top of page
Black Flat & Minimalist Accounting Business Website.png
Editorial: Programar

Dialéctica de Imperios en Ucrania: la posición de España

Editorial

Nuestro nº 11 sale en medio de una guerra de imprevisibles consecuencias a escala mundial. Rusia ha invadido Ucrania después de años advirtiendo a la OTAN  de los riesgos de un avance de esta hacia sus fronteras. Durante todo ese tiempo, campañas de desinformación en redes sociales y medios de comunicación varios, de ambos lados del conflicto, han tratado de empujar a unos y otros a una toma de posiciones, hasta que la "profecía autocumplica" (nótense las comillas) que advertía, desde la inteligencia estadounidense, que dicha invasión iba a producirse a finales de febrero, al final se produjo. Es probable que se forzar a Rusia a tomar esa decisión, estando entre la espada y la pared, porque Ucrania pidió abiertamente su entrada en la OTAN poco después de que Putin retirara sus tropas de cerca de la frontera entre Rusia y Ucrania. Y entonces, ocurrió lo que decía Lenin: "Hay décadas en que no ocurre nada, y semanas en que ocurren décadas". Rusia invade Ucrania, buscando su desmilitarización, su neutralidad entre ellos y la OTAN, su desnazificación (hay nazis en ambos bandos, prorrusos y proucranianos, pero solo en estos últimos los grupos neofascistas son apoyados desde el Estado, como el batallón Azov, que forma parte de la Guardia Nacional ucraniana, y están totalmente integrados en el aparato administrativo del Estado, amén de recibir, desde hace días, armamento proveniente del Reino Unido, EEUU y la UE) y, por qué no decirlo, el aumento de su esfera de influencia imperial dirigida desde una idea paneslavista y eurasianista que busca fuera de sus fronteras aliados y defensores a "derecha" y a "izquierda" frente a eso que confusamente llaman "Occidente", que no es otra cosa que el eje OTAN-UE liderado por los anglosajones.

 

El desenlace de esta guerra, y su posible escalada, es incierto. Y el temor a que pueda ocurrir una Tercera Guerra Mundial, esta vez totalmente nuclear, está presente en buena parte de la población del Planeta. El mundo todavía no ha superado la pandemia de la COVID-19, y nos encontramos en un periodo, iniciado hacía 2007, de crecimiento económico débil y lento que, probablemente, dure hasta mediados de siglo XXI. En los próximos 40 años puede pasar de todo en el mundo, incluidas revoluciones políticas a gran escala producto de la guerra que, creemos, llegará, sino tras el conflicto en Ucrania, sí por otras vías. Lo que sí es verdad es que el Imperio Ruso, en su lucha por no desaparecer ni colapsar como en 1991 lo hizo el Soviético, se enfrenta a unos EEUU en decadencia lenta pero todavía con un gran poder y una inercia histórica que, seguramente, dure lo que dure este ciclo de crecimiento lento. China observa en la distancia, viendo si le compensa, o no, dejar caer a Rusia a cambio de recuperar Taiwán. Algo que, no obstante, no parece que EEUU vaya a dejarle lograr. Esta guerra también ha provocado otro efecto: la ruptura, al menos sentimental, entre la Unión Europea y Rusia, provocando un auge inédito de rusofobia en buena parte del globo, que tendrá que ser analizada en el futuro como la explosión de algo que siempre ha existido durante siglos (como la hispanofobia, que está por estallar todavía, y lo hará con una nueva crisis catalana o cuando ocurra el conflicto abierto con Marruecos), y que solo necesitaba esta guerra para mostrarse en su forma más abyecta y descarnada, aunque siempre puede ir a peor.

