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12.7 Análisis del éxito de la China Popular desde una perspectiva realista

por Alfonso Díaz Cerrón


Resumen: El objetivo de este ensayo es explicar desde una perspectiva realista cómo la República Popular China ha alcanzado la enorme importancia geoeconómica y geopolítica que tiene actualmente a inicios de la década de los 20 del siglo XXI. Este poderoso país socialista va de camino a convertirse en la primera potencia económica mundial en términos de PIB nominal, desbancando así a EEUU. Todavía puede suscitar dudas si lo logrará en la década de los 20 o de los 30, pero en general es mundialmente aceptado que China logrará su objetivo de ser la primera potencia económica. A pesar de que este ensayo tendrá un enfoque eminentemente realista no se niega la complementariedad con otros modelos o teorías, especialmente con aquellas que desde la República Popular China utilizan para analizar su realidad nacional y la realidad internacional. En este sentido se aplicará la visión del politólogo estadounidense Robert Keohane, que sentencia que para poder realizar cualquier análisis serio de las relaciones internacionales se tienen que tomar en cuenta elementos del realismo político de algún modo u otro [1].


Palabras clave: China, socialismo con características chinas, Xi Jinping, Mao Zedong, Deng Xiaoping, Jiang Zemin, Hu Jintao, Un país dos sistemas, Reforma y Apertura, Chiang Kai-shek, triple representatividad, ascenso pacífico, sueño chino, revitalización nacional, Franja y la Ruta, PCCh, contradicción y desarrollo.



I. Primeros pasos en el proceso de incrementar el poder nacional


Para poder entender el impresionante aumento de la importancia de China en la geoeconomía y geopolítica mundial en primer lugar hay que retrotraerse al año 1949. El 1 de octubre de ese mismo año, Mao Zedong (El Gran Timonel) fundaba la República Popular China después de 22 años de guerra ininterrumpida acontecida en el territorio nacional. Desde 1927 hasta 1949 el Kuomintang y el Partido Comunista de China bregaron por el control total del país una vez se rompió el Primer Frente Unido iniciado en 1924. No obstante, hay que tener en cuenta que tras el incidente de Xi´an en 1936, en el cual el líder nacionalista Chiang Kai-shek fue secuestrado por dos de sus generales aliados, entre ellos el manchú Zhang Xueliang.


Este general sucedió a su padre Zhang Zuolin como Señor de Manchuria, pero su postura en relación al Imperio japonés era mucho más consecuente y como estos habían ocupado Manchuria en 1932 mientras China estaba totalmente dividida el Joven Mariscal se sentía absolutamente ultrajado. Desde su punto de vista, la propuesta de los comunistas de unir a toda la nación frente a la invasión japonesa inminente era más sensata que la brutal campaña de cerco y aniquilamiento que había emprendido Chiang desde finales de los años 20 para poner fin de una vez por todas a la revolución comunista en China.


Secuestrar al tozudo y férreo anticomunista Chiang podía convertirse en una excelente oportunidad para presionar al ala derecha del Kuomintang con el objetivo de que aceptasen un acuerdo con los comunistas y así combatir todos juntos a los japoneses. Finalmente, Chiang y su partido accedieron no sin infinidad de recelos a conformar el Segundo Frente Unido junto a los comunistas para enfrentar a Japón. Los comunistas pasaron a formar parte del Ejército Nacional Revolucionario del Kuomintang, aunque en la práctica ambos grupos mantuvieron su independencia y los enfrentamientos y trifulcas en el frente de batalla fueron relativamente frecuentes.


El Segundo Frente Unido estuvo operativo desde 1937 hasta 1941 durante gran parte de la segunda guerra sino-japonesa. A partir de 1940 los intereses de los nacionalistas y los comunistas se empezaron a volver irreconciliables, en opinión de los nacionalistas los comunistas tenían cada vez más apoyo de los campesinos chinos y desarrollaban todo tipo de acciones militares ajenas a las directrices del Ejército Nacional Revolucionario. En opinión de los comunistas los nacionalistas eran unos reaccionarios que en el fondo solo buscaban dinamitar la causa comunista, aunque con ello tuvieran que someterse a otros imperialismos ajenos al japonés.


