por Santiago Armesilla
Resumen: Han pasado ya 15 años desde la primera edición de El mito de la izquierda, uno de los libros más vendidos, reeditados e influyentes del filósofo español Gustavo Bueno. También uno de sus libros más polémicos, aunque los que estamos familiarizados con la metodología materialista de Bueno a la hora de analizar la Realidad (todo lo que ha habido, hay y habrá, sepamos de su existencia o no), entendemos que ésta, la Realidad, es polémica. Y que está llena de conflictos y contradicciones que llevan, de manera inevitable, a su resolución de distintas formas. En la cuestión del análisis de la "izquierda" ocurre lo mismo. Se trata de una realidad histórica, la "izquierda", cuyo origen, cuerpo y desarrollo no ha estado, ni está, exento de polémicas, tanto internas como externas, es decir, con respecto a la "derecha" y a otras ideologías ajenas a esta dicotomía en parte.
Palabras clave: Rojipardos, izquierda indefinida, neorrancios, Gustavo Bueno, El mito de la izquierda, izquierda definida.
Como demuestra Bueno en su libro, la "izquierda" en sentido unívoco no existe, es un mito oscuro y confuso, que no aclara la cuestión filosófica, política e histórica de las izquierdas, sino que lo ensombrece de tal manera que es imposible entender su desarrollo. Existen las izquierdas, en plural. Las izquierdas con proyectos políticos claros, definidos, respecto del Estado en tanto que unidad política por excelencia, son, desarrolla Bueno, movimientos políticos de carácter histórico. Lo mismo ocurre con la "derecha", la cual tiene una unidad histórica, política e institucional mayor que las izquierdas, lo que no significa que no exista pluralidad en su seno, por lo que cabe hablar de las derechas, también en sentido análogo. Las derechas serían modulaciones respecto a la unión del Trono y del Altar, del Antiguo Régimen, contra el que se definen y contra el que combaten todas las izquierdas definidas, y también indefinidas. Y dichas modulaciones de la derecha alineada con el Antiguo Régimen, ese que precisamente destruyen las izquierdas en los procesos políticos en que son protagonistas, también modulan sus planes y programas respecto de las distintas izquierdas definidas. Es decir, también existe el mito de la derecha, tan oscuro y confuso como el de la izquierda, aunque por motivos diferentes.
Cabe también diferenciar, tanto en las izquierdas como en las derechas dos vertientes. En las izquierdas habría que diferenciar entre izquierdas definidas, ya descritas, e izquierdas indefinidas, aquellas corrientes en las que acaban desembocando militantes históricos de las izquierdas definidas, bien por el fracaso de estas o por evolución de dichos militantes, aunque también se nutran de savia nueva, pero con la característica fundamental de carecer de proyecto político definido respecto del Estado. Las izquierdas definidas se mueven más por proyectos e ideas sociológicas, (sub) culturales, filosóficas, académicas, etc. Bueno distingue tres corrientes de las izquierdas políticamente indefinidas: la izquierda extravagante, básicamente movimientos sociales y ONGs, entre los que habría que incluir al feminismo, a cierto ecologismo (incluyendo aquí veganismo, animalismo, etc.), grupos de "cristianos de base", etc.; la izquierda divagante, compuesta sobre todo por intelectuales y artistas, abajofirmantes de manifiestos de todo tipo, que entienden que hay que "tomar partido" por una "izquierda aristotélica", una "izquierda tomista" o incluso una "izquierda gustavobuenista" (que la hay, y es divagante), o que determinados movimientos subculturales como el rock, el rap, el trap, el reggaetón, el aeromodelismo o los videojuegos son "movimientos emancipatorios" esencialmente de izquierdas, por lo que esta izquierda divagante se va por los "cerros de Úbeda" mientras trabaja en la academia universitaria, en medios de comunicación de masas o son influencers de redes sociales; y, por último, encontramos a la izquierda fundamentalista, una corriente cerrada y escatológica que fusiona a las dos anteriores (que son abiertas) y que, en forma de partido político, movimiento político y social, etc., en vez de trabajar por construir un movimiento con un proyecto definido respecto del Estado, lo que busca es parasitar el Estado social y democrático de derecho (el Estado de bienestar), para mediante subvenciones cumplir sus agendas sociológicas y (sub) culturales. La Declaración Universal de los Derechos Humanos de 1948 es la Biblia de esta izquierda fundamentalista, y La Meca a la que suelen peregrinar es el Foro de Sao Paulo, el Grupo Puebla o, antes, las concentraciones antiglobalización. Unidas Podemos (y antes Izquierda Unida), el Frente de Todos, el Pacto Histórico de Colombia, el Frente Amplio de Chile, Morena en México o el Gran Polo Patriótico de Venezuela son ejemplos de izquierda indefinida fundamentalista. Todos estos grupos, en realidad, acaban siendo sucursales ideológicas, que no políticas, del Partido Demócrata de los Estados Unidos de Norteamérica, el gran organizador, fomentador y exportador de ideas propias de las izquierdas indefinidas desde hace años hasta la actualidad.
