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13.10- En torno a la figura de Simón Bolívar y su utilización política

Actualizado: 12 sept 2022

Por Víctor Peral Garrido


Resumen: El tema que se aborda a continuación trata la utilización, en diferentes ámbitos, que se ha hecho de la figura de Simón Bolívar. Buscamos con ello comprender la utilización política que se ha hecho y se sigue haciendo de Simón Bolívar desde ideologías opuestas y, por lo tanto, averiguar cuál de ellas se corresponde y asemeja más a la realidad y cual por el contrario, es desvirtuada, exagerada, interesada, etc. En primer lugar, para contextualizar el estudio, se realizará un análisis y descripción lo más objetiva posible a través de la bibliografía existente de Simón Bolívar con el propósito de encontrar posibles deformaciones y la finalidad de éstas. Por lo que respecta al desarrollo del tema, una vez conocida la figura de Bolívar, estudiaremos las desvirtuaciones que de él se han hecho, tanto a favor como en contra, así como su utilización de manera intencionada para sacar cualquier tipo de rentabilidad (política, ideológica, etc.) y las consecuencias que ha tenido esta utilización. Por último, estableceremos una serie de conclusiones una vez desarrollado el tema y sus posibles consecuencias.


Palabras clave: Simón Bolívar, Libertador, Independencia, Política.



I. Contexto


I.1. ¿Quién fue Simón Bolívar?


Antes de centrarnos en la utilización que se ha hecho del personaje y si la misma ha sido desvirtuada, mitificada o desmitificada, veamos de la manera más objetiva posible quién fue realmente Simón Bolívar.


Encontramos infinidad de biografías acerca del Libertador, del mal llamado Libertador para algunos, como es el caso de Evelio Rosero. Vemos ya cómo desde su mismo sobrenombre encontramos diferencias. ¿Fue Bolívar el Libertador de América entonces? Herbert Morote, autor peruano, pone en duda también este apelativo, pues alude a que se confunden los términos independencia y libertad. Este autor se refiere al caso peruano en el que la independencia no trajo libertad “porque para tener libertad había que tener democracia, y esto ni Bolívar ni sus sucesores lo permitieron”[1].


Dejando a un lado estas discusiones, en las cuales nos centraremos más adelante, hemos de diferenciar en primer lugar, la figura histórica del mito.


Simón José Antonio de la Trinidad Bolívar y Palacios, nació el 24 de julio de 1783 en Caracas y fue el cuarto hijo de Juan Vicente Bolívar y Ponte y de María de la Concepción Palacios y Blanco. Los antepasados de Bolívar destacaron por sus vínculos de lealtad con la Corona. Poseían esclavos, privilegios y cuantiosas rentas. Por tanto, la revolución que llevó a cabo Simón Bolívar (si es que se puede llamar así) fue una revolución desde arriba, desde la élite americana, lo que ha dado lugar a pensar y corroborar que estas ansias de independencia de la Monarquía Hispánica se debieron al deseo de alcanzar mayores beneficios e intereses que los que podían tener bajo el dominio español a pesar de que, como decimos, ni él ni su familia eran precisamente unos oprimidos. Esta visión es compartida también por John Lynch, que advierte el hecho de que las ideas y políticas de Bolívar las desarrolló a partir de la determinación de las necesidades propias.


Continuando con la descripción de nuestro personaje, por lo que respecta a su educación, tuvo una influencia bastante importante del ilustrado venezolano Simón Rodríguez, aunque según autores como Antonio Sáez Arance, esta influencia ha venido siendo exagerada por hagiógrafos e historiadores hasta la actualidad. Muy importante también para su educación y conformación de su pensamiento e ideas, fueron los viajes que realizó por Europa, España, Francia e Italia principalmente, conociendo a diversas personalidades y asistiendo incluso a la coronación de Napoleón, por el que sentía una gran admiración. Bolívar por tanto, como parte de la élite criolla a la que pertenecía, era conocedor de las ideas ilustradas hasta el punto de que figuras como Montesquieu, Voltaire o Rousseau van a aparecer en el decurso de la revolución.


Tras sus viajes por Europa, Bolívar regresa a Caracas en el contexto de guerra de independencia en la Península Ibérica, donde la creación de juntas, anima a realizar la misma operación en territorio americano ya que no se sabía muy bien quién tenía que asumir el poder ante la falta de rey en España. El hecho de la creación de juntas en América también ha sido fruto de discusión entre autores, pues es visto tanto, como el inicio de la independencia, como una actitud de lealtad a la corona española.