Los comunistas chinos salieron especialmente beneficiados de la guerra defensiva contra el Japón y en 1945 tenían bajo su control casi todo el noreste de China. La URSS contribuyó a este éxito presionando considerablemente a Japón en el frente del Pacífico, pero en general no se decantó exclusivamente con los comunistas apoyando también a los nacionalistas. Téngase en cuenta que los comunistas partían de una posición muy precaria al inicio de la guerra contra Japón, ya que solo contaban con una gran base de apoyo en Yan´an; situada en la provincia de Shaanxi, al norte de China, y en la cual lograron asentarse tras la Larga Marcha.


Antes de edificar la base de apoyo en Yan’an estuvieron establecidos en la provincia de Jiangxi, al sureste de China. Allí fundaron la República Soviética de China o Soviet de Jiangxi. Esta no duraría mucho tiempo debido a la obstinada persecución de los nacionalistas. Existió un hostigamiento constante por parte de contingentes nacionalistas unido a la efectuación por parte de los comunistas de iniciativas militares de carácter aventurerista y tremendamente arriesgado; en las cuales trataron de tomar el control de ciudades importantes con reducidos regimientos y batallones de tropas insuficientemente equipadas y que además generaron un número elevado de bajas humanas y materiales.


Esto obligó a los comunistas chinos a emprender esa sinuosa odisea desde Jiangxi hasta Shaanxi, conocida como Larga Marcha y en la cual atravesaron gran parte China Occidental sufriendo penalidades tales, de forma que más del 90% de los combatientes que partieron desde Jiangxi perecieron. Una vez se firmó la paz con el agresor japonés en 1945 tras la detonación de las bombas de Hiroshima y Nagasaki la guerra civil entre los comunistas y los nacionalistas continuaría hasta 1949. Se trataron de llegar a acuerdos e incluso se planteó la posibilidad de convocar elecciones libres junto a los partidos democráticos y más liberales como la Liga Democrática.


Pero el Kuomintang, que se autopercibía como la fuerza más poderosa, por contar con el doble de efectivos que los comunistas (más de un millón de soldados) se negó a convocar elecciones y la guerra civil se recrudeció a partir de 1946. La contradicción era absolutamente insalvable y a partir de este punto o ganaban los comunistas o los nacionalistas. Finalmente, los nacionalistas chinos perderían todo el territorio continental de China y acabarían estableciéndose en la isla de Taiwán, también conocida como Formosa.


Ello se debió principalmente a la experiencia que los comunistas habían acumulado a lo largo de los años desarrollando teóricamente y aplicando consecuentemente la guerra popular prolongada, estando generalmente en desventaja numérica y apostando por la liquidación paulatina de los regimientos enemigos sin concentrar los ejércitos salvo en las situaciones más favorables. Otra de las máximas militares del Presidente Mao establecía que el primer orden de cosas residía en conservar a los efectivos militares antes que el territorio, ya que el territorio puede recuperarse, pero los hombres no.


El realismo de los comunistas, como se puede observar comienza en primer lugar siendo militar, bajo el mando de Mao Zedong, que lograría imponer sus estrategias y tácticas militares después de probar sobradamente su eficacia ante el Partido y el Ejército Rojo a lo largo de los tumultuosos años de lucha contra el Kuomintang y los Señores de la guerra.


A partir de la Conferencia de Zunyi, durante la Larga Marcha, la teoría militar de Mao se erigió como algo indiscutible y su liderazgo se elevó a una nueva altura. El Partido Comunista de China sufrió tras el fracaso del Primer Frente Unido especialmente, una transformación cualitativa por la cual modificaron sus posturas abiertamente antimilitaristas en las que declaraban que armarse era cosa de los reaccionarios Señores de la guerra y el Kuomintang a desarrollar una exitosa línea militar bajo el principio de “El Partido manda al fusil” [2].


Todo ello llevaría al éxito de la revolución de Nueva Democracia. El Partido se transformó y pasó de ser una fuerza política minoritaria conformada por intelectuales bienintencionados a la fuerza política hegemónica en China. Se asumió así la máxima clausewitziana de que la guerra es una continuación de la política por otros medios.


Una vez los comunistas tienen bajo su control toda la China continental su principal objetivo geopolítico y geoestratégico sería el de reunificar la patria, un proceso que sabían demoraría mucho tiempo. El propio Mao Zedong sentenciaría en 1959 que: “La paciencia es necesaria para la liberación de Taiwán como para la edificación socialista. No hay que esperar una victoria rápida” [3]. Tras la proclamación de la República Popular la economía nacional estaba completamente devastada y China era uno de los países más pobres del mundo en términos de PIB per cápita, en 1950 este alcanzaba los 799 dólares, medido en precios internacionales de 2011, ajustado a la inflación y a las diferencias de precio entre países [4].


