido para convencernos de todo lo
contrario, así que, vamos a pasar a hablar un poco de historia.
II. Razón II. Nacimiento de Cataluña y su importancia comercial. La Marca Hispánica.
Vamos a centrarnos ya, en Cataluña. A pesar de que a muchos catalanes separatistas les
encanta basarse en Roma para ya ir legitimando la explicación de que los catalanes no son
españoles, no tocaremos dicha época histórica por falta de coherencia: para identificar hoy a
una nación, es absolutamente absurdo irse a la Conquista de Hispania o a la fundación de la
Tarraconensis. «Cataluña» o la preCataluña tiene un nacimiento concreto como entidad
defensiva en la llamada Marca Hispánica. Carlomagno es un personaje fundamental en lo que
posteriormente sería la organización de Europa. Este fue rey de los francos desde 768 y es
coronado como emperador en Roma en 800 por el Papa León III, para así procurar traer de
vuelta al Imperio Romano de Occidente, ya desaparecido desde hacía más de trescientos
años. Unos años antes de su coronación como emperador del por entonces llamado Imperio
Carolingio (Reino Franco), en 795, Carlomagno es plenamente consciente del riesgo que
supone tener a los Omeya cerca de sus fronteras. Recordemos que Al-Ándalus siempre supuso
una amenaza política y religiosa para los reinos y territorios cristianos, y donde finalizan los Pirineos para encontrarse con el Mediterráneo, existe un problema. En el este, la zona de paso
de Francia a España por la costa, a la altura de Figueras, se sucede un fácil acceso para los
musulmanes. Estos son conocedores de que por esa zona transcurre la Ruta de Aníbal, de la
Segunda Guerra Púnica, por la que Cartago cruza sin problemas los Pirineos y llega hasta la
Península Itálica. Debido a esa exposición, Carlomagno en 795 crea la conocida Marca
Hispánica como colchón ante un posible ataque musulmán y así tener bien defendido el Reino
Franco. Atención a esto, repito: la Marca Hispánica es una creación de Carlomagno, no es una
entidad política independiente, no lo olvidemos.
Carlomagno muere en 814 dejando su Imperio en un estatus realmente frágil, que acabó
dividido por luchas internas ente sus herederos. Tuvo varios hijos de los cuales sólo uno
sobrevivió, hablamos de Luis el Piadoso, el cual hereda el cargo de su padre, hasta que fallece
en 840, habiendo tenido exactamente diez hijos, de los cuales sólo nos centraremos en Carlos
el Calvo. Aquí cambia el rumbo de muchas cosas. En 843 se pacta el Tratado de Verdún, que
dividiría el Imperio en tres zonas: Francia Occidental (Carlos el Calvo), Francia Media (Lotario I)
y Francia Oriental (Luis el Germánico). Carlos el Calvo, al haberse hecho cargo de la Francia
Occidental, le quedó encomendada la Marca Hispánica, lo que construiría las primeras semillas
de la preCataluña. Insisto, por muchos que no quiera verse, la Marca Hispánica jamás fue una
entidad administrativa independiente; esta siempre fue subordinada de Carlos el Calvo. Aquí
viene algo importante: la Marca Hispánica fue repartida a condes de origen godo (que nunca
abandonaron la zona por la clara influencia del antiguo Reino Visigodo) y otros de origen
franco, dando lugar a condados diferenciados administrativamente, pero no económicamente,
ya que bebieron de sí mismos durante años. Naturalmente, aquí el Imperio Carolingio se
supone tan debil, que estos nuevos condados adquieren independencia política del Imperio tras
una rebelión de los condes. Encontramos como resultado, condados como el de Barcelona,
Urgel, Rosellón, Gerona, Osona, Ampurias, etc. Estos condes en rebeldía que ya nada querían
tener que ver con los carolingios, procuraron hacer sus cargos de carácter hereditario, pero
sólo Pamplona y Aragón lograron convertirse en reinos tras la disolución del Imperio Carolingio
por su éxito en transformar su estatus en herencia. El resto de condados no lo consiguieron.
Nos encontramos ante unos condados que no están unificados, hasta la llegada de Wilfredo el
Velloso, de linaje godo. Wilfredo entiende que la zona anteriormente tuvo un fuerte impacto
económico en los tiempos godos debido a que dos de la capitales del antiguo Reino Visigodo se encuentran a pocos kilómetros una de otra: la primera es Narbona y la segunda, Barcelona.