Es en este contexto donde Bolívar comienza a fraguar su carrera política, al ser llamado para una misión diplomática en Londres, de donde regresó con una serie de conocimientos adquiridos que posteriormente puso en práctica, creando un grupo criollo pro-independentista. Comenzamos a ver ya aquí los vínculos con el país anglosajón, que será determinante para entender todo lo ocurrido en Hispanoamérica. Pero, no obstante, fueron numerosas las ciudades que se desvincularon de este proyecto unitario de Bolívar e intentaron crear Estados independientes. Además, dentro de los independentistas había diferencias importantes, así como grupos que no se sentían identificados con el proyecto, tales como los pardos o los negros. Quizá, este fue uno de los factores del fracaso de construcción de esta Primera República. Será durante este primer enfrentamiento entre realistas e independentistas donde se producirá la famosa entrega de Miranda a los españoles por parte de Bolívar, acusándolo de traición, sobre la que hay varias interpretaciones.


Bolívar viajará a Cartagena tras el fracaso de la Primera República para reflexionar y analizar los elementos fallidos y no repetirlos en el futuro. Todo esto lo plasmará en el denominado Manifiesto de Cartagena (1812).


Tras esta estancia en Cartagena, se reanudarán los enfrentamientos, en los cuales, esta vez, las tropas independentistas conseguirán varias victorias frente a los realistas, consiguiendo así llegar a Caracas, donde tuvo que enfrentarse a los llaneros, lo que nos indica que ni todos los americanos deseaban la independencia, ni los únicos enemigos de los independentistas eran los españoles, algo de lo que se dio cuenta el propio Bolívar ya que este enfrentamiento contra los llaneros “le hizo convencerse de que su derrota no se la habían infligido los españoles sino sus propios compatriotas americanos”[2].


Esta derrota contra los llaneros supuso el fracaso de la Segunda República y con ello la huida de Bolívar a las Antillas, donde escribirá la famosa Carta de Jamaica en 1815 en la que trata detalladamente el tema de la independencia y sus causas, así como su idea de organización y régimen a implantar en los países liberados. Pero como casi todo en nuestro personaje, también esta Carta de Jamaica da lugar a variedad de opiniones e interpretaciones, como por ejemplo, la siguiente afirmación: “La Nueva Granada se unirá con Venezuela, si llegan a convenirse en formar una república central, cuya capital sea Maracaibo, o una nueva ciudad que […] se funde entre los confines de ambos países, en el soberbio puerto de Bahía-honda. […]Los salvajes que la habitan serían civilizados y nuestras posesiones se aumentarían con la adquisición de la Goagira. Esta nación se llamaría Colombia. […] Su gobierno podrá imitar al inglés; con la diferencia de que en lugar de un rey habrá un poder ejecutivo electivo, cuando más vitalicio, y jamás hereditario, si se quiere república; una cámara o senado legislativo hereditario”. Podemos observar claramente como Bolívar despreciaba a los indios o cómo se encontraba completamente vinculado a la Corona inglesa.


Bolívar, tras este segundo fracaso, se dio cuenta de que los sectores subalternos y los indígenas seguían a una serie de caudillos que no tenía a su favor, pero que los necesitaba para la causa independentista. Consiguió, por un lado, vencer a varios de ellos, y por otro, apaciguar a parte de los pardos y los llaneros compensándolos con los bienes confiscados a los realistas y, en teoría, suprimiendo la esclavitud, un hecho que fue más retórico que efectivo. Todo esto nos hace replantearnos también, como dijimos al principio, al tiempo que corroboramos, si la revolución estaba más enfocada a los criollos y clases altas, o a toda la población, ya que de no haber sucedido lo anteriormente expuesto, no sabemos si los hubiera tenido en cuenta para su proyecto independentista.


En julio de 1817 Bolívar consigue conquistar la ciudad de Angostura y proclama la Tercera República. Desde aquí y con ayuda de mercenarios ingleses e irlandeses, consigue el 25 de julio de 1819 conquistar Boyacá para, un mes más tarde, entrar de forma triunfal en Bogotá.


Los hechos que se produjeron posteriormente nos siembran de nuevo la duda sobre nuestro personaje, ya que la expulsión de los realistas no significó la mejoría de gran parte de la población americana. Además, las tierras que se iban confiscando a los realistas se repartían entre el ejército patriota, entre los caudillos y oficiales superiores, mientras que el común del ejército se iba con las manos vacías, lo que nos lleva de nuevo a plantearnos si las acciones que realizaba Bolívar estaban encaminadas a lograr el mayor beneficio para la población americana o solo para su grupo de confianza y de su clase.


Después de lograr la deseada independencia, Bolívar se encontró con la cruda realidad, que no era otra que la evidente heterogeneidad entre la población, intereses contrapuestos, rebeliones de caudillos, etc. Aspectos todos ellos que hicieron que, poco a poco, Bolívar comenzara a perder apoyos. Algunos caudillos se levantaron contra Bolívar pero fueron reprimidos. Fue una consulta popular en 1829, en la que los ciudadanos colombianos tuvieron ocasión de pronunciarse sobre la forma de Estado que había de adoptar la Unión en el futuro, lo que acabaría con Bolívar, ya que el resultado fue una victoria incontestable del separatismo, debido a la coacción por parte de los caudillos regionales y locales. Bolívar admitía haber llegado al final de su trayectoria política y presentaba su renuncia.