Además de su pobre desarrollo de las fuerzas productivas, la República Popular China solo era reconocida por los países del campo socialista y ni siquiera tenía representación en la Asamblea de Naciones Unidas. Precisamente la China recocida por la ONU era el Taiwán de Chiang (República de China). Este asunto diplomático era para Beijing de importancia capital porque como es lógico los dirigentes chinos sabían que no tener representación en la ONU era lo peor que les podía pasar si pretendían alcanzar el éxito político y económico en materia de relaciones internacionales.


Durante los primeros años de existencia de la Nueva China su único aliado de importancia geoeconómica y geopolítica era la Unión Soviética, en el año 1950 se firma el Tratado de Alianza y Asistencia Mutua sino-soviético por el cual la URSS concedió préstamos a China para acometer la necesaria reconstrucción de guerra. Además, el país soviético posibilitó la emisión de inversión extranjera directa al Gigante Asiático en materia de construcción de infraestructuras clave y transferencia tecnológica. Numerosos técnicos e ingenieros soviéticos fueron enviados a China a vivir por unos años durante la década de los 50 para capacitar a los expertos chinos en una amplia gama de materias.


La visión realista de los comunistas chinos enfocada en la supervivencia de su Estado (estatocentrismo) en un mundo muy hostil en el que no tenían demasiados apoyos los llevó a acercarse tácticamente a su archienemigo desde hacía años, o sea, a los Estados Unidos. Con los cuales tuvieron el principal encontronazo en la guerra de Corea de inicios de los 50, durante la misma China asistió a la Corea de Kim Il Sung con decenas de miles de voluntarios chinos comandados por el Mariscal Peng Dehuai para evitar que EEUU tuviera acceso directo a la frontera nororiental china con la Península de Corea.


Este acercamiento táctico y a todas luces contradictorio entre China y EEUU fue consecuencia directa del conflicto chino-soviético, que enfrentó, debido a las diferentes interpretaciones del marxismo-leninismo a los países del Pacto de Varsovia liderados por la URSS contra China y Albania desde inicios de los años 60 hasta prácticamente el fin del socialismo en Europa Oriental. Bien es verdad que tras la caída en desgracia de la Banda de los Cuatro en 1976 y el posterior ascenso al poder de Deng Xiaoping en 1978 se plantó la semilla para retomar relaciones más amistosas con la URSS.


Prueba de ello son los sucesivos intentos de acercamiento durante los años 80 y en particular el encuentro de Deng y Gorbachov en 1989 [5]. Pero en general no se puede olvidar que en particular la guerra entre Vietnam y Camboya (1977-1991) y la posterior ocupación del país jemer por los vietnamitas supuso un importante punto de fricción entre la URSS y China, precisamente porque los chinos apoyaban a los camboyanos y los soviéticos apoyaban a los vietnamitas.

La República Popular China fue muy crítica también con la invasión de Afganistán por parte de la Unión Soviética, iniciada en 1978. En África, China y la URSS se alinearon con diferentes bandos en la guerra civil angoleña. Los soviéticos se posicionaron a favor del MPLA y los chinos hicieron lo propio a favor de la UNITA.


Para la Nueva China este revés geopolítico en el mundo comunista supuso la pérdida de la inversión soviética, clave para obtener nuevos conocimientos técnicos necesarios para llevar el desarrollo económico y social a buen puerto. A partir de inicios de la década de los 60 en consonancia con las polémicas ideológicas en torno a la línea general del Movimiento Comunista Internacional y la valoración de la figura de Stalin que surgieron entre el PCCh y el PCUS los científicos, técnicos e ingenieros soviéticos irían poco a poco abandonando el Gigante Asiático de vuelta a la URSS.


En el año 1971, de acuerdo con la nueva táctica de acercamiento a EEUU, la República Popular China sería finalmente admitida como miembro permanente del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, sustituyendo así a la República de China. Esta nueva situación le otorga derecho de veto y un poder incomparable si se compara con la situación anterior. A partir de este punto y al calor de la visita estratégica de Richard Nixon y Henry Kissinger en 1972, pavimentada tras la Diplomacia del ping-pong el principio fundacional de una sola China [6] cobraba más sentido que nunca.


