Por Gonmar, R y Herdo, D.
Resumen: Para abarcar un proceso colectivo en el que la clase obrera produzca su conciencia, debemos detenernos, de forma rigurosa, en la comprensión del desarrollo del Sistema Ciencia; dado que este no solo nos va a permitir dialogar sobre la evolución de los seres humanos y de su entorno a lo largo del Holoceno, hasta su transformación radical en el llamado Antropoceno o era humana, sino que señala a los productos de la razón, las ideas, como los principales artefactos [herramientas e impulsores] en este proceso evolutivo durante las distintas etapas históricas. Es al desarrollo del conocimiento al que se le debe la transformación material de la historia. El conocimiento es la base de nuestra existencia. No se trata simplemente de la mera adquisición de experiencias y técnicas. La capacidad de sentir, procesar, transducir y almacenar materia e información (de convertirla, por tanto, en conocimiento) podría decirse que constituye la piedra angular del fenómeno que llamamos Vida.
Palabras clave: Sistema Ciencia, Capital, materialismo, evolución.
A lo largo del proceso evolutivo, los seres vivos hemos adquirido la capacidad de expandir nuestros sentidos, de encontrar nuevas formas de procesar y transferir la información y de almacenar el conocimiento formado a lo largo de la historia. De la difusión de moléculas simples a la conexión wifi, lo que existe es un salto de escala, no un cambio de funciones.
El conocimiento es un proceso emergente, asociado y dependiente de un modelo de producción, de unas herramientas que moldean la materia para dotar de formas determinadas a los usos que se producen a través de su ejercicio.
Preguntamos por qué el Sistema Ciencia ha sido la principal herramienta para la producción de capitales o por qué el monopolio ha hecho de la Ciencia su principal vehículo de explotación, permite aproximarnos a la naturaleza de la materia cognoscible como respuesta a los intereses materiales de la burguesía.
Comprender la realidad de esta emergencia histórica desde la conformación de un orden social y un sistema político-económico determinado, es vital para definir los ejes estratégicos de las clases sociales oprimidas, para hacer frente al sujeto de opresión legalmente constituido.
I. Una primera aproximación. Introducción.
Solo un repaso por el siglo XX nos permite descubrir la etapa donde se transformaron las relaciones de hegemonía de las clases explotadoras del viejo orden. Señalar una etapa que consiguió poner fin al aumento generalizado y sostenido del nivel de precios, como metabolismo basal para la instrumentación del libre mercado, es vertebral para desarrollar una teoría de la transformación asociada al desarrollo de la síntesis social, de los productos que se derivan del ejercicio del trabajo, dado que el valor de un bien o servicio está determinado por la cantidad de trabajo necesario para producirlo y no por la utilidad que le encuentra el orden social al que pertenece [El propietario]. Esto es una abstracción de una importancia superlativa para el transcurso del siglo XX.
Debemos recordar que cuando el nivel general de precios sube, con cada unidad de moneda se adquieren menos bienes y servicios, es decir, que deja de haber disminución del poder adquisitivo e inflación. Esta circunstancia, en síntesis, es la que define los límites del crecimiento y la distribución de los beneficios de la actividad productiva, con relación a la capacidad de los medios de producción en una época (una horquilla temporal determinada). Y aunque no es la intención de este artículo señalar las consecuencias de los nuevos modelos de producción y distribución, ni nombrar los logros conseguidos durante este periodo por el desarrollo del conocimiento colectivo gracias a las resistencias de la clase obrera, nombraremos, como ejemplo, la abolición de la discriminación por raza, la erradicación de la pobreza extrema y la disminución radical de las desigualdades con respecto a la riqueza, entre algunas de las consecuencias que desde este salto de escala, este punto crítico, se derivaron durante el transcurso del siglo.
¿Qué hace que en menos de cincuenta años se hayan podido transformar los regímenes definidos por las clases regentes de los Estados modernos burgueses? ¿Cómo se pudo modificar la relación de pertenencia de la clase obrera, como atributo del capital? ¿Cómo pudieron ser transformadas y abolidas las relaciones sobre la propiedad de los medios de producción? La clave solo se va a encontrar, de forma contradictoria, en el Sistema Ciencia y lo va a protagonizar la clase enajenada en el capital. Entender este proceso histórico es lo que consideramos más relevante.