A modo de conclusión, y para no adelantarnos en cuanto a las interpretaciones y utilización de Simón Bolívar, afirmaremos únicamente que el Libertador es un referente en América Latina aunque no en todos los países por igual, e incluso fuera de ella. Las siguientes palabras extraídas del libro de Antonio Sáez de Arance resumen bien quién es y lo que representa nuestro personaje: “Simón Bolívar es para los venezolanos lo mismo que George Washington para los estadounidenses, Napoleón Bonaparte para los franceses o Mustafá Kemal Atatürk para los turcos, es decir, un héroe, una figura indiscutible e incontestable en torno a la cual se articulan todo tipo de discursos, relatos y sistemas iconográficos de conocimiento general y aceptación común entre la ciudadanía” [3].


II. Estructura y articulación


II.1. Bolívar en la historiografía: mitificaciones, desmitificaciones


Simón Bolívar no es una excepción dentro de la historiografía, pues como prácticamente la totalidad de los personajes históricos, da lugar a diferentes interpretaciones, muy variadas e incluso contradictorias. A continuación, trataremos de ofrecer varias de estas visiones sobre el Libertador.


En el caso de nuestro personaje, estas interpretaciones dependen en muchas ocasiones del país de donde provengan, pues de Venezuela por ejemplo, la mayoría, por no decir la totalidad de los escritos sobre Bolívar, serán profundamente mitificadores, como por otro lado es normal, pues es su personaje por excelencia. La postura contraria incluso está mal vista por algunos autores, como Armando Rojas, que afirma: “Es doloroso reconocer que existen venezolanos que quisieran cerrar con siete llaves el Sepulcro de Bolívar. Contra esta corriente suicida es necesario reaccionar. Es menester acentuar la prédica de los grandes principios bolivarianos”[4].


En el caso de Perú, podemos encontrar tanto mitificaciones como desmitificaciones, pues en este país, la llegada del libertador dio lugar a mucha controversia y posturas enfrentadas.


Quizá, las diferentes visiones acerca del Libertador sean producto de que Bolívar fue un hombre complejo, como nos dice John Lynch: “Bolívar fue un hombre excepcionalmente complejo, un libertador que desdeñaba el liberalismo, un republicano que admiraba la monarquía”[5].


En esa línea mitificadora que hemos señalado, situamos a Juana de Ibarbourou, importante poetisa uruguaya conocida como Juana de América, que nos proporciona el siguiente retrato de nuestro autor: “En él no había nada vulgar, ni de inferior. Parece que Dios mismo se hubiera complacido, al crearlo, en hacer de él la imagen más atrayente del heroísmo. Si tuvo faltas y defectos, su propia grandeza los borra de tal modo que con él es ya casi imposible hacer crítica fría o sencillamente serena: avasalla, sugestiona y por fuerza todo estudio sobre su personalidad vertiginosa se transforma en alabanza exaltada y en rendido panegírico”[6]. Como sus propias palabras revelan, la objetividad con Bolívar se haría imposible, ya que todo en Bolívar se transforma en exaltación.


A tal punto llega la cerrazón y la dirección del sentimiento, que dicha poetisa llegó a afirmar que es a Bolívar al único humano que le cabe el título de superhombre, pues es la figura “más altiva y empinada” que posee la historia de América.


Testimonio a tener en cuenta también, es el del afamado escritor cubano José Martí, cuyas palabras no dejan lugar a duda sobre lo que Simón Bolívar ha significado para algunos hispanoamericanos: “¿A dónde irá Bolívar? ¡Al respeto del mundo y a la ternura de los americanos! ¡A esta casa amorosa, donde cada hombre le debe el goce ardiente de sentirse como en brazos de los suyos en los de todo hijo de América, y cada mujer recuerda enamorada a aquel que se apeó siempre del caballo de la gloria para agradecer una corona o una flor a la hermosura! ¡A la justicia de los pueblos, que por el error posible de las formas, impacientes o personales, sabrán ver el empuje que con ellas mismas, como de mano potente en lava blanda, dio Bolívar a las ideas madres de América!”[7]. Esta afirmación está además relacionada con otro aspecto que se le atribuye a Bolívar. Martí no hace distinciones entre los diferentes pueblos de América, los engloba a todos y es que a Bolívar se le ha considerado en varias ocasiones el precursor del panamericanismo, de la unión de los países latinoamericanos. Cuestión bastante discutible si recurrimos a las fuentes, y leemos al mismo Bolívar en una carta que escribió a Santander en 1825, en la que afirma lo siguiente: “nuestra federación americana no puede subsistir si no la toma bajo su protección la Inglaterra; si nos ligamos a Inglaterra existiremos, y si no nos ligamos nos perderemos infaliblemente. Luego es preferible el primer caso”. Es decir, el mismo Simón Bolívar era consciente de que sin la ayuda en este caso de Inglaterra, no podrían sobrevivir, por lo que esta unión de países latinoamericanos no fue una realidad. Una ayuda inglesa no sin contraprestaciones como es sabido, pues la práctica totalidad de las nuevas poblaciones pasaron a estar bajo el yugo y la dependencia anglosajona.