 

España ha tomado partido por el atlantismo otanista, o lo que es lo mismo, por la subordinación al eje anglosajón capitalista. Bien es cierto que Rusia, desde sus medios censurados ahora en España RT y Sputnik, ha fomentado la Leyenda Negra antiespañola en España e Hispanoamérica, y también ha visto con simpatías el separatismo catalanista. Ahí queda en el recuerdo el vídeo de Ina Afinogenova en "Ahí les va", ya con más de 400.000 visitas, donde se replican acriticamente todos los tópicos negrolegendarios antiespañoles con que parte de la población hispanoamericana justifica su situación de dependencia, como si fuera España la máxima culpable. Y el CNI español descubrió, supuestamente, los contactos entre Arturo Mas, Puigdemont y otros catalanistas con el Kremlin, aunque la Audiencia Nacional archivó la causa por falta de indicios, como ha indicado en esta revista Andrei Kononov en varias investigaciones. Pero Puigdemont no acabó refugiado en Moscú, sino con un escaño en el Parlamento Europeo de Bruselas, tras estar un tiempo protegido en Alemania, y defendido por el abogado hispanochileno Gonzalo Boye, famoso por defender enemigos de España y de la unidad de su clase obrera. Por tanto, ¿en qué bando estar? Rusia ataca a España no porque los rusos sean malas personas, sino por geopolítica. Porque España es un eslabón débil de la OTAN y de la UE, porque tenemos dos bases militares OTAN en nuestro territorio, parte del escudo antimisiles de la OTAN y geolocalización de radares rusos. En materia de dialéctica de Estados, Rusia nos ve como el enemigo. Y por eso trata de desestabilizar nuestra posición en el mundo, sobre todo en Hispanoamérica con las alianzas de Putin con el negrolegendario régimen de Venezuela.

 

No obstante, nuestra membresía en la OTAN no garantiza nuestra integridad territorial. El auge negrolegendario antiespañol en EEUU de los últimos años, con derribos de estatuas de Colón y Junípero Serra incluidas, junto al hecho de que ningún documento OTAN garantiza que tomen partido por nosotros si Marruecos (rearmado y financiado por socios de España como EEUU, Alemania o Francia, así como por China) si estos invaden Ceuta y Melilla, ciudades que nunca han sido marroquíes, nos coloca en una muy difícil situación. Pedro Sánchez se muestra agresivo contra Rusia porque mendiga esa protección de EEUU que necesita para Ceuta y Melilla. Pero quizás haya llegado demasiado tarde. España está en una muy frágil situación geopolítica, en que Rusia, Francia, Alemania, Reino Unido y EEUU, hoy enfrentados entre sí, no apuestan por nuestro futuro, y con unas relaciones bastante debilitadas con el resto de Iberoamérica. Solo China podría apoyarnos, siempre que no haya un gobierno en España que reconozca a Taiwán como Estado. En ese momento, estamos convencidos, la unidad de España estará en peligro.

 

España necesita salir de la UE, del euro, de la OTAN, no comprometerse con ningún bloque militar, aumentar su gasto militar para proteger sus fronteras, neutralizar el separatismo y a los autodeterministas internos de "izquierda" y de "derecha", recentralizar competencias en materia educativa y sanitaria, etc., y apostar por una política exterior iberófona benigna hacia el nuevo poder emergente chino y que no pase ni una a Marruecos. Nuestra actual política exterior es errática, incoherente, y desde fuera lo notan. La geopolítica es un todos contra todos con alianzas coyunturales más o menos duraderas. Quien no entienda esto, y ceda todo análisis frío y racional al idealismo, al fundamentalismo democrático, al "no a la guerra" acrítico y sin matices, a la doctrina infantil de los "Derechos Humanos" de la Declaración Universal de la ONU de 1948, al europeísmo (o al eurasianismo) metafísicos, o a una supuesta "clase obrera universal" en sentido atributivo, estará completamente perdido, y solo pondrá un ladrillo más en la mazmorra con la que España podría verse encerrada y sepultada tras esta terrible guerra que acontece en Ucrania.

Editorial: Quiénes somos
bottom of page