K. Marx afirmaría en el Tomo I de El Capital que “desde el punto de vista social, la clase obrera, aun fuera del proceso directo de trabajo, es atributo del capital” (Marx, 1867). La conciencia y la voluntad de la clase obrera se encuentran enajenadas en el capital. A razón de esto, el Sistema Ciencia es el que determina la necesidad del capital para subsumir no solo el producto derivado de un conocimiento, sino el conocimiento mismo, aislando al productor del proceso cognoscible, del desarrollo del conocimiento y de todas las dependencias subjetivas que lo determinan, como órgano vivo, a un medio de producción. Así se observa que el Sistema Ciencia se incorpora solo cuando el modelo de producción adquiere una forma cooperativa compleja, es decir, cuando interviene la factorización o gran industria. Cuando la relación está en la forma de cooperación simple, de manufactura, la Ciencia no tiene relevancia para la reproducción de capitales. Esto sitúa a la Ciencia como el punto crítico de las relaciones de propiedad, dado que en las sociedades pre-capitalistas, el conocimiento le pertenece a su productor, la persona trabajadora – investigadora (artesana y manufacturera, que indaga y perfecciona el proceso y sus métodos de producción), y a los gremios sobre los que se organiza, y no a un nuevo órgano destinado a la extracción de la subjetividad desde un apéndice vivo, a un organismo máquina (fabril, mecánico, estratificado). La ciencia se conforma como un nuevo órgano sectorizado, modular, necesario para la reproducción de capitales. Una ciencia que se enajena del productor.
Cuando decimos que la ciencia emerge como respuesta a los intereses materiales de la burguesía, lo hacemos para centrar la importancia histórica de los modelos de producción, como articuladores de la actividad cognoscitiva humana. La ciencia instaurada en el modo de producción capitalista depende de la expropiación y segregación de un conocimiento, con el fin de conformar un nuevo organismo como fuerza disociada del sujeto que la produce; un apéndice para un nuevo orden hegemónico, que emerge como constructor principal de la soberanía que se instala en las conciencias. Porque, ¿para quién trabaja el principal orgánulo de reproducción de reproducción de capitales?
II. Una segunda aproximación: una forma de conocimiento
La forma del conocimiento es la que vincula el ejercicio científico con la actividad productiva humana. Es a través de esta forma como establecemos el sistema organizado de relaciones, es decir, el orden social. Dado que el análisis crítico de los conceptos es imposible fuera del análisis de los hechos; del mismo modo que el análisis teórico de los hechos es imposible si no se dispone de conceptos por los cuales se puedan expresar, la conformación de este orden social va a estar determinada por un proceso natural, ya que es la historia natural la que señala el límite de las ideas sobre las que podemos desarrollar nuestras nuevas formas de conocimiento y todos aquellos modelos conceptuales que pueden emerger del desarrollo teórico realizado con la materia, con la historia. Nuestras funciones no se escapan de la función natural. Nuestros productos, son productos de la naturaleza.
Para situar un comienzo que señale la emergencia del nuevo orden social que se constituyó como el eje vertebrador que da forma al conocimiento del actual Sistema Ciencia, debemos arrastrarnos a una época, la victoriana, presa del ejercicio empírico filosófico de uno de los primeros teóricos de la economía política: Locke. Los puntos de vista de Locke fueron el eslabón intermedio entre el empirismo filosófico inglés y la teoría naciente de la riqueza. Es a través de este pensador como la economía política adopta los principios metodológicos fundamentales del empirismo y los reduce a la particularidad de las formas analítico inductivas que establecen la reducción de los fenómenos complejos en unidades compartimentales simples, para una forma particular de adquisición y comprensión de lo que se tiene que conocer [fenómeno cognoscible]. A partir de aquí se establecen la facultad de entendimiento y, en consecuencia, los límites de un juicio racional para la conformación de un nuevo orden social, el representado por una burguesía, que lo asume de base para todas las representaciones del pensamiento económico ulterior en Inglaterra.
Este proceso analítico inductivo es el que determina el nuevo orden natural para establecer así los límites de formación del juicio del orden social. La tarea de distinción y discriminación analítica en componentes abstractos elementales, la tarea de descomposición de los sucesos empíricos [los hechos], es el que supuso el criterio natural de formación para el proceso razonador, distinguiendo a estas formas lógicas como las “correspondientes a la naturaleza de los hombres”, “a la naturaleza eterna y verdadera del hombre”, eliminando al resto como “inauténticas”. Es aquí donde podemos localizar uno de los principios rectores que sitúan la particular visión distinguida sobre la naturaleza del hombre y su relación de cara al establecimiento del futuro orden social. Esto, que en principio se constituía como el elemento rector para el nuevo mundo de las ideas, en realidad, suponía un esfuerzo que no lograba situar los principios sobre los que asentar un procedimiento productivo para el modelo de la formada burguesía.