Al encontrarse semejante acción política entre dos capitales a tan pocos kilómetros durante
aproximadamente 220 años, y, teniendo en cuenta que las gentes de legado godo siguen
unidas, Wilfredo, siendo conde de Barcelona, logra unificar todos los condados de entidad
sustancial y consigue que sus sucesiones sean hereditarias. Esto le sirvió para crear cohesión
entre los condados, ya que la sangre de linajes concretos acabaría por extenderse entre todos
los condados, creando así una unión en altas esferas. Nace así la Casa de Barcelona como
dinastía creada por el propio Wilfredo el Velloso, quien ya regía hasta cinco de los grandes
condados. Estos quedan unificados, el comercio se sigue potenciando de acuerdo a las nuevas
necesidades materiales y militares, con los francos en menor medida por su mala situación y de
los que ya están independizados y, con los musulmanes, a los cuales se les sigue haciendo la
guerra en determinados momentos de razias. Desde 830 aproximadamente, la Marca
Hispánica comienza a fundar poderosos lazos con el Reino de Pamplona, con el Condado de
Aragón y con el Reino de Asturias, lo que significará una dependencia plena entre sí para
resistir a Al-Ándalus. La Marca Hispánica pierde bastante relación con el Reino Franco.
III. Razón III. Catalanes en la Reconquista.
Sí, los catalanes tuvieron un papel primordial en la Reconquista. Sí, muchos de ellos se
quedaron a vivir en lo que hoy es Andalucía. Y sí, esos catalanes más tarde, subieron hasta los
condados para recuperarlos de su entrega a Francia y devolverla a lo que hoy es España.
Vamos por partes.
Los ya Condados Catalanes (estamos alrededor de 1100 y 1190) siguieron en cierta medida
teniendo alguna relación con los francos. Esas relaciones no se romperían formal ni
jurídicamente, pero sí de facto. Mediante acuerdos matrimoniales, los condados se
subordinaron a otras potencias emergentes como la Corona de Aragón, lo que aplicó que los
condados quedaran bien integrados dentro de esta corona. Hago un parón y explico esto:
existe una diferencia categórica entre Reino y Corona. Pertenecer al Reino de Aragón
significaba estar subordinado directamente en materia judicial, territorial, económica y militar a
él. Pertenecer a la Corona de Aragón, en cambio, suponía la existencia de territorios autónomos, en materia administrativa y legal, como por ejemplo ocurría con los reinos de
Valencia o Mallorca. Los Condados Catalanes acabarían formando parte del Reino de Aragón
principalmente, y por ende subordinados a él en toda materia. Los Condados Catalanes más
orientales, a través de enlaces matrimoniales, acabaron incorporados al Condado de Barcelona
y formaron parte de la unión dinástica con el Reino de Aragón. De nuevo, los condados NO son
independientes en ningún momento, siempre están subordinados ya sea a los francos primero,
a los aragoneses segundo, y entre ellos jamás se vieron como una única entidad, ni si quiera
tras la unificación de Wilfredo.
Los Condados ya forman parte del Reino de Aragón, que tras el matrimonio entre Ramón
Berenguer IV de la Casa de Barcelona y Petronila de Aragón, posibilitó lo que sería la Corona
de Aragón (ya no Reino de Aragón). No es el primer enlace entre Condados Catalanes y
aragoneses o castellanos; veamos algunos datos: Berenguer Ramón I de Barcelona se casó
con Sancha Sánchez de Castilla, lo que hizo que la sangre castellana comenzase a correr por
las altas esferas catalanas. El Condado de Urgel fue regido por un vallisoletano: Pedro
Ansúrez, castellano que ayudó a la expansión del condado conquistando la ciudad de
Balaguer, su futura capital. Ramón Berenguer III de Barcelona se casó con una de las hijas del
Cid Campeador, castellana. Alfonso VII de Castilla en 1135 fue coronado en la Catedral de
León como «Emperador de toda España» (Imperator totius Hispaniae), a cuya ceremonia
acudió su coñado Ramón IV de Barcelona, García Ramirez de Navarra y, el conde Armengol IV
del Condado de Urgel. Esa significativa presencia «catalana» vale de reconocimiento de la
primacía «española» del rey de Castilla.