El movimiento de ambos países a pesar de las diferencias ideológicas se entiende desde una perspectiva realista, ya que ambos compartían intereses frente a la URSS. Estados Unidos por el contexto de la Guerra Fría y con el objetivo de mantener su estatus de primera potencia en oposición a la segunda que era la URSS, y con respecto a China por su interés en convertirse en el país socialista de referencia para el mundo comunista en sustitución de la URSS.


Es importante señalar que Mao Zedong exponía en su Teoría de los Tres Mundos que la URSS al ser una potencia en ascenso podía tener una naturaleza incluso más agresiva que Estados Unidos [7], para el líder chino las dos súper potencias atómicas del momento formarían el Primer Mundo, mientras que los aliados de EEUU y la URSS miembros de la OTAN y el Pacto de Varsovia conformarían el Segundo Mundo.


Por otro lado, China sería parte del Tercer Mundo junto a los Países No Alineados, en su mayoría caracterizados por la defensa del nacionalismo frente al comunismo o el liberalismo. Es notorio señalar también como desde el realismo chino ya desde esta época se buscaba que el Gigante Asiático se coronara como el campeón y “líder” del Tercer Mundo. Sin duda esta era una muy buena forma de disimular el poder propio a través de autoconsiderarse un Estado del grupo de los países oprimidos por el imperialismo norteamericano y el socialimperialismo soviético.


Habiendo desarrollado las cuestiones eminentemente más políticas, a partir de aquí me centraré en los aspectos económicos que llevaron a China al éxito. Durante la era de Mao como Presidente del PCCh la economía no experimentó un gran crecimiento, principalmente por el fracaso flagrante que supuso el intento de industrializar rápidamente el país a través del Gran Salto Adelante (1958-1961) y por la conmoción generada por el radicalismo político y los enconados enfrentamientos entre facciones del Partido y las masas populares propios de los primeros tres años de la Gran Revolución Cultural Proletaria (1966-1976) [8].


Sin embargo, sí se lograron éxitos importantes, como demuestra el ambicioso proyecto Dos bombas y un satélite, durante el cual China logró hacerse con armamento nuclear (fuente esencial de poder a nivel global). Detonaron su primera bomba atómica en 1964 en lo que se conoció como Proyecto 596, en 1966 desarrollaron con éxito sus primeros misiles intercontinentales y finalmente en 1967 detonarían su primera bomba de hidrógeno.


En 1970 lanzaron al espacio su primer satélite, el Dong Fang Hong 1. La traducción no es otra que “El este es rojo”, una canción extremadamente popular y promovida hasta la saciedad por las autoridades durante la Revolución Cultural y que como no podía ser de otra manera el propio satélite reproducía a través de un emisor integrado.


Algunos logros económicos dignos de mención del periodo de la dirigencia de Mao Zedong fueron los siguientes:


· Incremento de la esperanza de vida de 41 años a 65,5 años.

· Reducción del porcentaje de analfabetismo del 80% al 25,2%.

· Aumento de los años de escolarización de la población en edad de trabajar de 1 año a 5,3 años.

· Incremento del índice de desarrollo humano de 0,145 a 0,423.

· Reducción del índice de Gini de 0,558 a 0,317 durante el período 1953-1970.


II. Tiempos de Reforma y Apertura, primacía de la construcción económica y el desarrollo de las fuerzas productivas y reunificación pacífica


Observando como el país no se desarrollaba todo lo esperado, en 1978 Deng Xiaoping planteó la necesidad de emancipar la mente y actuar en función de los hechos, [9] marcando ideológicamente el inicio de la Reforma y Apertura, nombre con el que se conoce al periodo económico actual en el que se encuentra China y que ha supuesto desde 1978 un aumento en más de 10 veces del PIB per cápita y un crecimiento del PIB nominal sostenido a una tasa media superior al 9% anual y sin sufrir crisis económica alguna [4 y 8].


En resumidas cuentas, se ha tratado de combinar la economía de mercado con elementos clave del socialismo como la planificación a 5 años vista y la dirección de los sectores estratégicos de la economía por el Consejo de Estado. En palabras de Chen Yun, uno de los Ocho Inmortales del PCCh el mercado sería como un pájaro enjaulado, representando por supuesto la planificación del Estado a la jaula. En ese sentido el mercado estaría sujeto a los imperativos del Estado y la iniciativa individual no estaría capacitada para sobrepasar la dirección estatal [10].