La forma del conocimiento es la que vincula el ejercicio científico con la actividad productiva humana. Es a través de esta forma como establecemos el sistema organizado de relaciones, es decir, el orden social.
La influencia de Hume, Locke y Adam Smith supone el brazo del empirismo como principal forma de entendimiento y, consecuentemente, de conocimiento. La economía basada en el conocimiento, que se perfila en los talleres artesanos de Inglaterra durante la Primera Revolución Industrial, acaba por imponerse como un pilar central durante la Segunda Revolución Industrial. El uso extensivo del carbón y del acero, como eje de la maquinaria y del transporte, es posible por la aplicación directa de los conocimientos de la naciente Termodinámica. Este salto, pone de manifiesto la importancia del “capital humano” como fuerza motriz del progreso. La ciencia, bajo el empirismo anglosajón, se alía con el capitalismo para forjar un poderoso sistema de producción de conocimiento al servicio, en primera instancia, de la industria. Un proceso que se ha visto reforzado con su puesta en valor en escenarios bélicos, sociales y geopolíticos durante el desarrollo del siglo XX. Qué decir del impacto del Proyecto Manhattan o de los Misiles V2, como propulsores de la hoy llamada “Big Science” en las agendas gubernamentales, por no hablar de la Revolución Verde o de los Proyectos Eugénicos que han marcado todo el desarrollo de la Biología moderna. El nacimiento del Sistema Ciencia, supone la transformación de los clásicos estamentos académicos, constituida por aristócratas ilustrados, en un órgano de pensadores especializados – prácticos, burgueses y una elite de trabajadores, sometidos por el mantenimiento de su statu quo y sostenidos por las inversiones de los Estados modernos.
Es a través del Sistema Ciencia como la formada burguesía fundamenta los nuevos ideales que sistematizan la posición de todas aquellas categorías elementales para la constitución de la horquilla de nuevas representaciones jurídicas establecidas para el nuevo Homo sapiens sapiens. Este suceso da pie a una forma de conocimiento que sitúa el primer orden para nuestra taxonomía cognitiva, la primera diferenciación en el nuevo Sistema Ciencia emergente: naturaleza y sociedad. ¿Por qué esta separación? ¿Cómo hacer de esta idea una necesidad material por parte del nuevo orden social? ¿Una forma de conocimiento concreta, materializada en el orden material?
Este primer conjunto de categorías disociadas obliga a establecer a la sociedad (una de ellas) como el cuerpo necesario para la gestión sobre la totalidad de los recursos naturales (una segunda). Esto crea una relación de dependencia entre los elementos adscritos a la naturaleza y las sociedades que se ordenan en torno a los recursos de extracción y producción derivados a partir de ella. Esta relación señaliza al cuerpo pensante humano como un sujeto vertebrador de la actividad productiva y lo distingue como un animal político económico que conforma todo el pensamiento necesario y la razón adscrita a la realidad, como representación del momento histórico sobre el que produce cadenas de valor, fruto de las capacidades técnicas instrumentales y de las habilidades que le permiten transformar al conjunto total de la materia, y en consecuencia, desarrollar un nuevo marco de categorías, una nueva forma de conocimiento.
III. Una tercera aproximación: el modelo de producción, una forma de conocimiento. Tendencias macro-económicas.
Señalar que el capitalismo atraviesa crisis regulares y recurrentes, muy profundas, es determinante para construir una síntesis teórica que nos permita comprender sus periodos y/o fases como paso imprescindible para establecer las nuevas estrategias. Es por esto que escogemos al artefacto Sistema Ciencia como el principal motor para el aumento de la composición orgánica creciente del capital, que es como K. Marx denomina al valor de los medios de producción [maquinaria, oficinas y otros equipos], que con el tiempo aumenta en relación al valor de la fuerza de trabajo [coste de emplear una fuerza de trabajo determinada].
Para entender esto debemos partir de un principio fundamental: el valor y el plusvalor solo son creados por el trabajo vivo, y esto se conforma ejercitándose sobre una tasa metabólica dependiente de un conjunto de tejidos [orgánicos e inorgánicos] coordinados para un fin. El objetivo principal del Sistema Ciencia no solo consiste en convertir todo el tiempo de vida de las masas en tiempo de trabajo, sino convertir toda la actividad metabólica en un aumento progresivo del beneficio y no en un aumento progresivo de la actividad productiva. Debemos detener nuestro análisis en este último detalle si queremos entender que la inversión del sistema capitalista solo puede conducir a una mayor composición orgánica del capital con el tiempo, en definitiva, para aplicar nuevos medios de producción que ahorren trabajo, si lo que se quiere es aumentar el trabajo vivo como única fuerza capacitada para generar mayor beneficio en menos tiempo.
