Por Lorenzo Ramírez
Resumen: En España tenemos grandes físicos, pero la minusvaloración propia, el desconocimiento y en parte la mala prensa nos ha hecho olvidarlos. Nos hemos olvidado de Domingo de Soto, de Corachán y de Salvá. Todos pioneros en sus respectivos campos
Palabras clave: ciencia, física, física española, España, historia, leyes físicas.
I. Introducción.
La física es el estudio de la naturaleza, del todo, pues abarca desde cómo cae un simple objeto, qué le pasa a ese objeto si le lanzamos a 25º sobre un plano (mecánica clásica), la meteorología, qué ocurre a nivel atómico (mecánica cuántica y cuántica de campos), qué tipos partículas hay(física de partículas), qué pasa con los electrones en movimiento y qué pasa con los campos magnéticos (electromagnetismo), qué pasa cuando juntamos el electromagnetismo con la visión (óptica física básica), qué pasa cuando un átomo emite diversos tipos de radiación (física nuclear), qué pasa con el tiempo y el espacio a velocidades cercanas a la de la luz (relatividad especial) y qué pasa también cuando metemos la gravedad en dicho modelo (relatividad general).
II. La física en España.
Generalmente en nuestro país son minusvaloradas las ciencias naturales y es algo extremadamente erróneo por nuestra parte. Conocemos quién fue Isaac Newton, Werner Heissenberg, Erwin Schrödinger, Albert Einstein… Pero no conocemos popularmente a nuestros físicos, cuando fue uno de ellos, anterior a Newton cabe destacar, quien enunció una de las primeras leyes de la dinámica, en otras palabras, dio origen a la concepción clásica de la gravedad. Otro de ellos fue el padre de la telegrafía, y por ello, el padre de las telecomunicaciones. No fueron Alexander Graham Bell ni Marconi, sino un español. Este pensamiento da lugar en primer lugar a sobrevalorar lo externo, en segundo lugar a no defender nuestra ciencia y en tercero a no defender a nuestros científicos tanto dentro como fuera de nuestras fronteras. Esto último lleva aparejado un componente político, y es que hay premios que se otorgan a veces por simpatía o no se otorgan por antipatía política, como sucede a veces con los Nobel de Física.
III. Físicos famosos españoles.
Ya en Al-Andalus hubieron científicos -la diferencia entre un físico, un químico (o alquimista en aquella época) y un matemático era muy difusa- bastante notables, pues ellos introdujeron los números arábigos (1,2,3,4,5, etc.) a través de códices y fue justo en San Millán de la Cogolla en La Rioja donde se encuentra el primer registro de estos números en Europa. También se introdujo la trigonometría con sus funciones más básicas: Seno, coseno y tangente. Asimismo se tradujeron los libros de Al-Juarismi, padre del álgebra y cuyo apellido dio origen a las palabras guarismo (símbolo numérico) y algoritmo. También de la mano de estos matemáticos tenemos la palabra cifra y cero de la palabra árabe sifr, que significa “vacío” o “cero” y que dio nombre también a este número en diversos idiomas. Anteriormente no se tenía el concepto de cero, lo cual fue un avance tremendo en las matemáticas.
En la época de Al-Andalus lo que habían eran sobre todo lo que hoy denominamos astrónomos, pero eran una mezcla entre astrólogos y físicos, aunque la gran mayoría eran multidisciplinares siendo médicos, historiadores, etc... Un ejemplo notable fue Maslama Al-Mayriti, consejero de Almanzor y denominado primer madrileño de la historia.
En el siglo X también tenemos a Lupito de Barcelona, también conocido como Sunifredo (en aquella época Barcelona se encontraba bajo control cristiano) quien desarrolló el astrolabio que a posteriori se extendió por todo el Califato de Córdoba.
Sin embargo, hubo un astrónomo notable de la época de Al-Andalus, Az-Zarqali o Azarquiel que era natural de Toledo. Hay indicios que era capaz de predecir apariciones de cometas mediante cálculos y observaciones, de estar esto demostrado históricamente, Az-Zarqali se podría haber adelantado 700 años a Edmund Halley.