Siguiendo este esquema de pensamiento se desarrolló la reforma económica en China, desechando la ingenuidad de pretender construir el socialismo a través de mucha voluntad y conciencia ideológica, pero dejando la economía en segundo plano. Durante la dirección de Deng Xiaoping se colocó la construcción económica en primer lugar y la edificación del socialismo se planteó como un objetivo que se lograría en el largo plazo y no de un solo salto.


A partir de aquí se deja meridianamente claro que el país es subdesarrollado y que por ello se encuentra en la fase primaria de construcción del socialismo, en ella permanecerá durante largo tiempo hasta que las capacidades materiales, económicas, tecnológicas y culturales del pueblo chino se incrementen considerablemente.


De este modo se optó por superar a las potencias liberales occidentales en el largo plazo utilizando algunas de sus reglas de juego. Los dirigentes chinos plantearon en ese sentido que, aunque no renunciaban a su ideología marxista-leninista sí reconocían que para competir adecuadamente en el mercado mundial y poder desarrollar las fuerzas productivas de su país no les quedaba otra que permitir la inversión directa extranjera.


Así las cosas, se incentivó la creación de las primeras Zonas Económicas Especiales en las ciudades de Shenzhen, Zhuhai, Shantou y Xiamen. Se incentivó la creación de joint-ventures, así como el asentamiento de capital totalmente extranjero con el objetivo de aprender diferentes modelos de gestión o tecnología más avanzada de las empresas inversoras extranjeras y generar un crecimiento económico muy rápido pero localizado. En las ZEE se incentivó el libre mercado, para servir como puente al desarrollo en el resto del país, que seguiría rigiéndose por una planificación económica estatal más rigurosa [11].


Se regresó plenamente y sin cortapisas al sistema de responsabilidad familiar en el campo en oposición a las comunas populares de los tiempos de Mao con el objetivo de incrementar la productividad a través de la mecanización, se permitió la privatización de industrias deficitarias y la creación de nuevos negocios privados en todo el país, además se liberalizó el despido. Todo ello dentro del paraguas de las Cuatro Modernizaciones de Deng Xiaoping que recogía el testigo de Zhou Enlai, pionero en idear el concepto [12].


El realismo chino también se manifestó cuando Deng Xiaoping presentó su teoría de Un país dos sistemas en 1984 [13], algo que sería clave ya no solo para justificar las ZEE sino también para fortalecer el Principio de Una sola China. El principio de “Un país dos sistemas” básicamente estipulaba que la patria china estaba dispuesta a acoger en su seno a regiones con diferentes sistemas políticos y económicos.


Todo ello iba encaminado a conseguir definitivamente durante la presidencia de Jiang Zemin (1993-2003) las transferencias de Hong Kong y Macao por parte de Reino Unido y Portugal en 1997 y 1999, respectivamente. Es importante mencionar que en el año 2001 después de jornadas intensas de negociaciones, China logró ingresar en la OMC, algo que por supuesto también era esencial para proyectarse a nivel mundial. Este proceso no fue especialmente sencillo, ya que China era considerado un país socialista políticamente por los principales y más poderosos miembros de la OMC, de forma que entendían que podía convertirse en un competidor tremendamente desleal por su abultada primacía de la iniciativa estatal en los sectores estratégicos de la economía nacional.


No por casualidad, Jiang Zemin ideó su teoría de la triple representatividad a inicios de la década de los 2000, en la cual se les confería a las fuerzas productivas avanzadas (burguesía nacional, empresarios, inversionistas y hombres de negocios) un papel clave y director en el desarrollo económico nacional [14]. Es decir, Jiang Zemin ponía el foco en el emprendimiento y la iniciativa privada en un periodo en el cual muchos países poderosos desconfiaban de la adhesión de China a la OMC por ser su capitalismo de Estado y no liberal. Una vez más, China disimuló su verdadera naturaleza en su propio beneficio.



III. Ascenso pacífico a través del poder blando, mayor liderazgo internacional y la búsqueda activa de hacer realidad un sueño centenario de construir un gran país socialista moderno


Durante la presidencia de Hu Jintao (2003-2013) se mantuvo el principio de ascenso pacífico, que sostenía que China no sería nunca una amenaza para la comunidad internacional y que promovería la coexistencia pacífica y el respeto de la soberanía e integridad de todos los países. En ese sentido China se centraría en sus asuntos internos y no interferiría en los asuntos ajenos, pero por supuesto no permitiría la injerencia en los suyos en modo alguno. Siendo realista y consciente de sus limitaciones en la primera década de los 2000, China se centraría en el poder blando a través de la promoción del beneficio mutuo y el respeto a los modelos político-económicos ajenos al suyo [15].