También se debe destacar lo que en principio puede parecer una contradicción: es el Sistema Ciencia, con las tecnologías y los paradigmas que este incorpora constantemente, el que hace que la tasa de ganancia caiga con el tiempo a medida que la composición orgánica del capital aumenta, del mismo modo, o al mismo tiempo, que también hace que la tasa de ganancia aumente cuando la composición orgánica del capital se reduce o cuando la tasa de plusvalor aumenta más rápido que la composición orgánica del capital, del mismo modo que consigue aumentar la tasa de ganancia en una crisis.
El Sistema Ciencia es el orgánulo fundamental para el futuro inmediato de los modos de expropiación y explotación desarrollados por el capitalismo, ahora que se pretende alcanzar la siguiente etapa, expulsando y desterrando la actividad humana del trabajo productivo. Un hito que se manifestará en las próximas décadas gracias a la automatización del trabajo, fin inmediato de la robótica y la inteligencia artificial. Transformación que, por otra parte, dudosamente afectará a los sectores dedicados a la explotación de conocimientos más que en su beneficio. No podemos olvidar que la piedra angular del sistema capitalista es la extracción de la subjetividad productora, aquella perteneciente a una persona trabajadora, a través de su medio de producción. ¿Cómo abordar nuestro papel como resistencias productivas, ahora que se nos va a extirpar del medio, de nuestro actual nicho ecológico?
Advertir que el valor y el plusvalor solo son creados por el trabajo vivo y recordar que este no está contenido en unas fuerzas de la naturaleza inanimadas, invariantes, inmutables o inalterables, sino que es el desarrollo del conocimiento el que permite emerger las nuevas fuerzas vivas y, como consecuencia, naturalizar sus orígenes productivos como nuevos apéndices orgánicos, es lo que incorpora el matiz más relevante en la evolución vital de los organismos constituyentes de cualquier actividad productiva.
Como consecuencia al señalado anterior, nos conducimos de forma irremediable a plantear el problema en base a la aptitud que posee un objeto para satisfacer una necesidad. Porque, en síntesis, la cuestión no es si un nuevo apéndice artificial realiza la tarea de forma más eficiente, energéticamente hablando, que un animal [incluido el humano], sino que lo hace en menos tiempo y, sobre todo, sin ningún tipo de intervención, con funciones irremediablemente autónomas. “Derrochamos” ingentes cantidades de energía como precio a pagar por la liberación de las cargas de trabajo. El desarrollo del conocimiento es un tornado contra el discurrir en el tiempo del Capital, contra su existencia. De ahí que se desarrolle intramuros un Sistema Ciencia que racionalice el tiempo a los límites y espacios del capital. ¿Cómo se consigue esto?
Al determinar al tiempo como el principio rector de la extracción en la actividad metabólica, podemos observar cómo evolucionan los engranajes del capital analizando las tendencias de sus principales aceleradores, los préstamos de capital concedidos a las empresas a través de los mercados financieros o bancos centrales para recomprar sus acciones en Bolsa, a fin de aumentar la riqueza de sus accionistas de forma progresiva, sin ninguna intervención sobre el proceso de producción. Este suceso, si lo observamos detenidamente, nos permite comprobar la limitación de los modelos de expropiación y explotación que se ejercen desde el sistema capitalista en función a la involución obligada de sus relaciones de producción; hecho que provoca una aceleración progresiva en el incremento relativo de la masa ganancial, haciendo que se aceleren los ciclos depresivos del capital, como hito principal para la caída de la tasa de ganancia en un sistema. No existe tasa de retorno que pueda ser distribuida más allá del beneficio destinado al propietario, inversor, accionista o acreedor.
No podemos olvidar que ya contamos con una ley que establece una relación causal entre los distintos periodos de crisis recurrentes a lo largo de la historia, que permite señalar, de forma rigurosa, los requerimientos establecidos por el capital para aumentar primero las ganancias y luego la rentabilidad; y otra vez a la rueda, otra vez a empezar.