Uno de los aspectos más reseñados sobre la figura de Bolívar, es la consideración que de la libertad tiene, hasta el punto de dar lugar a su principal pseudónimo, el de Libertador. En la mente de Bolívar el concepto de justicia está íntimamente unido al concepto de libertad: “el ejercicio de la justica, decía en Angostura, es el ejercicio de la libertad”[8]. Unamuno por su parte, señala que: “Bolívar era un hombre que hacía la guerra para fundar la única paz duradera y valedera, la paz de la libertad”[9].


Vinculado al tema de libertad, podemos destacar la cuestión de los esclavos, sobre la que también encontramos mitificaciones y desmitificaciones, aunque, en este aspecto, puede haber diferencias, ya que la situación no fue la misma en todos los territorios, por lo cual, no se puede generalizar.


El intelectual venezolano Miguel Acosta Saignes, describe a Bolívar como “empeñoso libertador de esclavos”, y Armando Rojas nos dice que “una de las primeras medidas que tomó en esta empresa de libertar al Continente, fue la de liberar a sus esclavos de San Mateo. Nada de esclavos. La nueva sociedad sería una sociedad de hombres libres”[10]. Estos son algunos ejemplos de valoración positiva de la actitud de Bolívar frente a los esclavos. Sin embargo, Morote afirma, entre otras cosas que: “Durante la dictadura del “Libertador” empeoró la situación de los esclavos eliminándose las pocas posibilidades que tenían para obtener la emancipación. Es más, se reglamentó su trabajo confirmando las malsanas costumbres de la Colonia”[11]. “Tras el fin de la esclavitud decretado por San Martín, con la llegada posterior de Bolívar, se decretaron algunas medidas. Entre ellas, que podrían obtener la libertad los esclavos que se hubieran “distinguido por su valor en el campo”, que hubieran quedado inválidos o que hubieran permanecido un largo tiempo en las filas. El número de héroes negros premiados por el Libertador fue muy reducido. Dada la breve campaña, a muchos esclavos se les negó la libertad obligándoles a regresar con sus amos. En este sentido se impusieron fuertes penas a los peruanos que ocultasen a esclavos. Los negros lisiados en la guerra no fueron acogidos ni por caridad por sus antiguos amos y tuvieron que dedicarse a mendigar por las calles y plazas. En resumen, Bolívar regresó a una legislación esclavista pura y dura”[12]. “Algunas “reglas para dignificar” el trabajo de los esclavos dictadas por Bolívar fueron: autorizar a los amos a corregir a los esclavos dándoles hasta 12 latigazos o hacerlos trabajar de 6 de la mañana a 6 de la tarde en el campo, y hasta las 8 de la noche en los trapiches y, después, se les tenía que enseñar los dogmas de la religión”[13].


Cierto es que las situaciones no fueron las mismas en los distintos países y que habría que situarlas dentro de su propio contexto pero, ¿cómo son posibles versiones tan dispares sobre el mismo tema? Morote además, cita a Lynch para referirse a la misma cuestión: “Según Lynch, los amigos del padre de Bolívar decían que “los esclavos solo tenían una inclinación natural por el vicio y la independencia”, mientras que su madre se quejaba “del precio de los esclavos y de las dificultades para conseguir que reprodujeran”[14].


Continuemos con todo lo dicho sobre Bolívar. Otro aspecto sobre el que se ha escrito y debatido en multitud de ocasiones es el de la forma de gobierno que llevó a cabo, si fue un demócrata o no. Sobre esta cuestión encontramos también lecturas muy diversas. John Lynch, que tan grandes frases nos ha dejado sobre el Libertador, nos deja otras que dan más lugar a duda y debate: “En principio, Bolívar era un demócrata y creía que el gobierno debía responder ante el pueblo”[15].


Elevar a la categoría de demócrata a Simón Bolívar, al menos tal y como hoy lo entendemos, resulta un tanto excesivo, si tenemos en cuenta el sistema de gobierno que ejerció, ya que estableció una constitución vitalicia, con un presidente vitalicio, que en la práctica tenía los mismos privilegios y atribuciones que un rey absolutista, incluso sobrepasaba las atribuciones de un rey constitucional como el de Reino Unido.


