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14.3- Conceptos fundamentales del Materialismo Político (III)

Actualizado: 10 dic 2022

por Mariano Utín


Resumen: El Materialismo Político (MATPOL) es un sistema filosófico en construcción propiciado por el politólogo Santiago Armesilla, que consiste en la concepción materialista de la vida política. Resultante del entretejimiento y fusión del Materialismo Histórico de Marx y el Materialismo filosófico de Bueno, su objetivo es la comprensión material, plural, concreta, dialéctica, histórica y política de la realidad, para, a través de su implantación política en sentido fuerte, en un Estado-nación de escala civilizatoria o imperio generador, transformarla en sentido radical a la mayor escala zootrópica-antrópica posible. Marx construyó su crítica y su sistema filosófico invirtiendo a Hegel y Bueno hizo lo mismo con Marx para purgar del marxismo lo que todavía, según él, arrastraba de idealismo. Armesilla, por su parte, propone una lectura de Marx desde Bueno para, mediante la fusión de ambos sistemas, recuperar el nervio revolucionario del marxismo. Para ello, en su libro “La Vuelta del revés de Marx”, se lanza a la construcción de una nueva ontología. En este tercer artículo se presenta la crítica materialista de la crítica de la economía política de Marx.


Palabras clave: Materialismo Político, Materialismo Filosófico, Materialismo Histórico, Santiago Armesilla, Crítica de la Economía Política.



I. Elementos fundamentales para la crítica materialista de la crítica de la economía política de Marx.


I.1. La idea ontológica de producción en Marx.


La transición de Hegel a Marx es una transición hacia una nueva forma de conciencia filosófica, una nueva ontología, materialista y no idealista, no solo interpretable en términos filosóficos, sino también en términos históricos, políticos y económicos.


Por eso afirmamos que el marxismo no es una ciencia, porque ni El Capital ni los Grundrisse son obras meramente económicas, sino que también filosóficas en un muy alto grado, y la filosofía nunca ha sido, ni será, una ciencia.


Según Gustavo Bueno, La “vuelta del revés” de Hegel realizada por Marx contiene la inversión de las relaciones entre Espíritu absoluto y espíritu objetivo. Marx transmuta el puesto de la Historia y la desplaza hacia el Espíritu objetivo, identificándola con ella. El Espíritu objetivo será para Marx, la Historia, el lugar concreto y material (dentro el marco de las sociedades políticas) donde se realizará la idea de producción.


La retroalimentación entre ontología y Economía Política, entre ideas filosóficas y categorías económicas, entre una concepción materialista de la vida política y un campo económico concreto, objetivo, histórico, real, se dará en Marx mediante el análisis crítico de la relación Trabajo-Mercancía, importante para entender la idea de Producción.


Dentro del capitalismo y en el marco de las categorías de la Economía Política Clásica, el Trabajo se considera una Mercancía. El trabajador entregaría (vendería) su fuerza de trabajo, que “libremente” ha negociado con el capitalista empresario, a cambio de un salario. Así, la fuerza de trabajo será una mercancía más, intercambiable por dinero dentro de las leyes de la oferta y la demanda. Dichas leyes estarían inscriptas dentro de un canon de equivalencias de un supuesto equilibrio (simetría) entre lo que se ofrece y lo que se recibe, dentro de un supuesto esquema de “justicia conmutativa subjetiva”.


En su momento, David Ricardo ya advirtió de que el producto del trabajo vale más que la reproducción del obrero (su salario), rompiendo la identidad, la equivalencia, del sistema descripto.


A su vez, para Marx, el Trabajo (la fuerza de trabajo) sería una mercancía comprada por el capitalista empresario al obrero con el objetivo de incrementar su capital (D-M-D´): Dinero-Mercancía-Dinero(prima). De esta manera, el plusvalor sería la diferencia entre el valor producido por la Fuerza de Trabajo del trabajador y el costo de la reproducción de dicho trabajador (su salario), es decir, el incremento de valor producido por la fuerza de trabajo. Pero la sola aparición del Plusvalor, como hecho objetivo, mostraría la anomalía de un D´ que aparece dentro de una relación de producción, dentro de un supuesto canon de equivalencias. La sola existencia del Plusvalor pulveriza las relaciones de simetría dentro de una economía de equivalencias. Marx entiende que la apropiación de este Plusvalor por parte del capitalista genera capital, que se realiza al vender el producto resultante del proceso de producción (la mercancía). Ahora bien, el Capital para su recurrencia necesita crecer por acumulación de Plusvalor y esa constante acumulación produce una contínua y creciente asimetría entre las partes trabajo-capital, lo que termina por dar una contradicción entre fuerzas productivas y relaciones de producción.