Un buen análisis sobre el desarrollo del conocimiento aplicado al modo de producción capitalista a través de sus invenciones nos permitiría analizar el comportamiento que hace que las ganancias comiencen a reducirse mucho antes que la inversión y que estas, las ganancias, puedan explicar los movimientos de inversión, mientras que no se encuentran evidencias de que la inversión pueda explicar ningún movimiento en los beneficios, tal y como apunta José A. Tapia Granados en Does investment call the tune? Empirical evidences and endogenous theories of the business cycle, sobre la tendencia de la actividad económica en EEUU a partir de 1947.
Del mismo modo encontramos un análisis de los datos en el periodo previo a la Gran Recesión de 2008-2009, en Michael Roberts, en el artículo sobre La teoría marxista de las crisis económicas en el capitalismo, que nos indica el orden en la sucesión de esta tendencia que conforma lo que podríamos denominar como ciclo. El “[…] Cambio en las ganancias tiende a ser seguido un año después por un cambio en la inversión en la misma dirección; y que un cambio en la inversión es generalmente seguida en pocos años por cambios en los beneficios en la dirección opuesta”. Para afirmar que:
Del hecho de que la rentabilidad se estancó en 2013 y disminuyó en 2014 (y ahora la masa de ganancias en 2015) después de crecer entre 2008 y 2012, se puede concluir con cierta seguridad que una recesión de la economía estadounidense, que será también parte de una crisis económica mundial como la Gran Recesión, volverá a ocurrir en los próximos (Roberts).
Cuando las empresas tienen que acudir al mercado para hacer solicitudes de préstamo para comprar obligaciones emitidas por otras empresas privadas o títulos públicos, reseñan la incapacidad del capital de regenerarse fuera de los límites de explotación del trabajo producido, en todo su cadena de dependencias, incluido el reproductivo [así denominado]. No nos parece nada sorprendente ver cómo compañías como Apple acumula “en 2017 créditos sobre otras empresas por un montante de 156 millardos de dólares, lo que representa el 60% del total de sus activos” (Financial Times, 2017). O “Como Ford, General Motors y General Electric compran igualmente deudas de otras empresas. El 80% de los activos de Ebay y el 75% de los activos de Oracle son créditos sobre otras empresas” (Toussaint, 2017).
IV. Una cuarta aproximación. Autómatas orgánicos y las nuevas fuerzas vitales destinadas a la producción
Si establecemos una sucesión que va desde la constitución de clase por necesidad material histórica (apropiación de los medios – monopolio de la producción – especialización subordinada al modo de producción a través del establecimiento de unas relaciones productivas – explotación sobre el establecimiento de los insumos salariales como modelo de regulación legalmente constituida frente a las formas de propiedad – suplantación cibernética como nueva fuerza viva – erradicación de la clase materialmente necesaria), encontramos que el hábitat del capitalismo en el tiempo límite que va a desarrollar en la historia se ha conformado para aniquilar el mundo vivo y todos los grados de subjetividad que pueden producir sus sujetos colectivos.
En el estadio presente y progresivo, los automatismos se incorporan al capital como un apéndice cibernético, un nuevo organismo vivo, quimérico. De esta forma, tenemos una nueva subjetividad humana a la que expropiar, dado que este producto ciborg (la fusión productiva, más no equitativa, de la máquina con lo humano) es la consecuencia del desarrollo de un apéndice del capital, sea este, la clase obrera. En consecuencia, al regular la explotación del ciborg, estableces el nuevo modo de explotación de la clase obrera, mientras esta no determine que el ser robotizado (en contrapunto a su reflejo el ser humano) es un órgano propio de su metabolismo productivo. Hay que saber determinar las fronteras de nuestros atributos, nuestras extensiones corporales, para establecer las relaciones de propiedad con el medio socio-natural.
En consecuencia, el capital se queda con un organismo con un metabolismo propio, sin la necesidad de la subjetividad de un ser vital. Es terrible saber que nos han expropiado un dedo, una mano, una víscera colectiva, una entraña, un cuerpo propio para poner fin a nuestra necesidad histórica y del torpe y miserable uso que han de nuestra información en su ordenación. El capital quiere prescindir de la clase obrera, y en consecuencia, de la mayor constructora de subjetividad en el proceso evolutivo de los organismos a lo largo de la evolución. El problema por tanto no es que no haya trabajo y subsecuentemente no haya clase trabajadora, es que debemos construir una ontogenia asociada a las funciones de la clase trabajadora y desarrollar un ambiente cognoscible [trabajo] como única forma de evolucionar. La ciencia, por tanto, no solo emergió por la necesidad material de una burguesía, sino para crear las necesidades metabólicas de una clase social subsumida de la que depende su mantenimiento; con el único fin de hacer desaparecer nuestra resistencia vital para ser esclavos de la miseria.