La Reconquista sirivió, entre otras cosas, para que los catalanes saliesen de sus condados e
inclusive para que llegaran a establecer colonias de catalanes por toda la Península. Corría el
año 1166 cuando un grupo de barones catalanes participaron en la primera reconquista de la
Villa de Alcántara, Extremadura. Acompañaban a su señor el Conde de Urgel, Armengol VII,
quien a su vez servía al rey de León, Fernando II. Enconramos nombres como Vilalta, Mediá,
Belvís o Sanahuja, cuyo reflejo hoy dan nombre a muchas localidades extremeñas en la
provincia de Cáceres como Monroy o Miravete, por poner un par de ejemplos. Fernando II donó
la localidad a Armengol VII por el excelente servicio llevado a cabo en Extremadura. Algunos
caballeros que acompañaron al conde catalán ocuparon puestos de alta relevancia en la administración de esos territorios conquistados por catalanes. El castillo de Bellvís de Monroy,
en Cáceres, se levantó en honor al caballero del que adopta el nombre. En la batalla de Navas
de Tolosa de 1212, los cronistas aragoneses eran catalanes, quienes asentaron este hecho en
las memorias historiográficas de Aragón. Esto no se queda aquí; entre las diferentes tropas
cristianas que acudieron a Navas de Tolosa, cuyo número final ronda los 20.000, el cronista y
arzobispo Rodrgo de Toledo deja escrito el explícito mérito y valor de las tropas catalanas y su
gran número. Según la Historia Gótica del obispo Ximénez de Rada, ante los musulmanes
quedaron «sólo españoles», entre los que se encontraban nobles catalanes y sus caballerías e
infanterías. Pierre Vilar, historiador francés y marxista, inicia su síntesis Historia de España
diciendo lo siguiente: «El Océano. El Mediterráneo. La cordillera Pirenaica. Entre estos límites
perfectamente diferenciados, parece como si el medio natural se ofreciera al destino particular
de un grupo humano, a la elaboración de una unidad histórica». Seguimos sin rastro de la
nación catalana ni de la supuesta no-participación catalana en las gestas de España.
Terminamos con la Toma de Granada y un evento extra más. En 1482 acudieron 1.500
catalanes al cuartel de Córdoba en el comienzo de la campaña contra el Reino de Granada. En
la conquista de este reino también participaron las galeras reales de la Corona de Aragón que
partieron de Barcelona comandadas por capitanes catalanes como Francesc Torrelles o
Galcerán de Recasens, los cuales tomaron Málaga y posteriormente vigilaron las costas
granadinas y procuraron provisiones a las tropas cristianas. Todo esto está debidamente
relatado con todo lujo de detalles por Feliu de la Peña en sus Anales de Cataluña. Granada es
tomada por los cristianos, entre los que hay un enorme número de catalanes como soldados, y
unos cuantos miles como habitantes para repoblar el sur peninsular de los que hablaremos en
un momento. Presenten atención a esto que viene, porque no tiene desperdicio: en el Cerco de
Baza en 1489, las tropas castellanas se encontraban famélicas y muertas de frío, los víveres
escaseaban profundamente. En la crónica de Antonio de Nebrija, se dice que a ello acudieron
gran cantidad de nobles con sus ejércitos y también mercaderes aragoneses, valencianos y
catalanes así como castellanos para aprovisionar a las tropas de Castilla. Y de aquí hasta el
final de esta razón III, viene la madre del cordero: una vez tomada Granada, las tropas
catalanas se establecen en las nuevas tierras conquistadas. Se trata de los habitantes para la
repoblación de los que acabamos de hablar. Estos habitantes de origen catalán se hacen con
calles enteras, ocupan altos cargos en el territorio granadino e inclusive un catalán, Galcerán Albanell, alcanzó la mitra arzobispal granadina en 1620. Veinte años adelante en 1640 se
sucede la Guerra de Els Segadors: un tal Pau Claris le entrega el Principado de Cataluña al rey
de Francia, Luis XIII, lo que desencadena la reacción de la Monarquía Española y de los
propios habitantes españoles. ¿Adivinan los lectores quiénes fueron a recuperar Cataluña de la
traición de Pau Claris? Los propios catalanes llamados por Felipe IV. Sí, catalanes
recuperando Cataluña de las fauces de Francia para retornarla a España, como lo leen sus señorías. A primeros de enero de 1641 llegaba a tierras catalanas el millar de granadino-
catalanes censados como catalanes con 23.000 infantes del resto de España y 3.500 caballos comandados por el virrey de Cataluña, el Marqués de Velez. Los soldados granadino-catalanes
sufrieron grandes pérdidas y retrocedieron hasta Tarragona, permaneciendo cercados por los
franceses, hasta que, el 26 de agosto de ese mismo año, la flota castellana rompe el bloqueo
francés y libera a los granadino-catalanes. Finalmente, esta historia desemboca en que España
ha de cederle a Francia el Rosellón y tres zonas concretas más. Sin embargo, esta gesta es un
ejemplo magnífico lleno de valor, que muestra cómo Cataluña se revolvió contra Francia para
permanecer en su hogar: España.
