12.1 Conceptos fundamentales del Materialismo Político (I)
Por Mariano Utín
Resumen: El Materialismo Político (MatPol) es un sistema filosófico en construcción propiciado por el politólogo Santiago Armesilla, que consiste en la concepción materialista de la vida política. Resultante del entretejimiento y fusión del Materialismo Histórico de Marx y el Materialismo filosófico de Bueno, su objetivo es la comprensión material, plural, concreta, dialéctica, histórica y política de la realidad, para, a través de su implantación política en sentido fuerte, en un Estado-nación de escala civilizatoria o imperio generador, transformarla en sentido radical a la mayor escala zootrópica-antrópica posible. Marx construyó su crítica y su sistema filosófico invirtiendo a Hegel y Bueno hizo lo mismo con Marx para purgar del marxismo lo que todavía, según él, arrastraba de idealismo. Armesilla, por su parte, propone una lectura de Marx desde Bueno para, mediante la fusión de ambos sistemas, recuperar el nervio revolucionario del marxismo. Para ello, en su libro “La Vuelta del revés de Marx”, se lanza a la construcción de una nueva ontología. En este artículo se pretende sintetizar dicha ontología.
Palabras clave: Materialismo Histórico, Materialismo Filosófico, Materialismo Político, Ontología, Materia, Dialéctica, Marxismo.

I. Introducción
Cuando hablamos de Materialismo político hablamos de filosofía, pero ¿qué es la filosofía?
La filosofía es un saber crítico, sistemático, metódico que se pregunta por lo que existe y por el fundamento de lo que existe. En el caso del Materialismo Político, se va constituyendo como una concepción antropológica del mundo, como la construcción de un mapamundi, un GPS que nos ayude a entender de manera crítica la realidad, para la elaboración de una teoría que nos sirva como una guía para la acción.
Entonces ¿Cómo pensar la filosofía?
1) ¿Cómo una disciplina que estudia los entes teoréticamente?, es decir ¿Cómo una actividad reflexiva gnóstica puramente teórica de los entes y los fenómenos que acontecen con la sola finalidad de conocerlos y clasificarlos?
O por el contrario,
2) Como una actividad crítico-reflexiva sobre la realidad material, plural, histórica y dialéctica del ser y de los fenómenos históricos de la praxis humana con el objetivo de modificar y transformarla.
La opción 1 nos lleva a entender a la filosofía como una actividad contemplativa y pasiva en la que se pretende conocer la realidad como fin en sí mismo, es decir, “conocer por el solo hecho de conocer”, y en esto está “la academia” y sus academicistas. En cambio, en la opción 2 la actividad de la reflexión filosófica esta en conocer la realidad y su devenir para comprenderla con el objetivo de usar dicho conocimiento para que, como sujetos corpóreos de la praxis, seres humanos, en definitiva, podamos transformarla.
Desde el Marxismo, como concepción materialista de la historia, del quehacer humano, en sentido histórico-político, y desde el Materialismo Político, nos decantamos por la segunda opción. Concebimos a la filosofía como un saber (de 2do grado) cuya razón de ser no es el conocimiento en sí mismo sin otra utilidad que ser conocimiento (es decir, un gnosticismo), sino, como conocimiento que sirva como herramienta para, a través de su implantación política, transformar la realidad.
La idea de una filosofía crítica y materialista debe estar inmersa e implantada en el aquí y ahora, y necesariamente mantenerse en contacto con las ciencias positivas del presente. A su vez ha de reclamar un lugar importante en la educación para los hombres. Tal filosofía crítica trataría de implantarse en ciencias particulares, en partidos políticos, en sindicatos, en el ejército e incluso en grupos religiosos. Debería tener una implantación social tal que su continuidad pudiera quedar asegurada en su desarrollo histórico.
La concepción política de la filosofía crítica mostraría al filósofo, también como miembro de una sociedad política, como ciudadano de una Polis, como miembro de una clase social, como alguien inserto en el Universo-Mundo y que, al mismo tiempo, trata de comprenderlo y de transformarlo. Si bien todos los hombres son a su manera filósofos y hacen filosofía, no todos pueden ser filósofos académicos. Pero, aun así, la concepción política de la filosofía debe elevar a los hombres en sus capacidades operatorias con el Universo-Mundo, sin destruir la filosofía popular, al contrario, nutriéndose de ella, pero sin confundirse con los mitos oscuros y confusos del pensar silvestre.