Una necesidad metabólica que ha incorporado al suceso inherente del mantenimiento de la vida, una razón de dependencia bajo esta forma de expropiación, reduciendo al trabajador a un mero contenedor de su fuerza de trabajo, sin capacidad de juicio, de decisión, de acción. Un autómata orgánico anclado a una cadena, un sistema de producción, con la resistencia subjetiva como único vehículo de transformación. Quién sabe si con ayuda de nuestros propios órganos producidos, podremos manejar nuestro porvenir. Cuidado, por tanto, con los agoreros de la Renta Básica Universal y el Trabajo Garantizado, ambos son productos ilustrados de la postmodernidad de una burguesía a la que ya no le quedan propiedades que expoliar. ¿Una estrategia anestesiante para transformar la subjetividad obrera en uniformidad consumidora, una clase ya no productora sino movilizadora de capitales? Van a por nosotros, los seres vitales.
El Sistema Ciencia permite hacer que el mismo incremento de la productividad que presiona hacia la caída de la tasa de ganancia, favorece el aumento de la masa de ganancia. Entendemos que, en este ejercicio, no se ha señalado adecuadamente a la Ciencia como la principal responsable de este proceso de contracción, que hace de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia la “ley más importante de la economía política”, según K. Marx.
Bajo el paraguas de este sistema productivo y de sus relaciones de producción, al capitalismo no le cuesta nada la Ciencia, los recursos se extraen, en su totalidad, de los estratos de clase a los que expolia y aniquila, ya sea a través de los impuestos aplicados sobre la Renta o/y del trabajo expoliado en la propia cadena de producción, dado que estos son los dos modos que garantizan una cobertura para los rescates realizados a las entidades financieras con las que se ejerce la especulación en las distintas formas jurídicas corporativizadas. ¿Qué resultado obtenemos, si a esto se suma el dato, de que los principales productos [hitos], los más transformadores para la cadena de valor, los explotados por las grandes compañías privadas, provienen de recursos públicos, a través de las agencias de las principales naciones-Estado?: “El Estado surge en el sitio, en el momento y en el grado en que las contradicciones de clase no pueden objetivamente, conciliarse. Y viceversa: la existencia del Estado demuestra que las contradicciones de clase son irreconciliables” (Lenin, 1917).
Al señalar el origen de la promoción cognoscible del capital, a través de los apéndices científico-técnicos que conforman el Sistema Ciencia en los Estados, y situar al Estado como “el producto y la manifestación del carácter irreconciliable de las contradicciones de clase”, señala 1) el papel de este como promotor principal de la represión frente a alguna de las clases sociales y2) al instrumento articulador de lo posible, de lo realizable para el estrato de clase al que sirve. Un Sistema Ciencia que se articula en torno a las formas del Estado nación y no de las corporaciones de las que se sirve el sustrato de clase al que representa el Estado. Cuando tres cuartas partes de los fármacos de alto impacto han sido investigador en laboratorios públicos pero son explotados por corporaciones privadas, es garantía para el cumplimiento de la voluntad de las formas de poder legitimadas por el Estado, es el seguro de los propietarios. Del mismo modo que toda la tecnología que hace del iPhone un teléfono inteligente es deudora del apoyo de un Estado, particularmente de las agencias más corrosivas como DARPA o la CIA [ver libro El Estado emprendedor, RBA 2014, para el catálogo]. El orden interpretativo que se suele establecer para entender las dependencias hegemónicas y las formas de legitimación en una estructura socializada, suele analizarse desde la posición que sitúa al modo de organización: asociación civil, partidos políticos, agrupaciones, empresas, etc., en base a la relación de deuda con las entidades financieras, como si estas corporaciones privadas fueran las que ejercen el poder, cuando la realidad señala que son las formas orgánicas [organizativas] las que se adaptan a las formas represivas de un Estado. Da igual que contraigas deudas o no con una misma función, el mismo Estado represor. Las corporaciones son apéndices, atributos, órganos, al igual que los denominados medios de información.