Entonces ¿cómo explicar esta contradicción?


Según la economía margiutilitarista éste D´ (plusvalor) intentará explicarse ofreciendo conceptos oscuros y confusos como la “Teoría marginalista de los Salarios”, donde los factores de producción se remuneran por su “productividad marginal”, definida como el aumento obtenido en la producción por la utilización de una unidad adicional del factor, manteniendo todos los demás constantes. Esto intentará justificar y explicar el llamado “beneficio de gestión” del capitalista, como compensación de su riesgo de inversión o como interés del capital. No obstante, estas explicaciones aparecerán como una maniobra orientada a disimular las contradicciones del propio sistema.


Para la Economía Política Clásica, neoclásica y austríaca, la ontología económica se reduce a los términos de un espacio libre constituido por sujetos puros, mónadas, “personas libres”, consumidores racionales, que intercambian a voluntad, según contratos justos y libres, y contando con toda la información disponible, bienes y servicios por medio del dinero como intermediario virtualmente universal y equivalencial. Y esta ontología surge por el mero hecho del devenir natural de las cosas: el homo economicus. Cabe agregar que éste “espacio” tendrá necesariamente, una realidad jurídica efectiva: el Estado. (muy a pesar de los “libertarios anarcocapitalistas”)


Esta ontología económica será criticada por Marx desde una ontología materialista que verá esta “realidad” económica (el relato burgués), dentro del modo de producción capitalista, como una realidad fenoménica, como un fenómeno de falsa conciencia, pero no en un sentido en que el capitalista engaña al obrero, sino como un engaño global del espacio social entero, es decir, una apariencia.


Para la ontología materialista de Marx, la ontología económica burguesa sería como un conjunto indefinido de sujetos que, separados de su actividad trabajadora sobre las cosas que produce, y separados a su vez del resto de sujetos, no existiría salvo como formas vacías, como apariencia. Por Marx, la “libertad” de dichos sujetos, también será apariencial ya que el trabajo no será, en realidad, un bien que el trabajador podrá ofrecer “libremente”, como tampoco es libre el capitalista para dejar de comprarlo. Hay un principio de necesidad entre las partes (obrero-capitalista) y de necesariedad del sistema.


La figura ontológica de una sociedad de sujetos formales libres será una apariencia, no una falsedad, ya que es tan real y tan objetivo el camuflaje de un soldado como el sujeto camuflado mismo de la sociedad política.


Ahora bien, esa ontología aparencial solo se podrá advertir y manifestarse como tal, cuando sea superada por la acción crítica y política de una concepción materialista de la vida política.


Con respecto a la importancia de la idea de Producción, fue Gustavo Bueno, a principios de la década del 70, quién señaló esto en su libro “Ensayos Materialistas”:


La evolución cósmica contiene, en su proceso interno, la aparición de los cuerpos humanos, que a su vez, se absorben en el proceso general. Cuando este proceso es analizado a la escala de los cuerpos humanos, de suerte que desde la interioridad de esos mismos cuerpos se planea la recurrencia del proceso… (de esos mismos cuerpos),… aparece el proceso evolutivo mismo en la forma de Producción. La idea de Producción comienza ahora a ser una idea filosófica central y no solo un concepto categorial de la economía política. La idea de Producción es así el verdadero nervio del Materialismo Histórico, como alternativa genuina de la Actividad del Espíritu del idealismo alemán (o del Espíritu como actividad). Producción no es solo fabricación (que reduce la idea a M1[du1 en la dimensión físico-corpórea]), ni tampoco creación poética (que reduce a M2[DU2 dimensión psicológica[). Es necesario apelar a M3[DU3 dimensión lógico-abstracta]) para llevar adelante la idea de Producción a contenidos M3 [DU3]

Y más adelante agrega: “La Objetivación del propio cuerpo es el proceso mediante el cual se realiza la Producción. Marx ha sido quién ha introducido esta Idea en Filosofía”.


La Idea de Producción en Marx proviene de la Economía Política, pero tiene una importancia esencial a nivel filosófico, ya que permite romper con la dicotomía naturaleza/cultura del DIAMAT en su versión monista por su dualismo, y meter un tercer elemento que permita una comprensión ontológica de más dimensiones del Cosmos que nos envuelve y del que formamos parte.