Gustavo Bueno (filósofo español) en su ensayo “¿Qué es la Filosofía?” llega a afirmar que dentro del eje circular del espacio antropológico (que ya veremos y explicaremos más adelante) de su ontología, ambos materialismos – el histórico y el filosófico - se aproximan tanto hasta confundirse en uno solo. (el eje circular del espacio antropológico donde los hombres se relacionan entre sí a través de las cosas que ellos producen, son las relaciones de producción en Marx)
Sin ser monista (monismo: postura que afirma que “todo está conectado con todo” y que existiría solo un género de materia), tanto el materialismo filosófico de Bueno, como el histórico de Marx y el político de Armesilla, postulan la inagotabilidad de la materia y su pluralidad. Es decir, todo lo material es real y todo lo real es material. Y esa realidad material es infinita y plural.
II. ¿Por qué Materialismo? ¿Por qué Político? ¿Qué es el Materialismo Político?
El Materialismo Político es la concepción materialista de la vida política propuesta por el politólogo Santiago Armesilla, producto de entretejer y combinar en una fusión nuclear los dos átomos ligeros consistentes en el materialismo filosófico de Gustavo Bueno (reforzado en su conexión con el materialismo histórico y purgado de sus elementos nihilistas, gnósticos y teoreticistas) con el materialismo histórico de Karl Marx (purgado del materialismo dialéctico soviético). Es decir, fusionar los sistemas filosóficos de Bueno y Marx para alumbrar una nueva filosofía que actualice, sistematice y revitalice la potencia revolucionaria y transformadora del marxismo despojándolo de los elementos deterministas, teleologicistas, naturalistas, economicistas y monistas del Diamat soviético, de los elementos idealistas e hipercríticos de los marxismos occidentales y de los neomarxismos y postmarxistas contemporáneos.
Materialismo: porque niega la posibilidad de entes inmateriales y conciencias incorpóreas.
Político: porque la racionalidad humana es producto de la vida política. Es imposible el desarrollo de los saberes de 1er grado (técnicos, tecnológicos, científicos, antropológicos, políticos, matemáticos, físicos, biológicos, etc) como así los de 2do grado (la filosofía) fuera del marco de las sociedades políticas. Pero además porque su objetivo, al contrario de todo tipo de gnosticismo, es su implantación política para transformar la realidad.
Nuestra concepción materialista de la vida política (materialismo político) se opone frontalmente tanto al espiritualismo mundano que estudian los antropólogos o los sociólogos (el oscurantismo plebeyo, el “misterio” popular, las “ciencias” ocultas, el tarot, la superchería en general, etc), como al espiritualismo académico, filosófico (idealismo-metafísica) o teológico. Y decimos que se opone a todo tipo de espiritualismo porque el sustancialismo metafísico es imposible por contradictorio, ya que eterniza, absolutiza e inmoviliza determinadas morfologías del Universo, separándolas del entramado estructural o causal en que necesariamente están insertas, dándole una contradictoria e imposible autonomía. No puede tener autonomía la conciencia al margen del cuerpo. Las ideas sustancializadas, no dialécticas, hipostasiadas metafísicamente, sólo son ideas filosóficas llevadas al límite en totalidades imposibles, con una racionalidad metafísica que se revela como una pseudo-racionalidad corrupta que se da de bruces con la realidad efectiva. Así ocurre con la idea de Dios, espíritu, fantasma o utilidad marginal.
El materialismo será toda corriente que niegue la posibilidad de conciencias incorpóreas. Para el materialismo la conciencia no solo implica corporeidad, sino también vida con un sistema nervioso desarrollado en un organismo que sea capaz de percibir y operar sobre el Universo-Mundo.
Rechazará por lo tanto, el idealismo en general, el subjetivismo, el individualismo y el solipsismo.
Nuestro materialismo político afirma a nivel ontológico que el Cosmos, en su totalidad, ha sido, es y será material. Pero en dicho Cosmos no solo existe la materia corpórea fisicalista, sino que se encuentran otras dimensiones ontológicas de materialidad.
¿Pero cuando hablamos de “nivel ontológico” a qué nos referimos?
¿Qué es la Ontología? Recurriendo al filósofo argentino Adolfo Carpio podemos decir que: La Ontología es la disciplina que estudia a los entes, es decir a “lo que es”, a lo que existe y lo que hace que los entes sean: el Ser.
Esta disciplina enuncia una serie de principios a través de la Lógica Formal que se denominan “principios ontológicos” que aplican a todos los entes y estos son:
1-El principio de Identidad: Todo ente es idéntico a sí mismo. (A es A)
2-El principio de (no) contradicción: Ningún ente puede ser y no ser el mismo al mismo tiempo (A es A y no puede dejar de ser A)
3-El principio del tercero excluido: Todo ente tiene que ser idéntico a sí mismo y no puede ser otro al mismo tiempo. (A es A y no puede ser B)
4-El principio de Razón suficiente o Fundamento: (Principio de Leibniz) Todo tiene su razón de ser.