La transferencia de capitales es la base de la llamada “transferencia de conocimiento”, un circuito en el que las inversiones públicas y privadas se interrelacionan con un resultado común, la producción de un conocimiento rentabilizable desde el marco de la competencia económica. La explotación de patentes públicas es considerada por las principales Agencias Nacionales como, no ya la principal, sino la única forma de transferencias legalmente constituida. Del mismo modo, la inversión de capital público en investigación y desarrollo desde empresas privadas supone cerca de la mitad del presupuesto estatal en I+D+i. Una cifra que solo puede crecer, dada la tendencia y los últimos movimientos. Al tiempo que el FMI “reprocha a España la escasa ayuda a la I+D privada”, desde el Gobierno se reducen los presupuestos de investigación pública en tanto que se invierte en la creación de una Agencia Estatal con un presupuesto propio que integra créditos de otros programas de investigación, así como una inversión de 500 millones de euros en la creación de una Red de Transferencia Tecnológica, con el objetivo de espolear la investigación aplicada a través de fondos públicos y de la industria privada. La ciencia constituye un movilizador de activos enorme, desde el presupuesto público al beneficio privado. Un círculo que se cierra con el higienizante tráfico de intereses que suponen las donaciones, programas y convenios desde fundaciones constituidas como mecenas con dudosos intereses humanistas. Que grandes fundaciones, como la de Amanda y Bill Gates, la “fundación privada de caridad más grande del mundo”, acusada reiteradamente de tener un corte eugenista, inviertan millones de dólares en una división del Ejército de Estados Unidos, para el desarrollo de una tecnología de manipulación genética a escala poblacional [los llamados gene drivers], basada en investigaciones públicas, por cierto, quizá nos permita apuntar algo más sobre la naturaleza de los intereses subyacentes tras las inyecciones de capital que se dan en sendos sentidos.
El conocimiento científico es un poder en sí, tanto como una herramienta para la planificación, el estudio y el ordenamiento de las acciones estratégicas. Una necesidad en un escenario de conflicto permanente. Noción que puede quedar reforzada por la distribución desigual de los fondos europeos para la investigación, dirigidos esencialmente a cumplir con aquellas estrategias básicas de control poblacional (senescencia, enfermedad, migración, alimentación), gestión de los recursos (fuentes de energía, producción alimentaria, reciclado, Smart cities) y competencia (desarrollo de productos y patentes que retroalimenten el sistema). La ciencia está muy lejos de ser un órgano aséptico. Qué se investiga, quién investiga y cómo se investiga depende de algunos factores subjetivos internos y, sobre todo, de muchos factores objetivos y planificados.
V. Una quinta aproximación. Tratamiento en los medios de comunicación. La ciencia y la tecnología como constructoras de consenso para el instrumento mediático
Intentemos poner un primer ejemplo que nos permita visualizar esta realidad a través del tratamiento que hacen los medios de comunicación con relación al Sistema Ciencia. Nunca os habéis preguntado: ¿qué hace que consideremos las noticias de los medios de comunicación asociados a los grandes grupos y/o consorcios editoriales una auténtica aberración manipulativa cuando se refiere a política, opinión y/o sociedad, pero nos parezcan neutras en relación a la divulgación científico académica?
No parece que nos alarmemos lo más mínimo cuando los medios de comunicación publican grandes resultados científico-técnicos y se hacen eco de las palabras de las personalidades más destacadas de este ámbito para dotar, a los resultados publicados, de una veracidad necesaria. ¿En qué dirección caminan los grandes grupos mediáticos cuando deciden publicar un determinado tipo de resultados científicos y no otros? ¿Con qué propósito lo hacen? ¿Qué encuentran en la actividad científica como espacio articulador y posible mantenedor de las dependencias del mismo orden social para el que trabajan, incorporando útiles y herramientas? ¿Qué encuentra la mediocracia en lo que podríamos denominar Sistema Ciencia?
Podríamos empezar a señalar cada uno de los casos que son tratados de forma homóloga por estos grandes consorcios y elaborar una síntesis sobre el compromiso y la responsabilidad real del uso que se realiza de las herramientas mediáticas, como una necesidad fundamental para poder ejercer el poder legalmente constituido. Esta homología, que pareciera señalar a la denominada Ciencia como un elemento neutro para el establecimiento y/o desenlace de las identidades sociales y la aleja de las determinaciones de la economía política, en realidad, nos permite visualizar la relación que se establece entre los artefactos y artilugios comunicativos y los modelos de producción, una entidad productora de relatos, narraciones, cuentos, crónicas, descripciones, informes o exposiciones, que parece encontrar el equilibrio social en secciones dedicadas a las ciencias y las tecnologías, como la hacedora auténtica de consensos de entre todas las relaciones derivadas del sistema productivo sobre el que nos desarrollamos.