Por lo que respecta a las derechas, y como indicábamos al inicio del párrafo anterior, las derechas también pueden diferenciarse en dos vertientes principales, las alineadas con el Antiguo Régimen, y las no alineadas con el Antiguo Régimen. En las no alineadas podemos distinguir dos corrientes: las derechas no alineadas internas a un Estado, que son de derecha respecto a las izquierdas políticamente definidas, pero de izquierdas respecto al Antiguo Régimen, porque no buscan restaurar la Unión del Trono y del Altar ni la apropiación de la tierra y de la propiedad privada propia del mundo precapitalista, sino instaurar un nuevo orden pero desde fundamentos alejados de las izquierdas, como puedan ser el particularismo de etnia, raza o clase, el irracionalismo, etc. En estas derechas no alineadas internas a un Estado hemos de meter toda la mal llamada "tercera posición", es decir, fascismo, nacionalsocialismo, nacionalsindicalismo, nacionalbolchevismo, etc.; y también hay que hablar de las derechas extravagantes, que tampoco quieren volver al Antiguo Régimen, pero se enfrentan a las izquierdas políticamente definidas en sentido histórico al no defender la Nación Política como proyecto esencial, fundamental que defienden y sobre el que se definen las izquierdas definidas. La defensa del mal llamado "derecho de autodeterminación", realmente privilegio de secesión, por parte de las derechas extravagantes, que permite que una parte formal de una unidad nacional-estatal pueda decidir sobre el todo, la Nación Política, a la hora de determinar dicha unidad, en base a privilegios de etnia, raza, clase, credo religioso, "individuo", etc., es lo común a todas estas derechas extravagantes. Las tres corrientes ideológicas principales de esta derecha extravagante, que tiene bastantes vasos comunicantes con la izquierda indefinida, pues defiende sus ideas en base a la democracia, la libertad, los Derechos Humanos o, incluso, el socialismo, serían los movimientos separatistas y secesionistas (catalanismo, galleguismo, vasquismo, castellanismo, andalucismo, asturianismo, etc.), el indigenismo en Iberoamérica (que está muy relacionado con el anterior, que no es más que indigenismo en suelo español) y el anarco-capitalismo, que ha usurpado términos como "liberal" y "libertario", dos generaciones de las izquierdas políticamente definidas, para defender un proyecto de darwinismo social de corte anglogermánico y protestante, más que basado en las tradiciones culturales católicas e ilustradas que dieron lugar al liberalismo español del siglo XIX.
De esta manera, en las actuales democracias liberales burguesas avanzadas de mercado pletórico capitalista, la izquierda indefinida y la derecha extravagante serían las principales corrientes ideológicas que encontramos, pues el eje izquierda-derecha tradicional ha quedado completamente triturado, llevado al basurero de la Historia, por un motivo simple: porque la derecha alineada con el Antiguo Régimen ha dejado de existir, ha sido históricamente derrotada por las izquierdas, aun cuando varias generaciones de izquierdas políticamente definidas también han fracasado en sus proyectos políticos. ¿Por qué ha sido esto?
Para explicarlo hemos de relacionar la dialéctica histórica entre las distintas izquierdas políticamente definidas y las distintas derechas alineadas con el Antiguo Régimen. Y, una vez que hayamos hecho esto, poder explicar en qué consiste el mito de la izquierda rojiparda, que es un mito doble.