El “Hombre” objetiva su existencia, su Ser, a través de la Praxis, es decir, a través de la Producción.


En un párrafo de los Manuscritos de 1844, Marx escribe:


…El Ser objetivo actúa objetivamente y no actuaría objetivamente si lo objetivo no estuviese implícito en su determinación esencial. Sólo crea, sólo pone objetos porque es de por si naturaleza. En el acto del poner no cae, pues, de su “actividad pura” en una creación el objeto, sino que su producto objetivo confirma simplemente su objetiva actividad, su actividad de un ser natural y objetivo.” Es decir, el hombre actúa objetivamente al conformar objetos que, al ser objetos, lo confirman en su objetividad.

Y sigue:


El Hombre es inmediatamente Ser natural. Como ser natural, y como ser natural vivo, está, de una parte, dotado de fuerzas naturales, de fuerzas vitales, es un Ser natural activo; estas fuerzas existen en él como talentos y capacidades, como impulsos; de otra parte, como ser natural, corpóreo, sensible, objetivo, es, como el animal y la planta, un ser paciente, condicionado y limitado (por sus necesidades vitales, entre otras cosas); esto es, los objetos de sus impulsos existen fuera de él, en cuanto objetos independientes de él, pero estos objetos de su necesidad, son indispensables y esenciales para el ejercicio y afirmación de sus fuerzas esenciales (para su vida y su existencia objetiva). El que el hombre sea un ser corpóreo, con fuerzas naturales, vivo, real, sensible, objetivo, significa que tiene como objeto de su ser, de su exteriorización vital, objetos reales, sensibles, o que solo en (esos) objetos reales, sensibles, puede exteriorizar su vida. Ser objetivo natural, sensible, es lo mismo que tener fuera de sí objetos, naturaleza, sentido. El hambre es una necesidad natural; necesita (el hombre con hambre), pues, una naturaleza fuera de sí, un objeto fuera de sí, para satisfacerse (una manzana, por ejemplo), para calmarse. El hambre es la necesidad objetiva que un cuerpo (objetivo y viviente) tiene de un objeto (la manzana, dijimos) que está fuera de él y es indispensable para su integración y exteriorización esencial. El sol es el objeto de la planta, un objeto indispensable para ella, confirmador de su vida, asi como la planta es objeto del sol, como exteriorización de la fuerza vivificadora del sol, de la fuerza esencial objetiva del sol.

Un ser que no tiene su naturaleza fuera de sí no es un ser natural, no participa del ser de la naturaleza (de ahí que Marx afirma que no es la conciencia la que determina al Ser, sino que es el Ser social, lo exterior al “hombre”, con lo que el hombre interactúa, lo que determina su conciencia, su naturaleza y su esencia). Un ser que no tiene ningún objeto fuera de sí, no es un ser objeto. Un ser que no es, a su vez, objeto para un tercer ser, no tiene ningún ser como objeto suyo, es decir, no se comporta objetivamente, su ser no es objetivo. Un ser no objetivo es un NO Ser, un absurdo.” (ya que el no ser es la nada misma).


Así, dialécticamente Marx prosigue: “…tan pronto hay objetos fuera de mí, tan pronto no estoy solo, soy otro, otra realidad que el objeto fuera de mí. Para este tercer objeto yo soy, pues otra realidad que él, es decir, su objeto. Un ser que no es objeto de otro ser supone pues, que no existe ningún ser objetivo…”


De esto se desprende que el “hombre” como ser, es objetivo (objetiva su existencia) en cuanto que confirma su objetividad al oponerse a otros objetos que existen en la naturaleza y frente a terceros dentro de las sociedades (que componen el ser social). Pero, además, al ser un ser viviente, limitado y condicionado por sus necesidades vitales, debe procurar saciar dichas necesidades. Al saciarlas confirma, a su vez, su existencia objetiva concreta y su recurrencia. Pero el “hombre” no solo es un ser natural, sino que es un ser natural humano, es decir, un ser que es para sí, que por ello es un ser genérico, que en cuanto tal tiene que afirmarse y confirmarse tanto en su ser como en su saber. Es decir, su afirmación y confirmación, por tanto, es TRIPLE: es tanto biológica-material-corporal (DU1) (asimilando productos-objetos de la naturaleza), como por su percepción inmediata psicológica, su conciencia (DU2), como ontológica (DU3), al oponerse a esos objetos exteriores a él (tanto, objetos naturales, como sociales). Y esto lo logra al interaccionar, como ser social, con la naturaleza y con su entorno a través de su praxis: la Producción.