Basta consultar algunos artículos de esa constitución para dudar del calificativo de demócrata que muchos autores le atribuyen. Así, en el artículo 80, podemos leer que el Presidente Vitalicio “es el Jefe de la administración del Estado, sin responsabilidad por los actos de dicha administración”. A mi juicio, y a la luz de lo citado, parecer difícil sostener que Bolívar fuera un demócrata ya que propio de dichos gobiernos es exigir a sus responsables rendir cuenta de sus actos.


Otras de las atribuciones del Presidente Vitalicio era la de “Nombrar todos los empleados del Ejército y Marina”, lo que le garantizaba el poder directo sobre el ejército y por lo tanto ningún tipo de separación de poderes. Este sistema tampoco respetaba los escalafones ni los reglamentos internos.


Dicho presidente estaba también autorizado a “Nombrar a los empleados de Hacienda”, por lo que la economía estaba también bajo su control. Progresivamente vamos comprobando cómo Bolívar iba teniendo el poder sobre los aspectos más importantes del Estado, algo inversamente proporcional a cualquier demócrata.


Pero aún hay más, la misma constitución autorizaba al Presidente Vitalicio a “conceder patentes de corso”, esto es, permisos que se les concedían a ciertas personas para cometer actos prohibidos a los demás. Morote explica con claridad lo que esto suponía: “Con esta atribución el presidente dejaba atrás el principio elemental de igualdad ante la ley de todos los ciudadanos, para dar paso a la absurda legalización de actos ilegales de acuerdo a las preferencias, amistades o intereses del mandatario”[16].


Apoyados en sus mismos textos, en las fuentes, parecen despejarse poco a poco las dudas sobre el “Bolívar demócrata”, y creo que resulta difícil argumentar desde la razón a su favor.


Por si quedara alguna duda aún, las siguientes palabras del propio Bolívar deberían despejarlas: “he de confesar que este país no está en situación de que lo gobierne el pueblo, cosa que hay que convenir es en general mejor en teoría que en práctica. No hay país más libre que Inglaterra, bajo una monarquía bien regulada (…) De todos los países, Sudamérica es la menos apta para gobiernos republicanos. ¿En qué consiste su población sino en indios y negros más ignorantes que la vil raza de los españoles de la que acabamos de emanciparnos? Un país representado y gobernado por gente así tiene que ir a la ruina. Tenemos que acudir en auxilio a Inglaterra (…) Puede usted decir que yo no he sido enemigo jamás de las monarquías en principio general; al contrario, las considero necesarias”. De nuevo se aprecia a la perfección la predilección de Bolívar por Inglaterra, lo que desembocará en su subordinación.


En opinión de Evelio Rosero: “de Bolívar provienen las pequeñas y grandes dictaduras, y todas estas adversas y corruptas administraciones que los más cínicos han dado en llamar países en vía de desarrollo”[17]. Quizá estas palabras resulten exageradas, pero es un ejemplo más de las variadas interpretaciones que despierta nuestro personaje. El mismo autor, en su obra La carroza de Bolívar, hace hincapié en diferentes aspectos del Libertador que han sido profundamente exaltados o desvirtuados como por ejemplo su papel como militar, aludiendo a las múltiples huidas que había llevado a cabo Bolívar, utilizando en este aspecto el nombre que le asignó Piar, “Napoleón de las retiradas”; la adjudicación de victorias que no le pertenecían o la exaltación de batallas cuando solo habían sido encuentros, combates, aventuras, etc. Se refiere también Rosero al desprecio que Bolívar sentía hacia los esclavos y los negros, así como su gusto por las mujeres, no siendo especialmente caballeroso.


Duras palabras hacia Bolívar son las dirigidas por Karl Marx, refiriéndose al Libertador de la siguiente manera en una carta a Engels: “En lo que toca al estilo prejuiciado, ciertamente me he salido algo del tono enciclopédico. Hubiera sido pasarse de la raya querer presentar como Napoleón I al canalla más cobarde, brutal y miserable”[18]. Dichas alusiones de Marx son de las más llamativas, pues en Hispanoamérica se asocia a Bolívar con el socialismo, el denominado socialismo bolivariano y siendo Karl Marx el padre del socialismo, son más que llamativas estas palabras, lo que por otro lado nos sirve para darnos cuenta de la incongruencia de algunos adjetivos vinculados a Bolívar y de la utilización que se hace de su figura para asociarla a otros fines, pero este es otro tema que abordaremos más adelante.

Todos estos son solo algunos ejemplos sobre cuestiones que rodean a nuestro personaje y cómo se han abordado desde visiones tan diferentes, ensalzándolas o desdeñándolas, algunas con más dudas y otras con menos, pero siempre debatidas.