La primera generación de izquierda políticamente definida que se desarrolla es la izquierda jacobina, que surge durante la Revolución Francesa y que se define contra el Antiguo Régimen, contra la Unión del Trono y del Altar, afirmando la soberanía nacional y la igualdad formal de todos los ciudadanos ante la Ley contra la soberanía regia (la monarquía absoluta) y contra la institución política del súbdito. La nación política francesa republicana y centralista se construye, mediante el terror, contra la monarquía absoluta francesa y los restos de feudalismo que podían quedar en Francia. Y supera, al final, en la importancia de la institucionalidad el Estado a aquella. En respuesta a la izquierda jacobina, se organiza la primera modulación de la derecha, los reaccionarios, que buscan volver al Antiguo Régimen, aunque poco a poco van modulando sus posiciones. En España, esta derecha radical y reaccionaria tendría su máximo ejemplo en el tradicionalismo político católico que representó el carlismo.
La segunda generación de las izquierdas políticamente definidas es la izquierda liberal, que fue izquierda frente al trono, pero fue derecha frente al altar. La Constitución de Cádiz de 1812, su gran logro histórico, pues generó la Nación Española de Ambos Hemisferios (su artículo 1), aunque tuvo efímera vida influyó notablemente en la construcción de la Nación Política Española y, también, en las naciones hispanoamericanas tras el derrumbe del Imperio Español. No obstante, la derecha liberal, que al mismo tiempo fue izquierda liberal, mientras construida la nación y desamortizaba las tierras comunales campesinas en manos de la Iglesia Católica, estableció constituciones que reconocían el catolicismo como religión de Estado y daba títulos nobiliarios a la Gran Burguesía española.
La derecha tuvo que adaptarse a las siguientes izquierdas políticamente definidas, cuya presencia en el movimiento obrero y sindical fue cada vez mayor. Es aquí que la reacción ante ellas en el siglo XX construyó la última modulación de las derechas alineadas con el Antiguo Régimen, la que Bueno llamó derecha socialista. Esta es iniciada por Antonio Maura, seguida después por la dictadura de Miguel Primo de Rivera y por la de Francisco Franco. Se trató de una "revolución desde arriba" en lucha contra la "revolución desde abajo" que representaron las izquierdas definidas anarquista, socialdemócrata y comunista. La "revolución desde arriba" trató de construir un Estado de bienestar, incluso con participación obrera, que evitara la revolución de las masas. Esta derecha socialista desapareció en el momento en que prácticamente ya no quedaron naciones políticas democráticas que defendieran la Unión del Trono y del Altar, ni del Antiguo Régimen. Así pues, la dicotomía izquierda-derecha ha fenecido históricamente porque la derecha alineada ya no existe salvo residualmente. Si acaso, la única derecha que queda potente en el mundo, propiamente hablando, es el Islam político, ya sea en su forma islamista, salafista-wahabbita o yijadista.
Pero, como decíamos, la derecha socialista es una respuesta a las tres generaciones de izquierdas políticamente definidas que, en Europa y América sobre todo, se organizan alrededor del movimiento obrero. La izquierda anarquista tuvo diversas familias. La anarcoindividualista, la anarco-colectivista, etc. Pero fue el anarco-sindicalismo de la CNT y la FAI la que constituyó el elemento más políticamente definido de esta izquierda libertaria. Su proyecto definido respecto del Estado era el más radical de todos: su destrucción mediante la revolución obrera y la instauración del comunismo libertario mediante comunas horizontales sin dioses, amos ni patrones, basadas en el apoyo mutuo y la autogestión. Por su parte, las izquierdas socialdemócrata y comunista, inspiradas en la filosofía de Marx, contrario al anarquismo, fueron ganando poco a poco terreno al anarco-sindicalismo durante, sobre todo, el siglo XX. La socialdemocracia, en inicio, buscó la instauración de la dictadura del proletariado y la construcción del socialismo y la llegada al comunismo mediante procesos pacíficos en el seno de las democracias liberales burguesas, ganando elecciones a través de partidos políticos de clase y de la organización de sindicatos proletarios. Es la izquierda definida de la Segunda Internacional, que vivió su bancarrota durante la Primera Guerra Mundial, y que derivó posteriormente, al abandono del marxismo, gracias a la acción teórica de "revisionistas" como Karl Kautsky y, sobre todo, Eduard Bernstein, y a la progresiva posición a favor de la construcción de una economía intervencionista en forma de Estado de bienestar, o Estado social y democrático de derecho. A finales del siglo XX, y tras la propuesta de la "Tercera Vía" de Anthony Giddens y Tony Blair, la socialdemocracia en poco se distinguía ya del liberalismo, y acabó derivando a la indefinición, eso sí, conservando la estructura clásica de los partidos que la representaban y organizaban. El ejemplo, más claro, en España es el PSOE.