Entonces, cuando nos referimos a la Ontología, nos referimos a estudiar “lo que es”, lo que existe, es decir a la realidad en desarrollo y a su fundamento.
¿Pero cuando decimos “a lo que existe” a qué nos referimos?
Nos referimos a todas las cosas que existen, es decir a las cosas físicas como a una silla, un árbol, una casa; como así también a las cosas que no tienen cuerpos pero que también existen como a los sentimientos de amor, de tristeza, de alegría, a los sueños que son de la dimensión psicológica; como así también a las ideas, a los números, a los teoremas que ya son de una dimensión lógico-abstracta.
III. Ontología del Materialismo Político
El Cosmos (La Realidad en sentido lato) es una pluralidad infinita real material de contenidos, de entes, co-determinados en Symploke donde algunas cosas están conectadas entre sí y otras no.
Nuestro materialismo afirma que el Cosmos en su totalidad ha sido, es y será material. Pero que en dicho Cosmos no solo existe la materia corpórea, es decir, no se reduce a mero “corporeísmo fisicalista”. O sea, no solo existe un género de materialidad sino múltiples géneros.
La parte del Cosmos en la que y sobre la que nosotros como sujetos corpóreos cognoscentes prácticos operamos la llamamos Universo-Mundo. Es “el mundo conocido”. (en terminología de Gustavo Bueno sería “Materia Ontológica Especial” (Ms) )
La parte del Cosmos que está en el límite del Universo-Mundo, es decir, la parte del Cosmos que no conocemos (y que podremos conocer conforme avance nuestro bagaje científico tecnológico pero que al ser infinita jamás podremos conocer en su totalidad) la llamamos Ser Material Trascendental. Es “el mundo desconocido o por conocer”.
El materialismo de Gustavo Bueno se dice pluralista y postula la unicidad del Universo (Cosmos) como el desarrollo de la materia denominada por él como “Materia Ontológica General” (Mi). En el Materialismo Político Armesilla la llama Ser material Trascendental, que es la materialidad existente, el ser (que se opone a la nada), que trasciende al Universo-Mundo, que no conocemos (en los términos en que “conocimiento” significa capacidad para operar, capacidad de realizar operaciones con el o los elementos).
En resumen, tenemos una totalidad plural material real infinita llamada Cosmos que a su vez contiene una parte “desconocida” llamada Ser Material Trascendental (S) y otra parte “conocida” donde nosotros como sujetos operamos que llamamos Universo-Mundo (U).
Entre estas dos partes de La Realidad nos situamos nosotros (como sujetos corpóreos vivos cognoscentes-prácticos) como el eslabón de unión, como nexo entre (S) Y (U): el Ego Trascendental (E).
Por lo tanto, la ontología del materialismo político comprende una realidad material plural que denomina Cosmos que engloba y está constituida, a su vez, de 3 partes interconectadas en Symploké dentro de la misma y que se necesitan unas a otras para entender dicho cosmos, a saber:
1-El Universo-Mundo (U) o “mundo conocido”
2-El Ser Material Trascendental (S) o “mundo desconocido”
3-El Ego Trascendental (E) o “el hombre” en términos históricos, políticos y colectivos, y su capacidad operatoria, cognoscente-práctica.
Éste último, el Ego trascendental, es la conciencia demiúrgica del Universo-mundo. Pero ¿qué queremos decir cuando decimos “demiurgo”? El demiurgo (que significa “creador”) es el sujeto de la praxis que con sus capacidades operatorias transforma la realidad y le da forma al Universo-mundo.
Pero esa “conciencia demiúrgica” NO es una conciencia metafísica, sino, material, compuesta por: a) un sujeto corpóreo cognoscente-práctico, colectivo, social vivo y b) el conjunto de disciplinas categoriales de conocimiento elaborados en el marco de las sociedades políticas por esos mismos sujetos.
Éste Ego Trascendental es homologable al sujeto corpóreo de la praxis de Marx y en la construcción del Universo-mundo por parte de ése sujeto a través de las operaciones con los elementos de la naturaleza tendremos su núcleo ontológico. Esa operación, a través del trabajo (manual e intelectual) humano es: la producción (elemento ontólogico central en Marx). El Ego Trascendental es ése ser viviente-cognoscente colectivo que funciona como “eslabón” entre el Ser Material Trascendental (al que nunca llegará a totalizar por ser éste infinito y el Ego, por el contrario, finito), y el Universo-Mundo al que aprehende, comprende, categoriza y transforma.