IV. Razón IV. No fueron pocos los catalanes en el Imperio Español.
Uno de los argumentos favoritos de los separatistas consiste en enorgullecerse de que los
catalanes no participaron en la Conquista de América porque lo asocian a un «genocidio»
llevado a cabo por la malvada Castilla, o bien, que no participaron porque Castilla les excluyó.
Ni una ni otra son verdad. Uno de los ídolos del catalanismo, Víctor Balaguer i Cirera,
menciona:
La colonización de las indias es de todas las nacionalidades españolas (sentido étnico): de todas ellas son los misioneros, soldados y negociantes que luchan, descubren, fundan y pueblan. El descubrimiento de América se convirtió en la alianza y base de interés común, contribuyendo poderosamente a la unidad de España. No en vano Colón llamó Española, y no Castellana, a la primera isla ocupada.
Procedo a una inyección de datos, prepárese el lector: las tres primeras iglesias levantadas en
América por España estaban dedicadas a Montserrat, a Santa Tecla (patrona de Tarragona) y a Santa Eulalia (co-patrona de Barcelona). Colón arriva el 12 de octubre de 1492 desde el
primer viaje colombino, de los cuales habría hasta cuatro. Ya, desde el segundo viaje, vemos
huellas catalanas en América: fray Ramón Pané fue el primer etnógrafo europeo en América.
Miguel Ballester, catalán, fue el alcalde de la fortaleza de la Concepción de la Vega en la isla
de La Española, quien además elaboró el primer ingenio destinado a la producción de caña de
azúcar. Joan d'Espés, de la Diócesis de Urgell, firma unas capitulaciones con el mismísimo
Carlos V para el establecimiento de Nueva Andalucía en América. Otro catalán, Bartolomeu
Ferrer fue jefe de la expedición que marchó de Tehuanpetec en Oaxaca, México, hasta el
futuro estado de Oregón. Jaime Rasquí, valenciano de familia catalana, llevó a cabo una
expedición al Río de la Plata en 1550. Josep Alemany i Conill, de Vic, fue arzobispo en San
Francisco, California, y evangelizó el estado de Nevada y Utah. Miquel Doménech Veciana, de
Reus, fue misionero del Imperio en el actual estado de Misuri. Los jesuitas Josep Paramàs,
Bernat Ibáñez, Dídac González y Josep Solís evangelizaron a los indios guaraníes en Panamá.
Juan Grau de Toloriu, lugarteniente de Hernán Cortés, tras la conquista de Tenochtitlan se
casó con Xipahuazin, una de las hijas de Moctezuma, que se cristianizó con el nombre de
María. Con ella volvió a España y vivieron en el castillo de Toloriu. Tuvieron un hijo, Juan
Pedro, que adquirió los apellidos de 'Grau Moctezuma', Barón de Toloriu. Los descendientes de
esta familia catalano-mexicana reclamaron tierras en México durante generaciones. A lo largo
de América, en Perú, México, Argentina, Cuba y hasta Brasil, encontramos alusiones a
catalanes y a sus patronos. En Lima, Perú, hallamos el barrio de Montserrat. En Cuzco, Perú,
se venera la imagen de Nuestra Señora de Montserrat. En San Salvador lo encontramos de
nuevo, el barrio de Montserrat. En Puerto Rico encontramos la ciudad de Barcelona. En La
Habana, Cuba, encontramos la Ermita de los Catalanes sobre el monte que le da nombre: la
Loma de los Catalanes, y en dicha ermita se venera a la Virgen de Montserrat.
En Venezuela existió un territorio llamado «Nueva Cataluña», prueba clara de su influencia. En
1631 la Real Audiencia concedió a Juan Orpí el cargo de capitán conquistador y gobernador de
todo el territorio que ocupase la Venezuela occidental. Orpí establece en el valle de Aragua un
fuerte al que llamó San Pedro Mártir, donde posteriormente funda Nueva Barcelona. Años más
tarde, al este, funda Nueva Tarragona. A estos territorios se les conoció con el nombre de
Nueva Cataluña, nombre que ya no es oficial.