II.2. Utilización política de Simón Bolívar. (¿Quién ha utilizado a Bolívar?, ¿En qué momento?, ¿Con qué finalidad?)


Simón Bolívar ha sido objeto de numerosas interpretaciones, como hemos visto en el apartado anterior, y también su figura se ha utilizado para dar nombre a diferentes fenómenos, principalmente en el ámbito político. A continuación mostraremos algunos ejemplos de la utilización que se ha realizado de nuestro personaje, por parte de quién, en qué momento y con qué finalidad.


Simón Bolívar ha sido abordado desde multitud de perspectivas (literarias, históricas, artísticas…), pero por lo que respecta a la política, su uso se realiza en América Hispana, y más concretamente, en Venezuela. En dicho país se podría decir que Bolívar es omnipresente, pues prácticamente en todos los pueblos y ciudades nos encontramos con alguna calle o plaza que lleva su nombre. De hecho, y como nos manifiesta Nikita Harwich, desde finales del siglo XIX, “las plazas principales de todos los pueblos venezolanos deben, obligatoriamente, llevar el nombre de Plaza Bolívar y que un retrato del Libertador debe, obligatoriamente, figurar en la pared de toda oficina pública”[19]. Nos encontramos con una entidad federal denominada Estado Bolívar, una Universidad Simón Bolívar, la propia moneda es el bolívar, etc. Pero, por si esto no fuera suficiente, desde 1999, el país cambió su nombre oficial para pasar a llamarse República Bolivariana de Venezuela.


Como podemos observar, el Libertador aparece por todos los lugares casi sin necesidad de buscarlo. Con estos ejemplos nos planteamos la primera de las cuestiones, y es, que si este uso mítico, devoto, podríamos decir incluso, excesivo de Bolívar, quizá esté impidiendo a estas sociedades conocer real y correctamente a nuestro personaje.


Por lo que respecta al terreno político, podríamos decir que el primer presidente de Venezuela, José Antonio Páez (1830-1835), fue antibolivariano, en el sentido de que encabezó el movimiento separatista de la Gran Colombia, lo cual nunca hubiera defendido el Libertador. Sin embargo, cuando necesitó regresar al poder, se convirtió en bolivariano y decretó el traslado de los restos de Bolívar de Santa Marta a Caracas. Bolivariano también fue el dictador venezolano Pérez Jiménez. Bolivariano fue el gobierno de Hugo Chávez y las Fuerzas Armadas de Liberación de Colombia. Bolivariano se declara Fidel Castro y lo fue Pinochet. (Harwich, 2003).


Resulta llamativo, cómo Simón Bolívar ha calado tanto, en personajes tan distintos ideológicamente. Es pues, indiscutible, que su figura y labor ha sido entendida de diferentes formas, ya que de lo contrario, resultaría imposible su aceptación por todas estas personalidades. Tampoco sabemos hasta qué punto está utilización del Libertador ha sido fruto de su admiración o simplemente para obtener el poder, como se ha visto en alguno de los casos.

En Venezuela se ha utilizado el nombre de Bolívar para definir una ideología mantenida por sus gobernantes, el denominado "socialismo bolivariano". Conociendo algo de la labor política que desempeñó nuestro personaje, resulta difícil relacionar ambos términos. En el presente estudio, hemos analizado algunas de las medidas políticas que llevó a cabo el Libertador y distan bastante de lo que comúnmente entendemos por socialismo, por lo que ligar los dos conceptos solo responde a una estratagema política.


Con el hecho de calificarlo como bolivariano, quizá no se pretenda hacer ver que estas ideas sean mantenidas por Simón Bolívar, pero de manera indirecta sí se están relacionando y puede llegarse a creer que sean fácilmente compatibles. La asociación de conceptos no ha sido inocente. Nos encontramos de esta manera el nombre de nuestro personaje relacionado y unido con unas ideas que nada tienen que ver con él, y por tanto, con un claro ejemplo de su utilización para obtener algún tipo de provecho, en este caso, que la población acepte acríticamente la práctica política de los gobernantes actuales porque supuestamente sería el modo de proceder defendido por una leyenda tan arraigada en el conjunto de la población. Sería, de alguna manera, el viejo recurso, utilizado en toda la historia del pensamiento, del criterio de autoridad.


Pero esta vinculación de Bolívar con un pensamiento o ideología de izquierdas concretamente con la cuarta y quinta generación de izquierdas establecida por Gustavo Bueno (la socialista y la comunista), no siempre fue predominante en Venezuela, pues en tiempos de la presidencia de Eleazar López Contreras (1935-1941) se utilizó la figura de Bolívar para fortalecer una "ideología nacional" en oposición a una ideología extranjera como el marxismo. Resulta, cuando menos significativo, que la población venezolana no se haya cuestionado nunca que su personaje por excelencia encaje en cualquier ideología y siempre hayan manifestado su ferviente bolivarianismo independientemente de quién utilizara su figura y para qué fines.