Ahora, bien, se podrá objetar aquí que también los animales procuran saciar sus necesidades elementales para su supervivencia y recurrencia interactuando con los objetos de la naturaleza. ¿Cómo respondemos a esto? Sencillamente entendiendo que la Producción, como actividad humana, es una acción que se hace de manera consciente, voluntaria, racional y planificada. Es una acción que no siempre está limitada a una necesidad inmediata, sino que puede hacerse independientemente con proyección temporal a futuro.


La Idea de Producción es, por tanto, una idea ontológica-filosófica, pero también política y económica. Por lo tanto, es trascendental.


Así, la Idea de Producción, en nuestra filosofía, se basa en la producción de instrumentos, cosas, instituciones que, dentro de un conjunto de operaciones racionalizadas e institucionalizadas, permiten categorizar y comprender el Universo-mundo en el que estamos insertos, así como la recurrencia y ampliación de dicha comprensión. Se trata de operaciones consistentes en juntar y separar cuerpos en el espacio-tiempo, en relación a representaciones y relaciones simbólicas. Estos cuerpos, productos de la vida política al tiempo que la configuran, hoy día tienen además un valor económico, pues son, la mayoría, mercancías entretejidas mediante el trabajo.


Para aclarar un poco los tantos traeremos unos conceptos vertidos por la pedagoga marxista chilena, Marta Harnecker que nos dice al respecto: “Para el marxismo, la comprensión última de los procesos históricos debe buscarse en la forma en que los hombres producen los medios materiales. La concepción materialista de la historia parte del principio de que la producción, y, junto con ella, el intercambio de sus productos, constituyen la base de todo el orden social; que en toda sociedad que se presenta en la historia, la distribución de los productos y, con ella, la articulación social en clases o estamentos, se orienta por lo que se produce y por cómo se produce, así como por el modo en que se intercambia (y se distribuye) lo producido. Ahora bien, toda producción está caracterizada por dos elementos inseparables: el proceso de trabajo que da cuenta de la transformación de la naturaleza que el hombre realiza para convertirla en un objeto (o cosa) útil (para su existencia y recurrencia) y las relaciones de producción (las relaciones entre las personas a través de las cosas que esas mismas personas producen) que dan cuenta de la forma histórica concreta en la que se realiza el proceso de trabajo. Proceso de trabajo es todo proceso de transformación de un objeto determinado, sea éste natural o ya trabajado, en un producto determinado, transformación efectuada por una actividad humana determinada (fuerza de trabajo), utilizando instrumentos (maquinas, herramientas) de trabajo determinados.


La Idea de Producción es fundamental para entender la concepción materialista de la vida política. Además de un concepto económico y una idea filosófica, es también una idea cultural desarrollada por los hombres, que permite entender también a esos mismos hombres y su desarrollo. La Idea de Producción permite, así, definir a la cultura no por el hombre, sino al hombre por el proceso cultural.


La Idea de Producción es indisociable de la idea de Symploké, de su tejer y destejer, para conocer y configurar el Universo-mundo en el que estamos insertos, sin el cual ni nosotros seríamos, ni aquel sería lo que es sin nosotros.


La Idea de Producción liga al sujeto trabajador del campo económico, como sujeto operatorio, con lo circular, lo radial y lo angular; con lo sintáctico, lo semántico y lo pragmático; con lo operativo, lo estructurativo y lo determinativo; y los conjuntivo, lo basal y lo cortical. Por medio de la Producción, el hombre logra que el conocimiento y la conformación del Universo-mundo se realicen a través de los procesos antropológico-culturales, objetivos positivos, históricos, económicos y políticos, a la vez que asegura su conservación y recurrencia.


Por todo esto, el proceso evolutivo del ser humano, de su recurrencia (su existencia, su evolución y su reproducción), y de las sociedades que conformó y le conformaron (las sociedades políticas, en dialéctica entre sí), es un proceso que adopta la forma de Producción.