Pero si la presencia catalana se cacracterizó por algo en la zona venezolana, es por los
misioneros capuchinos catalanes. El Papa Inocencio X autorizó a los franciscanos españoles
la fundación de misiones en América, a las que acudirían muchísimos andaluces. Sin embargo,
la labor era tan ardua que se reclamó el apoyo de frailes navarros y catalanes. Los capuchinos,
entonces, cruzan el Atlántico. Se conocen a doce frailes catalanes que en 1686 llegaron a
Guayana, donde fundaron dos grandes poblaciones. Los capuchinos catalanes no pararon de
insistir, hasta que en 1722 cometieron una evangelización completa y fructífera gracias a
figuras como Tomás Santa Eugenia o fray Brú de Barcelona. Estos capuchinos avanzaron
hasta lugares recónditos de extremo difícil acceso en los que un europeo jamás había posado
ni la vista. La evangelización de la mayor parte de Venezuela, incluído el extremo sur,
predominado por el oscuro Amazonas, se debe exclusivamente a los capuchinos catalanes y a
sus métodos de persuasión de indios. En la época, la nobleza catalana estaba bien integrada
en la monarquía hispánica, y los comerciantes catalanes se dejaron caer por América. Frederic
Rahola en su obra Comercio de Cataluña con América en el siglo XVIII defiende que la
aparición de catalanes en la alta administración de América, se debe al prestigio alcanzado por
los capuchinos.
A principios del siglo XIX el Imperio Español comenzaba a desmoronarse. A pesar de ello
muchos españoles siguieron luchando por su superviviencia, en los que se incluyen bastantes
catalanes, hablamos, por supuesto, del Tercio de Miñones. Esta fue una unidad de infantería
creada mediante milicianos voluntarios nacidos en Cataluña, residentes en Buenos Aires y
Montevideo. Inglaterra planificó una invasión en el Virreinato de la Plata aprovechando el
declive español en 1806. El tercio del que acabamos de hablar se forjó en reuniones secretas
de catalanes que, decidieron pedir permiso a las autoridades españolas para crear este Tercio
de Miñones y defender el río de la Plata. La solicitud fue aprobada por el cabildo y por el virrey
Santiago de Liniers. Fue tan alto el número de voluntarios, que crearon un cuerpo militar
llamado Patriotas de la Unión. Liners, el virrey, instó a estas tropas dando un discurso que
decía así: « (...) vengan, pues, los invencibles cántabros y los intrépidos catalanes, los valientes
asturianos y gallegos, los temibles andaluces y aragoneses, en una palabra, todos los que
llamándose españoles se han hecho dignos de tal glorioso nombre».
La victoria fue para España.
V. Razón V. Rafael Casanova y Antonio de Villarroel en el 11 de septiembre, defensores de España y no de una «Cataluña libre».
Todos los 11 de septiembre, los separatistas se reúnen en torno al monumento a Rafael
Casanova en Barcelona con esteladas y otras parafernalias, abogando que Rafael Casanova
fue un libertador para Cataluña, un defensor de los valores catalanistas y por tanto, un
representante histórico de la «Catalunya lliure». Seamos serios, esto es una falsificación de la
historia como la copa de un pino. Su discurso se planta en esas tres afirmaciones, y mezclando
esto con vagueza por el estudio histórico y el seguimiento de rebaño, tenemos como resultado
un relato que tiene a todos embobados creyendo algo que nunca fue verdad.
Año 1714. Las murallas de Barcelona se están viniendo abajo. Las tropas austracistas se
encontraban en inferioridad sitiadas en la ciudad mientras que los borbónicos estaban a punto
de saborear la victoria. Rafael Casanova como Gobernador de Barcelona además de
Consejero en Jefe y Antonio de Villarroel como General Militar, pornuncian un discurso en la
propia Barcelona que dice así:
"Por nosotros y por la nación española peleamos. Hoy es el día de morir o vencer. Y no será la primera vez que con gloria inmortal fuera poblada de nuevo esta ciudad defendiendo a su rey, la fe de su religión y sus privilegios. (...) como verdaderos hijos de la patria, amantes de la libertad, acudan a los lugares señalados a fin de derramar gloriosamente su sangre y su vida por su rey, por su honor, por la patria y por la libertad de toda España".