La influencia de nuestro personaje es tal, que va a llegar al otro lado del Atlántico, donde será interpretado de una manera muy diferente. Se tendrá una visión de Bolívar como defensor del orden, dando importancia a su actitud con respecto al ejercicio de poder y sus repercusiones sociales. Estas características de nuestro personaje despertarán interés tanto en la extrema derecha francesa como en la italiana, hasta el punto de convertirse en el inspirador del Duce. (Harwich, 2003).


Las obras dedicadas a Simón Bolívar, aumentaron en el periodo de Guerra Fría, y sirvieron como elemento de pugna entre los dos sectores enfrentados, defendiendo así, imágenes totalmente opuestas del Libertador. Durante este tiempo, se produjo también una cierta revisión historiográfica de nuestro personaje, algo que no gustó demasiado en su país natal, pues se comenzó a insinuar la tentación monárquica de Bolívar o incluso, que hubiera tenido algún antepasado de color.


Con la llegada de Hugo Chávez al poder, se ha continuado con este culto bolivariano, hasta el punto de que Simón Bolívar se ha convertido en el inspirador de la Revolución Chavista. Fue el propio Hugo Chávez, quien mandó exhumar los restos mortales de Simón Bolívar en el año 2010, aduciendo que el Libertador no murió de tuberculosis sino por envenenamiento, un episodio más, relacionado con nuestro personaje, que no puede dejar de pasar inadvertido, pues nada de lo que se haga en torno a la figura de Bolívar en Venezuela, es sin un objetivo claramente definido.


Otra muestra de utilización de Simón Bolívar, por parte de las autoridades, fue la producción de la película Libertador, en 2013. Una biografía financiada por el gobierno venezolano, y por tanto, orientada desde sus intereses, que en ocasiones no se corresponde con la realidad o resulta edulcorada en diferentes aspectos.


Hemos presentado un resumen de las diferentes utilizaciones que de Simón Bolívar se han hecho desde ámbitos, personalidades e ideologías que, a priori, nada tienen que ver entre ellas. Esta pequeña muestra, nos es suficiente para afirmar que el uso y el abuso que se ha realizado del Libertador, ha llevado a una total confusión sobre la realidad del personaje.


II.3. Utilización y manipulación de la figura de Bolívar y sus consecuencias


A raíz de todo lo expuesto sobre Simón Bolívar, hemos de diferenciar la utilización que de su figura se ha realizado, de la manipulación que se ha hecho de la misma, de manera intencionada o no, pero en todo caso, manipulada y no correspondida con la realidad de lo que fue nuestro personaje.


Teniendo en cuenta su importancia en Hispanoamérica y más concretamente en Venezuela, es lógico y normal el uso de su figura para reivindicar, rememorar ciertas actitudes, ideologías o, simplemente, para que nuestro personaje no caiga en el olvido. Es comprensible incluso, aunque no justificada, la exageración de sus cualidades o de su obra, por lo que significó para estos territorios.


Hay que diferenciar también distintas interpretaciones de un episodio o suceso del que no se tienen fuentes fiables, y por lo tanto es susceptible de varios análisis y apreciaciones, de la manipulación de una realidad histórica. Hablamos de manipulación cuando, existiendo fuentes fiables que nos argumentan con datos lo sucedido, se relata algo completamente distinto. Podemos recurrir a ejemplos concretos extraídos de otros apartados del presente trabajo, para entenderlo mejor. Hablamos de manipulación, por ejemplo, cuando se afirma que Bolívar fue un demócrata, ya que solo hace falta acudir a sus escritos políticos para comprobar que lo que el Libertador proponía dista mucho de parecerse a una democracia. Hablamos de manipulación también, cuando se asocia su figura al socialismo, ya que en absoluto Simón Bolívar fue un socialista y, por tanto, vincularlo a esta ideología, supone una manipulación que da lugar a confusiones y malas interpretaciones.


Las principales consecuencias de su utilización, no ya manipulación, son las confusiones que se crean debido a las diferentes visiones que se han dado de él. Como hemos comprobado a lo largo del estudio, y siendo este solo una pequeña muestra de todo lo que representa Simón Bolívar, han sido multitud los autores que han escrito acerca del Libertador, muchas y variadas las causas para las que nuestro personaje ha servido de bandera o icono, y por tanto, todo esto dificulta que podamos tener una imagen clara y nítida de quién fue y lo que hizo.