Para dar cuenta de la Idea de Producción, el Materialismo Político, en tanto que materialismo metodológico, práctico, tendrá que tener en cuenta no solo las mercancías y los sujetos económicos. También los materiales económicos mundanos (facturas, recibos, tarifas, carreteras, etc.), académicos, instituciones económicas y extraeconómicas entretejidas en su campo y el campo económico en sí, delimitado gnoseológicamente en tres ejes, y delimitado políticamente por la dialéctica de Clases y de Estados. Además, deberá tener en cuenta a las personas y sus operaciones subjetuales racionalizadas e institucionalizadas en y para dicho campo económico, de las que habrá que purgar elementos propios de la escala subjetiva y de ideas irracionales como la de utilidad marginal. Es decir, el MatPol deberá tener en cuenta la realidad dinámica, material y plural del fenómeno económico.


Así, al igual que Gustavo Bueno, nosotros centramos la atención principal en los procesos de repetición sinalógica (partes sinalógicas significa las partes que tienen un vínculo entre sí de continuidad, por contigüidad o causalidad), tanto en la forma de totalización (totatio: operaciones de agregación de las partes) como de la partición (partitio: como operaciones de des-agregación de las partes), lo que equivale a afirmar que el peso principal de toda teoría del valor económico materialista centrará su atención, como lo hace Rubin, en las relaciones de producción.


La Producción de mercancías y su circulación posterior por medio de operaciones recurrentes de totalización y partición producen vínculos totalizados por sinexión (unidad de partes diversas o distintas). Es decir, Se deben conectar o enlazar términos diversos como productos industriales con elementos comerciales, o de servicios, logísticos, o institucionales, que le permitan existir al proceso de producción. Sin estas interconexiones entre elementos diversos del campo económico es imposible el proceso de Producción.


Pero además, el proceso de Producción, tanto a escala micro como macroeconómica, contiene esencias genéricas como totalidad procesual, comportando 3 momentos evolutivos sucesivos:


1-Núcleo: Es el momento inicial desde donde parte y se organiza la esencia como sistema.


2-Cuerpo: Serían el conjunto las determinaciones de la esencia que proceden del exterior del núcleo y que lo envuelven.


3- Curso: sería el tercer momento en el que el núcleo, envuelto a su vez por el cuerpo, y en razón de la acción del medio, se modifica de manera interna.


Así, en el valor de las Mercancías, el núcleo sería el coste de producción , el cuerpo EL CUERPO el precio de producción, y el curso el precio de venta o las variaciones que los valores de las mercancías seguirán en el campo de las relaciones de producción, afectados por la conjunción de la oferta y la demanda.


Núcleo, Cuerpo y Curso se corresponden también con la tríada “Materia, Forma y Verdad” de la Teoría del Cierre Categorial de Bueno, con la Idea de Valor en Rubin.


Ahora bien, además de la partición o separación, en la idea de producción es básica también la Idea de Disociación. El Concepto de Disociación esencial de géneros, respecto de otras realidades, procesos o estructuras, puede ser considerado una modulación más de la Idea de Symploké. Esto permite ver como la idea de Producción rebasa el campo económico, en tanto que ninguna estructura categorial agota el campo real en el que se constituye como tal. Hay pues, una disociación, sin dejar de haber conjugación entre los procesos únicos de las relaciones económicas de producción, asi como con las legalidades esenciales de las sociedades políticas que regulan los cursos de esas relaciones (Derecho Comercial, Tributación, etc.)


Todo esto implica que sea imposible una total co-determinación en el campo económico entre términos y relaciones, por lo que la planificación monista como la soviética, es imposible, asi como también es imposible la nula planificación, el anarco-capitalismo (o planificación atomista).


Las transformaciones que dentro del campo económico sufre la materia, siempre tiene lugar entre términos compuestos o divididos por medio de operaciones realizadas por los sujetos en Symploké, dando lugar a nuevos términos que mantienen determinadas relaciones con los anteriores, tanto a nivel micro como a nivel macro, lo que se relaciona con una planificación material pluralista de la Política Económica.


Así, el Universo-mundo construido por los sujetos corpóreos, vivientes, prácticos, cognoscentes, y sus instituciones, se presenta como el espacio práctico-operatorio de esos mismos sujetos racionales, siendo la conservación de esos mismos sujetos en la integridad de sus conciencias y sus cuerpos, tanto individual como colectiva, e incluso su mejora y desarrollo, y su recurrencia, la base ética misma de su praxis: el proceso de producción.