Cabe decir aquí que, al contrario de la creencia de los separatistas, en ese momento Casanova
no portaba la bandera catalana, sino el Pendón de Santa Eulalia, el cual representó durante
muchos años a la Ciudad Condal. Otra cosa a destacar de alta importancia: los separatistas se
jactan de decir que en el sitio de Barcelona sólo batallaron catalanes. Esto es falso. Acudieron
grandes tropas de castellanos, aragoneses, navarros y valencianos, a los que se les otorgó una
categorización de regimiento con el nombre de un santo concreto. Las Narraciones Históricas
de Castellví, recogen con todo lujo de detalles los acontecimientos y el espíritu de cruzada, españolismo, monarquismo y catolicismo con los que los catalanes, junto a castellanos,
navarros etc, defendieron heróicamente la ciudad de Barcelona. Vamos a ver si nos
entendemos, el 11 de septiembre se separa en dos bandos: austracistas y borbónicos, no
«catalanistas y españolistas». Los que se encontraban sitiados en Barcelona liderados por
Casanova y Villarroel lucharon y cayeron por una permanencia española con los austrias, ¿por
qué? Sencillamente porque a la burguesía catalana de entonces le interesaba seguir
disfrutando de sus privilegios económicos y sus facilidades económicas gracias al respeto de la
conservación de las leyes propias y los fueros con el que predicaban los austrias. Es más, ha
de saber el lector que este conflicto fue originado por la oligarquía de Vic, me explico: en
Cataluña hubo mucha población austracista, sí, pero también mucha borbónica. Felipe V
cuando llega a Barcelona a jurar las leyes catalanas en 1701 es aclamado allá a donde va. El
júbilo y la alegría de los catalanes es tan grande en dicho año que hasta los pocos
filoaustracistas reunidos en torno a «Academia de los Desconfiados» acabaron apoyándole
«por el bien de España». Francesc Brú en 1700 escribe "El rey es español por más que haya
nacido en Francia. Porque los reyes toman la naturaleza de la Corona, no de la cuna..." .
Sin embargo, tras el buen recibimiento por parte de bastantes, Cataluña se convertiría en un
escenario bélico. ¿Por qué? Els Vigatans fueron una burguesía rural cuyos antepasados
lucharon contra Francia y a favor de España tras la revuelta de Els Segadors (1640), lo que
explica que ya le tuvieran repulsión a los borbones. Los vigatans tenían enormes intereses
económicos con los ingleses debido a la exportación de vino y aguardiente. Bien, pues esta
burguesía de Vic cometió la gran temeridad de lanzar a Cataluña a la guerra. Celebraron una
conferencia clandestina en 1705 en la ermita de San Sebastián, cerca de Vic. Conocemos
todos los nombres de los que allí acudieron. Estos decidieron actuar al margen de las
instituciones catalanas que aún se mantenían borbónicas. Mitford Crowe, representante de la
reina Ana de Gran Bretaña, andaba por allí, haciendo de intermediario de los intereses
comerciales ingleses. El pacto de los Vigatans se internacionalizó y se convirtió en el Pacto de
Génova de 1705 entre la burguesía de Vic y el mismísimo Reino de Inglaterra. Abra los ojos el
lector: no fue la Generalidad de Cataluña la que declaró la guerra a Felipe V, sino un grupo
privado de comerciantes de campo con mucho dinero. El acuerdo se traducía en que los
Vigatans comenzarían a sublevarse armando a 6.000 hombres subsidiados por Inglaterra, así
como que esta haría desembarcar a 8.000 hombres más en las costas españolas. El fin de este pacto era el reconocimiento de Carlos de Austria como rey legítimo de toda España.
VI. Razón VI. Los Borbones enriquecieron Cataluña. El Origen del Separatismo Catalán.
Naturalmente aquí no somos monárquicos, somos republicanos, pero al César siempre hay que
darle lo que es del César, y más en términos históricos. Tras 1714 con el reinado borbón, se
propició una paz que duró prácticamente un siglo, lo que permitió que la población catalana
creciera aproximadamente en un 20% más que la media española y casi un 50% más que la de
Castilla. Barcelona saltó de 40.000 habitantes a 130.000 en el siglo XVIII, los cultivos se
extendieron por toda Cataluña y las masías tuvieron un renacimiento impresionante. Cataluña
emergió con más fuerza que el resto de regiones españolas, aparecieron médicos de prestigio
internacional como Gaspar Casal, Salvà i Campillo o Antonio Gimbernat, también aparecieron
juristas notables como Lázaro de Dou, que presidió las Cortes de Cádiz en 1812.
Pierre Vilar en su obra Cataluña en la España Moderna dice así:
"El crecimiento observado en la parte principal de esta obra es en el siglo XVIII, el del grupo humano catalán: número de habitantes, extensión e intensificación de los cultivos, reconquista de antiguos medios de irrigación, reincoporación al trabajo de una masa antes inactiva, comercialización creciente de los productos, conquista de un mercado, nacional para algunos, colonial para otros (América), crecimiento de esos tipos de ingresos, inversiones productivas, (...) creciente peso de la región en el complejo español".