Por su parte, la izquierda comunista entendida como quinta generación de las izquierdas políticamente definidas, a diferencia de la socialdemocracia, defiende la revolución violenta y la instauración de la dictadura del proletariado mediante un régimen de partido único dirigido por una vanguardia obrera, campesina, de "intelectuales" y soldados. Aunque caben experimentos pluripartidistas en este caso, como el de la República Democrática Alemana. Lo que no cabe duda es que la extensión en Europa del Estado de bienestar hubiese sido imposible sin la Revolución bolchevique de octubre de 1917 y sin la victoria de la Unión Soviética sobre la Segunda Guerra Mundial. No obstante, la caída del Imperio Soviético debido a su estancamiento económico a nivel de diversificación de lo producido dedicando al consumo un papel secundario, al mantenimiento del "derecho de autodeterminación" en su orden constitucional y al abandono de la línea marxista-leninista original por otra más reformista en el XX Congreso del PCUS, con el famoso "informe secreto" contra Stalin de Nikita Kruschev, acabó por derrotar a esta quinta izquierda definida de manera diríamos que definitiva, aunque todavía nos queda Cuba de aquel movimiento comunista del siglo pasado. Podríamos hablar de la sexta generación de las izquierdas políticamente definidas, la izquierda asiática o maoísta, más otras derivaciones en Laos, Vietnam y Corea del Norte, que tiene en la República Popular China a su máximo ejemplo. Sin duda, la izquierda asiática es la única izquierda políticamente definida de las seis generaciones que enumera Bueno que queda en pie y con salud y poder. El resto, han acabado derivando a la indefinición o a la arqueología histórica, como es el caso de la izquierda radical jacobina. Pero no desarrollaremos mucho el papel de la izquierda asiática en Europa occidental ni oriental, ni en América, menos aún en España, porque en estas latitudes siempre tuvo un papel residual, marginal o mal desarrollado, como ocurrió con el maoísmo peruano del siglo XX que trató de enarbolar el Partido Comunista del Perú - Sendero Luminoso, siguiendo una táctica terrorista que acabó de manera abrupta en 1992 tras dejar muchos cadáveres inocentes por el camino.
Así pues, y habiendo ya resumido la teoría de Bueno sobre las izquierdas y la derecha, y sabiendo que la izquierda indefinida es la ideología hegemónica, junto a la derecha extravagante, de las democracias capitalistas actuales, ¿en qué consiste lo que presentamos, en este artículo, como el mito doble de la izquierda rojiparda? Para definirlo es fundamental partir de dos perspectivas: la primera es la de la izquierda indefinida hegemónica y su posición respecto de eso que llaman "rojipardos" o "neorrancios"; y la segunda, más complicada de ver desde el propio seno del llamado "rojipardismo", confundido por el ataque de la izquierda indefinida, es la supuesta unidad de dicha "izquierda rojiparda".
La izquierda indefinida, desde una hegemonía política, sociológica y cultural evidente desde mediados del siglo pasado, incluso antes de mayo de 1968, en las democracias liberales burguesas más avanzadas, ha tenido su punto de inflexión con la caída de la URSS. Esta supuso no solo el colapso de la izquierda comunista de quinta generación, sino también el comienzo del fin de la definición de todo proyecto socialdemócrata clásico, la asunción definitiva de conceptos e ideas neoliberales (margiutilitaristas, neoclásicas y austriacas) en el liberalismo clásico, la disolución del anarquismo en los movimientos antiglobalización capitalista y el alejamiento completo y total de estos movimientos indefinidos respecto de la izquierda asiática. Su hegemonía, por tanto, es absoluta, completa y total desde hace más de medio siglo. Pero en España, al ver mínimamente contestada su hegemonía por diversas personalidades, más que por organizaciones políticas o instituciones, utiliza el insulto y el descalificativo para tratar de desprestigiar a quien le pueda finiquitar su chiringuito político. De ahí libros como Neorrancios, que básicamente supone un ataque coral de la izquierda indefinida a la figura personal y literaria de Ana Iris Simón, autora de la novela Feria, a la que identifican con lo "rojipardo", pero sin definir qué es eso ni argumentar de una manera que no sea casi sociológica y psicológica.