Ahora bien, en el Capitalismo, el proceso de Producción permite que el Capital pueda dividirse en mercancías (incluidos bienes y servicios), dinero y Trabajo, cuyas interrelaciones constituyen el proceso de Producción constituyéndose a sí mismo, siendo aquellos los elementos o términos esenciales de las relaciones de Producción. Pero el término que constituye la sustancia del capital, y de todo sistema económico complejo desarrollado, es el Trabajo, ya que, como bien sabemos, el capital es trabajo pretérito acumulado.


Así, la Producción permite ver que, en el campo económico, el valor es siempre capital y el capital siempre es valor. La Producción de mercancías implica la conformación de sus valores asociados, tanto de uso como de cambio, así como los costes y precios de producción que, con la Ganancia media, constituyen el VALOR TRABAJO en general, aún siendo su núcleo el coste de producción.


La Producción de valores es un fin proléptico y constitutivo en tanto que el valor de uso no incumbe a su vendedor como tal. Incumbe solo a sus compradores, al menos en lo que tiene que ver con su consumo. Así lo escribe Marx:


La cualidad que tiene el salitre de poder ser utilizado para la pólvora no determina el precio del salitre, sino que este precio se determina por los costos de producción del mismo salitre, por la cantidad de trabajo objetivado en el (trabajo socialmente necesario). En la circulación, a la cual los valores de uso entran como precios, su valor NO resulta de la circulación, aunque aquel solamente se realiza en ésta; el valor le esta presupuesto y se realiza únicamente mediante el intercambio de dinero.

Pero si la Idea de Producción es fundamental para entender la conformación del valor, también lo es con respecto a entender la división política-económica de las sociedades políticas en clases sociales distintas, tanto a nivel de clases sociales consumidoras, como de las clases sociales trabajadoras formadoras de valor, en pugna entre sí y en pugna con otras clases ociosas (lumpen-proletariado, aristocracia) u otras que se caracterizan por no producir operatoriamente valores, sino por disponer o gestionar legalmente de los medios y fines para producir esos valores, como ocurre con los empresarios, los capitalistas burgueses, los Ceo´s, los burócratas industriales y/o financieros, funcionarios del Estado, etc. Volviendo a Marx:


Del análisis de los diversos aspectos del capital mismo, tiene que desprenderse qué cosa es trabajo productivo o no, un punto en torno al cual se ha disputado hasta el cansancio desde que Adam Smith hizo esta distinción. Trabajo productivo es únicamente aquel que produce capital (por tanto, valor) ¿No es absurdo…que el fabricante de pianos deba ser un trabajador productivo, pero no así el pianista, aunque sin el pianista el piano sería un despropósito? Pero así es, exactamente. El fabricante de pianos reproduce capital; el pianista cambia su trabajo solamente por un rédito. Pero el pianista produce música y satisface nuestro sentido musical, ¿no produce, entonces de cierta manera? In fact (de hecho), lo hace: su trabajo produce algo, pero no por ello es trabajo productivo en sentido económico, del mismo modo que no es productivo el trabajo del orate que produce fantasmagorías. Solo es productivo el trabajo si produce su propio contrario (el trabajo asalariado produce su contrario, el capital, siendo el plusvalor la contradicción gnoseológica fruto de estas operaciones, fundamento del conflicto capital-trabajo) […] Otros economistas aducen que la distinción entre productivo e improductivo debe referirse no a la producción, sino al consumo. Todo lo contrario. El productor de tabaco es productivo, aunque el consumo de tabaco sea improductivo. La producción para el consumo improductivo es tan productiva como la producción para el consumo productivo; siempre y cuando produzca o reproduzca capital…

La evolución de las relaciones, medios y modos de producción en el campo económico, y la presencia de Estados en este proceso evolutivo nos permite comprobar cómo las clases de trabajadores de una sociedad política no se divide solo entre trabajadores productivos e improductivos, pues a su vez hay clases intermedias y hay trabajadores que consumen valor producido por el capital y/o el Estado. También existen otras clases de trabajadores que permiten la recurrencia del proceso de producción de valor, de su distribución e intercambio, cambio y consumo.


I.2. Las relaciones de producción.


Las relaciones de Producción son relaciones circulares entre sujetos (personas) a través de términos, objetos físicos-corpóreos objetivos, concretos e históricos, denominados: mercancías. Junto a las mercancías, funcionan instituciones económicas estatales y supraestatales, de la vida político-económica, entre ellas la moneda (dinero).


En el campo económico, las relaciones de producción permi