En Marx ése Ego Trascendental se agrupa y clasifica según su relación con la propiedad de los medios de producción y sus relaciones de producción en clases sociales.
Dentro del Universo-Mundo, dónde opera, se desenvuelve y se desarrolla el Ego Trascendental, existen 3 dimensiones de materia:
1) DU1 = Dimensión Ontológico- Material Física-corpórea sería “todo lo que esta fuera de la conciencia”, los fenómenos del mundo físico, corpóreo. ej: la casa, la silla, el sol, los virus, las ondas electromagnéticas, los sonidos, etc. Estos se caracterizan por ocupar espacio y tiempo. (es la dimensión equiparable al género de M1 de Gustavo Bueno)
2) DU2 = Dimensión Ontológico- Material Psicológica sería la dimensión donde se constituyen los procesos reales in-espaciales pero sí temporales, lo que esta “dentro de la conciencia”, los fenómenos del mundo psicológico, internos a nuestra psique. ej: las emociones, los sueños, las ideologías, etc. (es la dimensión equiparable a M2 de G. Bueno) y por último…
3) DU3 = Dimensión Ontológico- Material Lógico-Abstracta donde se agruparían los entes in-espaciales e intemporales como por ej: las ideas filosóficas, los conceptos científico-categoriales, los números, los teoremas, que si bien son abstractos necesitan de una materialidad pensante para ser constituidos, para ser “pensados” (es la dimensión equiparable a M3 de G. Bueno).
Descriptas estas 3 dimensiones ontológicas de la materia cabría preguntarse si existe la posibilidad de una 4ta dimensión de la materia, espacial e intemporal, o acaso más dimensiones de materialidad. Desde el Materialismo Político sostenemos que a causa de la multiplicidad infecta, infinita e inacabada de la materia (como todo lo que es, fue y será) se podrían contemplar más dimensiones ontológico-materiales que las descriptas.
Estas 3 dimensiones óntico-materiales existen en nuestro mapamundi materialista en tanto podemos operar sobre los fenómenos y estructuras que en ellos se encuentran y además se entretejen dialécticamente entre sí en Symploké. Y además las 3 dimensiones óntico-materiales son racionales en tanto podemos operar sobre ellas (la racionalidad materialista implica operaciones, y percibir estos fenómenos y estructuras es de por sí una operación racional)
Ahora bien, deberíamos aclarar la idea de Symploké que venimos utilizando, y que para el Materialismo Político es fundamental para entender cómo se relacionan las partes de materialidad dentro de su ontología.
Platón en su obra El Sofista, define la idea de Symploké como el entretejimiento, enfrentamiento y/u oposición de las ideas, las cuales son los elementos de análisis propios de la filosofía. La idea de Symploké, por tanto, se opondría al monismo (“todo está conectado con todo”), como al pluralismo radical (“nada está conectado con nada”), afirmando que no todo está conectado con todo, pues unas cosas están conectadas con unas cosas y otras cosas no están conectadas con otras cosas.
También Platón en la misma línea establece la relación entre Symploké y las ideas filosóficas de reposo y movimiento, ya que si nada estuviese conectado con nada no habría ni reposo ni movimiento y si todo estuviese conectado con todo el reposo y el movimiento serían lo mismo, con lo cual ninguno de los dos sería nada.
Solo la idea de Symploké permite, a nivel ontológico-filosófico, entender las situaciones de reposo y de movimiento que, conjugadamente, pueden experimentar los fenómenos que se dan en el Cosmos.
Marx construye su ontología contra el sistema filosófico hegeliano (y el idealismo alemán en general) teniendo rupturas – es materialista en contraposición al idealismo hegeliano- y continuidades en caso de la Dialéctica hegeliana. Gustavo Bueno, a su vez, construye su sistema filosófico contra el Diamat soviético, filosofía oficial de la extinta URSS, (monista, teleológica, determinista, economicista, naturalista y gnóstico) siendo pluralista, no determinista; y además contra el idealismo y contra el espiritualismo teológico siendo materialista y dialéctico.
Bueno ofrece una ontología materialista construida geométricamente, por medio del análisis regresivo de las conciencias científicas, políticas y mundanas del aquí y ahora, dadas como hechos históricos y en continua reformulación (dado el carácter inacabado e infecto de la realidad) y en las que se realiza la idea objetiva de materia de diversas maneras hacia los componentes trascendentales de todas las conciencias (los saberes) de 1er grado (como sistemas conformados por ideas y teoremas que están por encima o segregados de la voluntad de quienes los utilizan).