Está lejos de caer la hegemonía de la izquierda indefinida en las democracias. Y aunque según Bueno las filas de las izquierdas definidas pueden nutrirse de militancia, e incluso de ideas concretas de las izquierdas indefinidas, la construcción de aquellas ha de enfrentarse con estas para poder conformarse como un movimiento político con un proyecto definido respecto del Estado, más allá de vivir de las subvenciones a través de chiringuitos que mantienen parásitos para llevar a cabo las agendas de las izquierdas indefinidas, pagadas con los impuestos de los trabajadores a los cuales, además, desprecian. En ese sentido, lo "rojipardo" o "neorrancio" es un mito oscuro y confuso, un mero insulto, que no permite distinguir las enormes diferencias entre los proyectos que se pueden ir construyendo desde ese "rojipardismo". Para la izquierda indefinida, basta con identificar a esos proyectos con Franco, Hitler o, ahora, Putin, para desprestigiarlos. Pero ese "francomodín", por decirlo de manera coloquial, es un instrumento de hegemonía cultural utilizado por el PSOE desde hace décadas para colocar fuera de lo que ellos consideran lo bueno a todos los que puedan obstaculizar su hegemonía política. El "neorrancio", por tanto, no será otra cosa que todo aquel enemigo de los detritus indefinidos de esa máquina de poder, de colocar trepas y de subordinar a España a poderes extranjeros que es el PSOE. Y ese detritus, hoy, es la izquierda indefinida hegemónica en Universidades, prensa y medios de comunicación de masas, en tanto que sucursal hispana de las ideas imperialistas del Partido Demócrata, el gran hegemón global de la izquierda indefinida.
Los verdaderos rojipardos fueron los defensores del nacionalbolchevismo y la llamada "Revolución Conservadora" de la Alemania de la década de 1920, que en plena República de Weimar querían aliar a Alemania con la URSS de Stalin. Por tanto, como el término "revisionista", se trata de un adjetivo extemporáneo y anacrónico para definir el presente. Sería como llamar "socialfascista" al PSOE actual por apoyar a Ucrania e, indirectamente, a los neofascistas y neonazis del Batallón Azov, en su lucha contra la invasión rusa al país. Es decir, el mito de la izquierda rojiparda, en esta primera acepción, confunde y oscurece la cuestión de que no existe tal izquierda rojiparda. No es ninguna unidad, ni puede serlo. Primero, porque se trata de un mero insulto por parte de una izquierda indefinida que lo utiliza para tratar de hundir en el ostracismo a quienes osen amenazar, si quiera parcialmente mediante alguna crítica a algún asunto concreto, su enorme e imperial hegemonía. Porque, en la fase en que nos encontramos en el modo de producción capitalista, éste solo puede continuar su hegemón mediante la combinación en el poder de la izquierda indefinida (feminismo, ecologismo y variantes, movimientos sociales, ONGs, coaliciones gubernamentales, subvencionariado) coordinada con la derecha extravagante (defensores del "derecho de autodeterminación", indigenistas, separatistas, anarco-capitalistas partidarios de legalizar los vientres de alquiler, el proxenetismo o las drogas).