La ciencia consigue desarrollar el criterio articulador que relaciona a los sujetos con las relaciones de producción. Los medios son los vehículos principales para la reproducción de estos criterios en el contexto social, datando de forma al conocimiento. Una persona puede ser socialista, indecente, chusma, buena, mala para A3Media; solidario, consumista, ecologista, de derechas, de izquierdas para PRISA, o postmoderno, ecoyupi, feminista o fascista para Mediaset, pero es un sujeto homogéneo y determinado para todos ellos cuando debemos articular una sentencia verdadera bajo el paraguas de esta ciencia.
Solo a través de estos medios, usados, se tiene la posibilidad de construir sentencias que dotan de sentido a una realidad que debe ser verdad. A esto se suma la manipulación de los resultados científicos y el establecimiento de síntesis pueriles, fútiles y deformadas que toman parte en la construcción de los relatos mediáticos, vulgarizándolos hasta hacerlos irreconocibles. Esta combinación incapacita la función de esclarecer y dilucidar si son sentencias realmente calificables; es decir, si existe o no posibilidad de generar una contradicción haciendo uso de argumentos y razones con relación a lo que se sostiene bajo sentencias; en definitiva, siendo máximas o principios no verificables [incalificables] bajo nuestro actual marco lógico.
Sin poder calificar de verdaderas o falsas las sentencias difundidas por los órganos designados para la difusión, distribución y comercialización de la información, la única sentencia, ahora de justicia, que se puede conformar, es nítidamente clara: la ciencia es falsa ciencia, pseudociencia. Y es que podríamos establecer una hipótesis que predijera que el 98% de los instrumentos mediáticos [comunicacionales], con independencias de su identidad soberana, trabajan para el Estado de las cosas legalmente constituidas. Y esta formulación podemos observarla fijándonos en el apartado dedicado a la ciencia y sus “gastroderivados informativos” destinados a la divulgación, que ahora nos atrevemos a señalar como construcciones de un mismo sistema.
El desarrollo del conocimiento nos ha dotado de la capacidad de establecer síntesis sobre los fenómenos físicos y/o los procesos producidos en la naturaleza. Esto establece un conjunto de reglas que nos permiten realizar el mínimo volumen de ensayos necesarios para conocer; abstrayéndonos, haciendo uso de una multitud de lenguajes, desde el espectro de los naturales a los formales. Esta razón establece relaciones que no necesitan reproductibilidad (1) constante de los fenómenos físicos para alcanzar un grado de conocimiento. Generamos hipótesis, teorías y leyes que nos permiten comprender los sucesos materiales y codificar las inercias de los sistemas donde discurren. Y es aquí, en la clasificación sobre los contenidos necesarios, donde los medios se aplican realizando un mantenimiento de las inercias de un sistema.
Podemos decir que esta homología en el tratamiento de la información científico académica por parte de todos los consorcios editoriales y mediáticos como subordinados de los aparatos político económicos que los sustentan determina una isotropía, manteniendo así unas propiedades idénticas con la independencia de las direcciones en la que sea examinada, una estabilidad entre la totalidad de formas de representación dentro del orden social en el que desarrollamos nuestro metabolismo.
Son los medios del poder los que perpetúan nuestra frontera intelectual como garantía de porvenir de un sistema patriarcal ignorante que hace de la ciencia un apéndice de legitimación de la barbarie.
VI. Última aproximación. Síntesis y cierre categórico
El planteamiento actual nos arrastra a una realidad que nos aleja del marco lógico deseable para las clases oprimidas, mientras nos aproxima, irremediablemente, al final del modelo productivo del sistema capitalista burgués. Un modelo que ha garantizado las propiedades reproductivas de un orden social, que aniquila las formas de conocimiento desarrolladas durante la historia material para garantizar una muerte programada para las clases explotadas. Esta forma de explotación ya ha alcanzado el siguiente límite y los monopolios de Estado ya están planteando los escenarios que permiten dotar de continuidad a su modelo.
Ahogados los oprimidos esperan a sintetizar un instrumento que reproduzca fenómenos naturales en un laboratorio propiedad de aquella racionalidad que le oprime, condenando así las dimensiones de una conciencia construida a través del ejercicio teórico desarrollado por los cuerpos orgánicos durante la evolución, limitando su quehacer funcional a las formas impuestas por las causas legalmente constituidas, en el orden social hegemónico.
Referencias bibliográficas:
Debt Collectors (2017). Financial Times, 16-17 de septiembre.
Lenin, V. I. U. ([1917] 2007]. El Estado y la revolución. Madrid: Alianza Editorial.
Marx, K. ([1867] 1999). El Capital. México DF: FCE.
Toussaint, E. (2017). “La montaña de deudas privadas de las empresas estará en el corazón de la próxima crisis financiera”. En CADTM, 20 de noviembre.
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