No parece demasiado cierto el argumento de los separatistas catalanes, cuando afirman que
con los borbones les fue peor, en contraposición de los Austrias. Miguel Artola, también
reconocido historiador vasco, afirma:
“El tratamiento fiscal impuesto [por Felipe V] a la corona de Aragón responde a una fórmula inédita que buscó, simultáneamente, la equidad tributaria y un mejor reparto de la carga entre los distintos estratos de la sociedad. El resultado [...] fue una fiscalidad más moderna y más justa que la que pervivió en Castilla".
¿Cuál fue exactamente la medida que emplearon los Borbones para que a Cataluña le fuese
tan bien, si tan encantados estaban con los Austrias? Como hemos dicho, los Austrias
respetaban las leyes propias y los fueros, cuyo final llegó con los Borbones. Cuidado con esto,
porque al final, la burguesía catalana agradeció cambiar de Casa Monárquica: los Borbones
establecieron leyes proteccionistas en Cataluña, y esto es lo que desencadena el
separatismo catalán. Estas leyes les permitía producir lo que en el resto de España no, les
permitía vender a precios a voluntad ya que no tenían competencias fuera del territorio catalán.
El proteccionismo ya existía antes de los Borbones, sin embargo, el aplicado por ellos trajo
suficiente dicha a Cataluña.
Y para finalizar este artículo respondemos ya, a la madre del cordero: ¿de dónde viene
entonces el separatismo catalán?
Cánovas aprobó la Ley de Presupuestos de 1890 que establecía la habilitación genérica al
gobierno para que modificase los aranceles de aduanas «en lo que convenga a los intereses
nacionales», haciendo así que la burguesía catalana perdiese sus privilegios en su
producción, precios y comercio con América. Se dio un mitin en el Teatro Arriaga de Bilbao a
favor del proteccionismo que reunió a catalanes y a vascos bajo el lema «España para los
españoles» en forma de protesta, no de separatismo. Cuando España pierde sus últimas
provincias en América y Filipinas en 1898, la burguesía catalana hace surgir el nacionalismo
catalán, pues debido a la pérdida de sus privilegios proteccionistas y a la crisis posterior en
España, pierden lo que alguna vez tuvieron y, a su vez, funciona como respuesta ante el
gobierno de Madrid. A pesar de esto, la burguesía catalana se aventuró a toda movida que veía
para desestabilizar el orden nacional para ver si así podrían volver a tener el esplendor que
alguna vez tuvo la clase burguesa en Cataluña. Esto es una fábrica de intereses: cuando a
España le iba bien, la burguesía catalana estaba encantada y con las facilidades comerciales,
más. Cuando a España no le fue tan bien, esta entonces prefería apoyar la sublevación de
Francisco Franco y los planes de José Antonio Primo de Rivera. El separatismo catalán tiene,
por tanto, un origen burgués, de clase, un origen sellado en el interés económico descarado y
que más tarde, en el siglo XXI, se intenta enmascarar con buenos motivos, con democracia,
con votos y con un supuesto derecho de autodeterminación que desafortunadamente muchos hoy se han creído sobre todo, por la extensión de la falsificación de la Historia de España y por
tirón familiar; esto es, creencia a ciegas en el separatismo sólo, porque tu entorno así te lo ha
transmitido, así como tu familia más directa.
VII. Conclusiones.
Pido una última atención en estas palabras que harán finalizar este extenso artículo. Muchos
separatistas leerán estas líneas, y somos conscientes de ello. Nuestro objetivo no es calentarle,
sino hacerle sabedor de la historia recogida en las fuentes oficiales que él mismo puedes
investigar y estudiar fuera de bandos y enemistades. No nos inventamos nada ni necesitamos
escondernos de nadie. Es entendible que cada persona procede de un origen político
determinado, ya sea en su hogar con su familia o en su entorno con sus amistades, pero eso
no puede contrarrestar la objetividad de la historia. Los catalanes, andaluces, vascos y gallegos
son principales actores en la ejecución de la cohesión nacional española. España, sin estas
regiones, no sería lo que es hoy y viceversa. Y en extensión, una España socialista ha de ser
entera, sin fraccionamientos, para que el valor nacional no se pierda ni en cincuenta habitantes.
Como he explicado al principio, la nación política bebe de todos sus habitantes como
ciudadanos de un modelo nuevo de país; ya no somos astures, castellanos, vascones o
catalanes como naciones étnicas, sino españoles en el sentido político, trabajando en unión por
nuestro bienestar y compartiendo los mismos intereses de clase en Barcelona, Madrid, Sevilla,
Santander o Melilla, ya que el obrero quiere lo mismo, exactamente lo mismo, en todas estas
partes de su país, que es España.