Para no caer precisamente en lo que de alguna manera estamos criticando, proponemos, más que afirmamos, puesto que no conocemos la totalidad de los casos, la tesis de que no existe una sola imagen o visión de la mayoría de los personajes históricos, puesto que siempre habrá defensores y detractores, pero para el caso que nos atañe, Simón Bolívar no solo es que haya tenido opositores y simpatizantes, sino que ha servido para causas en un principio completamente opuestas, lo que supone aún más dificultad para establecer un conocimiento objetivo y riguroso.


III. Conclusiones.


El objetivo principal que nos planteábamos al comienzo de este modesto estudio, era analizar y conocer la posible utilización que de la figura de Simón Bolívar se pudiera haber llevado a cabo en diferentes ámbitos. Para llegar a este objetivo, en primer lugar hemos estudiado, en la medida de nuestras posibilidades, quién fue Simón Bolívar y cuál fue su labor para que haya pasado a la historia con tanta relevancia.


Una vez conocida la figura del Libertador, analizamos cómo se le ha presentado en la historiografía, qué se ha dicho sobre él tanto a favor como en contra, para poder tener un conocimiento lo más detallado y objetivo posible.


En tercer lugar, nos centramos en su utilización política, ya que es sobre todo el entorno donde más visible se hace su figura, en especial en Venezuela.


Y por último, teniendo un conocimiento más conformado sobre nuestro personaje y basándonos en las fuentes, expusimos algunas manipulaciones que se han realizado de Bolívar, puesto que no se corresponden con la realidad, así como las consecuencias que tiene toda esta utilización e información no solo variada sino opuesta del Libertador.


Teniendo en cuenta todo lo anteriormente expuesto, podemos denunciar una determinada manipulación que del Libertador se hace y que solo resulta visible a luz del estudio detallado que hemos realizado. Hemos descubierto que es un personaje que se ha tratado de manera cuantiosa en la historiografía y por lo tanto encontramos bastante información para analizar y con la que forjarnos una idea más completa acerca del mismo.


No obstante, este estudio conlleva también ciertas limitaciones ya que, aunque muestra un conocimiento y una imagen de Bolívar distinta a la que en principio pueda tener alguien que no es experto en el tema, no es un trabajo lo suficientemente extenso como para abordar la temática propuesta al inicio. Consciente de estas limitaciones, pretende solamente servir como punto de partida para ulteriores investigaciones, más desarrolladas y en mayor profundidad.


A pesar de lo escueto que pueda parecer dicho estudio si se tiene encuanta la cantidad de bibliografía y trabajos realizados entorno a Bolívar, parece bastante claro que es un personaje ensalzado en exceso, en general, poco criticado, y del que se tiende a elogiar sus "hazañas" y a pasar por alto aspectos que, en cualquier otro personaje, hubieran sido, sin duda, criticados. La utilización exagerada de su figura ha contribuido a proyectar una idea del Libertador que no se corresponde con la verdad y que dificulta su estudio riguroso y conocimiento objetivo.


Bibliografía:


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Notas:

[1] Morote, 2007, Bolívar, libertador y enemigo nº 1 del Perú. [2] Sáez Arance, 2013, Simón Bolívar. El Libertador y su mito, p. 69. [3] Sáez Arance, 2013, Simón Bolívar. El Libertador y su mito, p. 177. [4] Rojas, 1987, El quijotismo de Bolívar, p. 14. [5] Morote, 2007, Bolívar, libertador y enemigo no. 1 del Perú [6] Parilli, 1996, Escritores y poetas ante la gloria de Bolívar, págs. 29-30. [7] Parilli, 1996, Escritores y poetas ante la gloria de Bolívar, p. 14. [8] Rojas, 1987, El quijotismo de Bolívar, p. 86. [9] Parilli, 1996, Escritores y poetas ante la gloria de Bolívar, p. 23. [10] Rojas, 1987, El quijotismo de Bolívar, p. 21. [11] Morote, 2007, Bolívar, libertador y enemigo no. 1 del Perú, págs. 86-87. [12] Morote, 2007, Bolívar, libertador y enemigo no. 1 del Perú, p. 88. [13] Morote, 2007, Bolívar, libertador y enemigo no. 1 del Perú, p. 89. [14] Morote, 2007, Bolívar, libertador y enemigo no. 1 del Perú, p. 89. [15] Lynch, 2006, Simón Bolívar, p. 380. [16] Morote, 2007, Bolívar, libertador y enemigo no. 1 del Perú, p. 213. [17] Rosero, 2012, La carroza de Bolívar, p. 171. [18] Marx, edición 2001, Simón Bolívar, p. 76. [19] Harwich, Iberoamericana, III, 10 (2003), 7-22.


Sobre el autor:


Víctor Peral Garrido es graduado en Historia por la Universidad de Salamanca y profesor de Geografía e Historia en educación secundaria.

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