Tras la caída del Reino de Granada el 2 de enero de 1492 ya se comenzó con la especialización entre física y química. Aunque la segunda no se separó de la alquimia hasta que Lavoisier enunció la ley de conservación de la materia. Esta especialización de las ciencias coincide más bien con el paso de la Baja Edad Media a la incipiente Era Moderna.
El primer español que enunció una ley física importante fue Domingo de Soto, que fue un fraile dominico nacido en Segovia en 1494 y falleció en Salamanca en 1560. Entre sus haberes fue confesor de Carlos I de Habsburgo -conocido también como Carlos V del Sacro Imperio Romano Germánico- y enunció una ley muy importante de la física elemental. Dicha ley con palabras actuales dice: “Todo objeto sometido a una caída libre cae con aceleración constante”.
Es decir, fue el primero en enunciar el prolegómeno de la Ley de la gravedad[1], la cual usaría Galileo Galilei para exponer el Movimiento Rectilíneo Uniformemente Acelerado o MRUA. que es la generalización de esta ley para cualquier movimiento sometido a una aceleración uniforme.
También fue esencial para Isaac Newton para enunciar sus tres leyes, fundamentales para la Física elemental que aún a día de hoy se siguen estudiando en el Bachillerato.
Como curiosidad dejo esta afirmación que es un corolario -afirmación que es consecuencia de una ley-: Una pluma de 1g y una bola de acero de 1g caen a la misma velocidad siempre y cuando no haya fricción con el aire. Esto ha sido demostrado en cámaras de ultra alto vacío.
En el siglo XVII tenemos a Juan Bautista Corachán que nació en Valencia en 1661 y falleció en la misma ciudad en 1741. En su haber científico tradujo los escritos de Descartes, Nicolás Copérnico y Tycho Brahe al español, los cuales en aquella época eran vitales para la concepción del modelo heliocéntrico. También se puede decir que fue el primer físico español al 100% ya que junto a Bernardo José Zaragoza (su maestro), también de Valencia -y primer español en romper con el modelo cosmológico aristotélico al observar los cometas con unos anteojos potentes para la época- formaron lo que sería la física española primigenia.
Ya en el siglo XVIII está Francisco Salvá Campillo (natural de Barcelona y nacido en 1751), padre de la telegrafía. En 1795 hizo demostraciones en Barcelona y en Madrid. Propuso extender una línea telegráfica entre Alicante y la isla de Mallorca (concretamente hasta Palma), que al final no se llevó a cabo. Su trabajo fue reconocido por Marconi quien creó la telegrafía sin hilos y las primeras radios. Asimismo fue el primer meteorólogo español y escribió tratados de meteorología.
En el siglo XIX, aunque no era puramente físico, sino ingeniero, tuvimos a Isaac Peral, creador del submarino militar plenamente independiente.
En los siglos XIX y XX tenemos a uno más conocido: Blas Cabrera, que fue un físico experimental que conoció personalmente a Albert Einstein y que participó en los Congresos de Solvay, donde se reúnen los “pesos pesados” de la física mundial desde 1911. Siempre estuvo obsesionado con encontrar un monopolo magnético (físicamente imposible teniendo en cuenta las leyes matemáticas de la magnetostática). Sin embargo, su nieto, Blas Cabrera Navarro dijo que lo consiguió con bobinas superconductoras, sin embargo, no se ha conseguido reproducir hasta el día de hoy, por lo que no se considera demostrada la existencia de dicho monopolo magnético.
Blas Cabrera tuvo que abandonar España en la Guerra Civil debido a sus ideas republicanas como otros muchos científicos de otras disciplinas. Falleció en México habiéndo retirado, por parte de la dictadura franquista en la Orden del 4 de febrero de 1939 del Ministerio de Educación Nacional todos sus reconocimientos científicos. Tales reconocimientos han sido restaurados en los últimos años a proposición del entonces Ministro de Ciencia Pedro Duque.
En el siglo XX también hay otro “peso pesado” de la física española. Es José María Plans Freyre. Pionero de la introducción de la Relatividad General de Einstein en España tres años después de su publicación junto a otros físicos españoles de la época.