Bibliografía:
• Armesilla, Santiago (2017). El Marxismo y la Cuestión Nacional Española, Barcelona, El Viejo
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• Barraycoa, Javier. (2018). Esto no estaba en mi libro de Historia de Cataluña (2a Edición).
España, Editorial Almuzara
• Bueno, Gustavo (1999). España Frente a Europa, Barcelona, Alba Editorial
• Canal, Jordi (2020). Historia y Política, capítulo: "El nacionalismo catalán: mitos y lugares de memoria", Gerona, PDF.
• Esparza, José Javier (2021). No te Arrepientas. Madrid, La Esfera de los Libros
• Ferrer, José A. Benimeli (1986). La Masonería Española en el Siglo XVIII. Madrid, Siglo XXI
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• Marañón, Luis (1983). Cultura Española y América Hispana. Madrid, ESPASA-CALPE
EDITORIAL
• Omodeo, Marcelo Gullo (2021). Madre Patria. Barcelona, ESPASA EDITORIAL
• Payne, Stanley G. (2017). En Defensa de España. Barcelona, ESPASA EDITORIAL
• Valdeón, Julio - Pérez, Joseph - Juliá, Santos (2016). Historia de España. Barcelona, Austral
Editorial
• Vilar, Pierre (2018). Cataluña en la España Moderna, Vols.1 & 2. Barcelona, Editorial Crítica
Sobre el autor:
David de Quevedo es estudiante de Ciencias Políticas en la Universidad Nacional de Educación a Distancia. Natural de Móstoles, Madrid, actualmente reside en Algeciras, Cádiz. Miembro de KFA España, ex-escritor de la parte económica de la revista SAENAL sobre Corea del Norte y ex-militante del Partido Comunista de España.
Twitter: https://twitter.com/DavideQuevedo
Ya podíais avisar cuando se supera el límite de texto. Solo habéis publicado una parte de mi comentario
España no es una "democracia", es una dictadura del capital monopolista, que además mantiene la política económica extractiva y parasitaria que siempre ha caracterizado a los Borbones, en beneficio exclusivo de los monopolios centrales.
En Catalunya hay un 52% de la población que vota independentista no principalmente por cuestiones étnicas o históricas (que también, cultura propia, tradiciones y lazos económicos comunes influyen).
Analice la actitud actual de una Ministra de Defensa que entregaba en negro mensualmente 5 millones a la Casa Real desde la época de Felipe Gonzales. Analice los robos del Borbón Fugado amparado por el Patrimonio Nacional, el estado y sus instituciones llenas de franquistas. Forbes calcula en 2.000 millones de dólares su fortuna.
Analice que el estado…
Ah y mas penosa aun es esta conclusión paternalista rollo, aix catalanes ya lo sentimos que os sintais enfadados, pero que le haremos eh, no somos nosotros, es que <los datos> dicen que tenemos razon. Para decir algo con esta aparente falta de verguenza, mejor no decir nada.
Por cierto, el argumento de que hubo catalanes construyendo España es falaz. Se trataba mas bien de individuos de origen catalan de nacimiento, renunciando a su identidad ancestral en pos de la consecucion de un proyecto politico que ellos juzgaron merecedor. Un ejemplo parecido es el de los judios. En la edad moderna, el numero de cientificos, inventores, academicos y pensadores de etnia judía oficialmente hablando, ha sido abrumadoramente alto. Pero analizando las vidas de estas personas, suelen haber sido normalmente gente que intelectual y vivencialmente hablando, huia de su herencia judia, y la comunidad judia mainstream no tenian dudas en tratarlos como traidores.
Hay tal cosa como una esencia cultural-etnica, que se reparte de forma difusa en el mainstream…
El drama de Cataluña es haber convivido con un vecino vampiro y dogmatico, y no haberse constituido en reino, lo cual para ciertas mentalidades castizas es una especie de negación a la mayor. Pero Cataluña como tal siempre ha sido una nación. Lo que desde fuera no entendéis es que no es que hubiera una nación, sino que habían muchas. Condados, aristócratas y religiosos muy independientes en sus terruños en las montañas. Barcelona surge como polis liberal, jardín de mercaderes con el amparo del Rey (en su corte en Barcelona) como contrapeso político de la insubordinación del interior. Esta jugada política histórica coartó el impulso fálico monarquista de la corona, obligada a ver como tenía que adoptar e nombre de…