Bajo esta línea de pensamiento China de algún modo pretende hacer ver al resto de Estados que su influencia en ascenso a nivel mundial es beneficiosa para todos porque es una potencia que a diferencia de Estados Unidos defiende de manera consecuente la paz mundial. China no busca que su modelo político se extienda por el mundo, en contraste con EEUU que sí está muy convencido de que debe exportar por todo el globo el régimen parlamentario.


El realismo político y económico obliga a China a no mantener un discurso abiertamente revolucionario, porque si lo mantuviera y se dedicara a la exportación de la revolución socialista, con total seguridad ello supondría un varapalo tremendo a sus relaciones bilaterales y multilaterales con otros Estados u organizaciones internacionales.


Una vez Xi Jinping asciende a la secretaría general del PCCh en 2012 la política exterior tornaría de una posición de pasividad que se había mantenido prácticamente intacta desde los tiempos de Deng Xiaoping cuando este declaraba que China debía esperar su momento y mantener un perfil bajo, a una posición mucho más activa y con gran interés en el liderazgo internacional y la modificación y reforma de las organizaciones internacionales multilaterales herederas de Bretton Woods, la OMC y la OMS entre otras [16]. Sin duda, el Presidente Xi Jinping marcó un antes y un después desarrollando exitosamente una transformación cualitativa de la política exterior china tras varias décadas de acumulación de experiencia en las mañas de las relaciones internacionales por parte de su país.


Xi ha recalcado en numerosas ocasiones la idea de comunidad de destino compartido para la humanidad como principio general de la visión de la política internacional a largo plazo que plantea el Gigante Asiático [17]. Desde un enfoque nacional ha promovido continuamente también la idea del Sueño chino de rejuvenecimiento de la nación china, todo ello con el objetivo de proyectar a China como la futura primera potencia económica mundial, cumpliendo así el sueño de varias generaciones de chinos de poner punto y final a las humillaciones seculares sobre su patria [18] y resurgir como el ave fénix.


De esta manera, la Nueva China se erigirá en el año 2050, cuando hayan pasado más de 100 años desde su fundación: en un país socialista moderno, próspero, fuerte, democrático, avanzado culturalmente y promotor de la civilización ecológica [19], cumpliéndose así el segundo objetivo centenario.


A partir de este punto el país entrará en la etapa intermedia de la construcción del socialismo, marcándose así el tercer objetivo centenario de completar la construcción de un país socialista altamente desarrollado para el centenario de la reforma y apertura en 2078. El primer objetivo centenario, que coincide con la fundación en 1921 del Partido Comunista de China ya es una realidad y el país ha logrado convertirse en una sociedad modestamente acomodada, habiéndose erradicado la pobreza absoluta a nivel nacional. Cientos de millones de personas han salido de la pobreza absoluta (menos de 1,90 dólares al día) a lo largo de la reforma y apertura, siendo muy posiblemente esta, una de las transformaciones económicas más raudas y más destacables de la historia universal.


Otra de las directrices clave y que empezó a plantearse incluso en tiempos de Hu Jintao sin lugar a dudas es la prosperidad común de acuerdo con un desarrollo de calidad centrado en las personas, donde el foco ya no se colocará en crecer muy rápidamente sin preocuparse demasiado por los desequilibrios entre el campo y la ciudad y entre el este y el oeste del país, sino que se centrará específicamente en combatir esos desequilibrios tratando de apostar por un desarrollo generalizado en todo el país disminuyéndose así las desigualdades. En general, se pretenden cubrir las nuevas y numerosas demandas del pueblo chino en materia cultural, educativa, tecnológica, sanitaria, ecológica etc. de manera integral, igualando a los países más desarrollados en este campo.


El Presidente Xi Jinping en el año 2020 expuso su teoría de la circulación dual [20], por la cual se incentivará la circulación interna a través del consumo doméstico y la producción nacional con planes a mediano plazo como el “Hecho en China 2025”. Se pretende de esta manera crear una industria de calidad puntera en sectores de alto valor agregado como los semiconductores, la informática, la industria farmacéutica, la robótica y la industria automotriz, además de aumentar el contenido nacional chino en las mercancías. De esta manera el mercado nacional y los intercambios económicos endógenos llevarán la batuta del desarrollo económico.


Paralelamente se estimulará la circulación internac