IV. Física y ciencia actual en España: La política continuista del “¡Que inventen ellos!”
En España tenemos a todos estos grandes físicos. No tenemos que irnos a otros países para buscarlos, que también los hay, pero en casa tenemos a pioneros, investigadores base (que tienen líneas de investigación que no son aplicables a priori, pero que pueden ser aplicadas en el futuro) que son magníficos, muchos de los cuales en la actualidad han estado en la fuga de cerebros de los pasados años debido a que los gobiernos de Zapatero, Rajoy y Sánchez no han invertido lo suficiente en I+D. Actualmente en España se sigue con la política franquista del “Que inventen ellos” quedando nosotros como un país dedicado al turismo y al ordeno y mando de la Unión Europea. En mi sincera opinión, la investigación científica otorga soberanía a un país, siempre y cuando ésta esté sometida al interés general de la clase obrera del país en cuestión. Hace años, hablando con un amigo de un laboratorio de investigación de químicas me dijo que una famosa empresa de tintes para el pelo daba dinero a su facultad de químicas para que investigaran “Tintes que no dañasen el pelo” (sic.). ¿Qué clase de línea de investigación es esa? Pues una línea privada que tiene que tomar un laboratorio por falta de subvenciones públicas. Encima, las patentes que saquen de esa línea -de cualquier línea de investigación subvencionada con fondos privados- se las queda la empresa privada, no la facultad o el departamento.
Hace bastantes años, concretamente al final del franquismo y principios de la actual democracia burguesa se llevaba a cabo el llamado “Proyecto Islero” por múltiples físicos españoles. Su finalidad era crear una bomba atómica española. Por presiones de la OTAN y de Washington este proyecto fue abandonado en la época de la primera legislatura de Felipe González. Por casos como este digo que la ciencia otorga soberanía a un país, pero siempre y cuando esté sometida al interés público de una nación.
V. El internacionalismo científico contra el chauvinismo científico. Una aclaración.
No quiero que con todo esto se minusvalore por parte del lector a otras naciones, ni mucho menos, pues la ciencia es algo internacional y requiere colaboración entre países. De hecho la Unión Soviética lanzó el programa Intercosmos, en el cual estuvo el primer astronauta de la hispanidad, Arnaldo Tamayo Mendez, de Cuba. También en ramas tales como la astrofísica es vital esta colaboración, ya que, si hay que hacer una observación a nivel planetario deben colaborar observatorios de ambos hemisferios.
En la Ciencia hay dos requerimientos vitales para que un descubrimiento sea válido, y este es la reproducibilidad de las pruebas de laboratorio, esto es que en condiciones iguales pueda ser reproducida (valga la redundancia) la prueba del fenómeno. También está la repetibilidad, también vital. Y esto es usado a nivel mundial. Sin embargo, a veces surgen egoísmos e incluso casos de chauvinismo científico, sobre todo en la astrofísica y en el electromagnetismo cuando se descubre un planeta del sistema solar. Por todos es sabido que cuando alguien descubre algo, este le pone nombre. Pues pasó con un planeta que fue descubierto más allá de Plutón simultáneamente por un estadounidense y un español. Ya menos conocido es el caso de la Ley de Faraday del magnetismo, a la cual los rusos le llaman Ley de Lenz.
Un caso de chauvinismo científico famoso -por llamarlo así- fue el caso del accidente de Chernóbil. El desastre fue causado por órdenes políticas de una prueba en el núcleo del reactor ordenadas desde un PCUS ya en las últimas. No se admitieron ayudas de otros países cuando se podía haber arreglado. Actualmente en España, las pruebas nucleares las ordena el CSN (Consejo de Seguridad Nuclear) y este está compuesto por físicos nucleares formados y formados. Dichas pruebas son hechas bajo estricto control y con garantías de seguridad
Notas:
[1] Con “Ley de la gravedad” me refiero que la fuerza es la multiplicación de la masa por la aceleración (matemáticamente F=m·a, siendo a la aceleración de la gravedad en la superficie terrestre con un valor de -9,8 m/s²). No me refiero a la ley de la gravitación universal.
Sobre el autor:
Lorenzo Ramírez (Madrid, 1989) es estudiante de Físicas por la Universidad Complutense de Madrid y la UNED. También es uno de los primeros españoles en estudiar coreano en Pyongyang, capital de la República Popular Democrática de Corea.
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