Pero la otra parte del mito de la izquierda rojiparda está relacionada con el análisis inicial de Bueno. Es decir, no solo no existe la izquierda rojiparda porque no existe el rojipardismo ni puede aplicarse tal epíteto al fenómeno que hoy se enfrenta a la hegemonía de la izquierda indefinida. Si no que, y esto es mucho más importante, porque en esa izquierda rojiparda lo que encontramos es, también, izquierda indefinida y restos o intentos de recuperar izquierdas políticamente definidas que tuvieron su momento histórico el cual ya pasó y nunca volverá, porque todas las izquierdas definidas tienen su capítulo histórico, y todos ellos acaban cerrándose. El jacobinismo consiguió generar la nación política francesa, pero su forma de Estado empieza a cuestionarse en la propia Francia debido a la descentralización administrativa a la que la nación se aboca por su pertenencia a la Unión Europea. En España es sinónimo de afrancesado, y la institución que más defiende su concepto, El Jacobino, es más un intento de recuperar la cuarta generación de las izquierdas políticamente definidas, la socialdemócrata, que de recuperar el jacobinismo. Está más cerca del fundamentalismo democrático que analizara Bueno que de una verdadera política centralista, que exigiera ilegalizar partidos separatistas y defensores del "derecho de autodeterminación". Es decir, extraños jacobinos aquellos que no están dispuestos a "cortar cabezas", aun de manera figurada, acabando de raíz con el separatismo y el federalismo de manera legal. Y sus coqueteos con el feminismo los sitúa a medio camino de la socialdemocracia y de la indefinición. Aparte, su postura respecto al euro, la Unión Europea y la OTAN, así como su posición respecto de otros países socialistas como Cuba produce desconcierto.
La izquierda comunista de quinta generación, de corte soviético, es marginal. Solo el PCTE, con su renuncia al federalismo, la "autodeterminación" y la plurinacionalidad en España ha dado un salto de gigante respecto del resto de partidos "comunistas" españoles. Y los coloca muy por delante en la comprensión de los problemas que atañen a España comparados, incluso, con el PCE en el actual gobierno.
Por nuestra parte, hace unas semanas presentamos en Madrid la asociación Vanguardia Española (http://www.vanguardiaespañola.es). Al igual que El Jacobino y el PCTE, somos centralistas, republicanos y socialistas. Pero también pretendemos construir una doctrina marxista propia para España, el materialismo político, que se enmarque en proyecto tanto nacional como para la Iberofonía, la comunidad de naciones y poblaciones que hablan las dos únicas lenguas universales mutuamente comprensibles, el portugués y el español. Por lo que pronto presentaremos una organización internacional. Construir una izquierda políticamente definida requiere no solo hacerlo desde una plataforma estatal como España, sino desde una plataforma geopolítica culturalmente coherente que permita una implantación y repercusión de escala universal. Y desde la Iberofonía, ello conlleva actuar en tres ámbitos donde el capitalismo ejerce su dominio: el neocolonialismo en África, la Unión Europea que hay que destruir, y el patio trasero iberoamericano para Estados Unidos. Nos enmarcamos más en construir una séptima izquierda definida antes que en recuperar alguna generación ya caída.
Este artículo se ha escrito aplicando la metodología materialista de Gustavo Bueno al mito de la "izquierda rojiparda". La destrucción de este mito, oscuro y confuso, requiere algo que todavía no se da en este ámbito contrario a la izquierda indefinida, y es el contraste público de ideas entre todos aquellos que son señalados como "neorrancios". Incluso la crítica radical. Hacerse luz de gas entre "neorrancios" no es el camino. Y El Viejo Topo acierta abriendo el camino para empezar a discutir en serio.
Sobre el autor:
Santiago Armesilla es politólogo, doctor en economía, generador de contenidos audiovisuales en Youtube, escritor e investigador. Este artículo fue previamente publicado en El Viejo Topo, nº 412, mayo 2022.
Descomunal empresa, la construcción de una séptima izquierda, para la que es esencial la resiliencia del marxismo.
Todo lo que cuentas se puede resumir biológicamente en que hay tres actores políticos en una comunidad de animales gregarios, humanos incluidos:
-Derecha azul/macho alfa y su séquito/ideología universal.
-Izquierda roja/pandilla de jóvenes/ideología normal.
-Izquierda verde/clan de hembras/ideología natural.
La izquierda roja y la derecha azul se alternan entre sí a través del combate directo. Pero además, el clan de hembras a su vez modula la situación política según si uno de los dos bandos, o ambos, son o bien, demasiado salvajes o demasiado pusilánimes para el instinto maternal de las hembras.
Estos últimos tiempos hemos visto una preponderancia en la izquierda de la forma de pensar de las hembras (paz, cuidados, respeto y compasión a las personas transgénero, popularización…