Ese aquí y ahora, donde se sitúa la filosofía materialista, debe ser analizado, triturado, para ser transformado, para realizar la filosofía materialista a nivel político.
El criterio de potencialidad de la ontología materialista y por lo tanto del Materialismo Político, estará, en buena medida, dado por la capacidad de ésta ontología de incorporar conceptos científicos-categoriales de las ciencias naturales, como de las formales o de las sociales más avanzadas del momento, como así también, incorporar críticamente ideas de otros sistemas filosóficos (partes materialistas de los gnósticos, como así también idealistas dándoles la vuelta del revés como a la dialéctica hegeliana).
El Materialismo Político – la concepción materialista de la vida política – será revolucionario en tanto que la acción derivada de los propios sujetos operatorios (Ego Trascendental) se dirija a las conciencias de los sujetos y a la transformación de su entendimiento, como así también situados en el aquí y ahora del Universo-Mundo interviniendo en él para transformarlo.
Nuestra ontología materialista se puede interpretar como un mapamundi, una representación cartográfica racional del Cosmos y sus partes dadas a nuestra escala zootropica-antrópica. Un mapamundi construido sobre otros mapamundi anteriores también míticos, pero luminosos y racionales, y críticos. Ese mapamundi se va ampliando al tiempo y a medida que el Ego Trascendental (el sujeto de la praxis de Marx) amplía la escala zootrópica-antrópica de Universo transformándose, al mismo tiempo, a sí mismo. Es decir, a medida que el ser humano, dotado de su capacidad de producción material y de conocimiento, avanza en su actividad de producción, va ampliando el horizonte conocido y, también, va ampliando su mapamundi a la vez que lo transforma y se transforma a sí mismo.
III.1. Ego Trascendental. Su importancia.
La concepción materialista de la vida política es uno de los múltiples itinerarios abiertos a los hombres, una posibilidad entre tantas. Pero además es un itinerario en sí, no para ensimismarse en él, sino sobre todo para, partiendo de su cartografía, transformarla, transformando el itinerario que representa.
El Ego Trascendental en nuestro materialismo político es la conciencia demiúrgica del Universo, no metafísica sino real, operatoria, positiva y derivada de los sujetos concretos. Es decir, el Ego Trascendental es, por un lado, el sujeto corpóreo cognoscente, “el hombre” (sujeto corpóreo finito operatorio racional dotado de un sistema nervioso desarrollado) y por otro lado, las disciplinas categoriales que ha logrado conformar históricamente partiendo de la vida política. Resumiendo: el Ego Trascendental es El Hombre y sus conocimientos, ambos situados y conformados históricamente en sociedades políticas.
Así el Ego Trascendental es el eslabón demiúrgico (el sujeto activo que conoce, que produce y crea) entre el Universo-Mundo (mundo conocido) y el Ser Material Trascendental (mundo desconocido-por conocer), al cual nunca llegará a totalizar y al mismo tiempo lo es del mapamundi que le ayuda a producir la ampliación de sus conocimientos.
La producción, por parte del Ego Trascendental, del Universo-Mundo produce nuestro mapamundi y la producción de nuestro mapamundi obliga a la transformación del Universo-Mundo y a su vez del Ego Trascendental.
Este Ego trascendental ha tenido representación en la Historia, desde el nous pathetikos de Aristóteles a la figura de Jesucristo en el cristianismo, pasando por su desarrollo en Santo Tomás, Hume, Berkeley, Fichte, Schopenhauer, Heiddegger, Husserl y por supuesto Kant, padre del término.
En Hegel el Ego Trascendental corresponde a su idea del Ser-en-sí-para-sí, que, en principio, en la naturaleza se encuentra fuera de sí, alienado. Con la llegada del Hombre y a través de la Historia se irá conformando, elevándose del ser-en-sí-para-sí a la idea de ser absoluto, en tanto que Dios, de manera más plena, yendo del esto, aquí y ahora al Saber absoluto, esto es, el Espíritu Absoluto hegeliano.
En Hegel, en tanto, el Ego Trascendental, no está dado, como en Kant, in illo tempore. Por el contrario, se va configurando como sujeto en un continuo proceso hacia la autoconciencia, hacia la idea en sentido pleno. Sin embargo en Hegel hay una identificación total entre el Ego Trascendental y el espíritu absoluto, lo que lo lleva a la situación de un hiper-idealismo metafísico.