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9.6- Notas etnográficas: entre producción y reproducción

Por Artur J. Llinares Pacia


Resumen: En las próximas líneas nos hemos propuesto reflexionar, al amparo de lo planteado, entorno a la reproducción y su vinculación con el trabajo moderno. Primero abordando la cuestión del surgimiento del mundo de la disciplina industriosa, para luego introducirnos en la actual organización de la “vida cotidiana”. Finalmente nos preguntaremos por algunos de los límites y potencias que desvela este campo.


Palabras clave: Tiempo, disciplina, sociedad, producción, reproducción.





I. Introducción.


Gustavo Bueno (2018) (1) en una charla –entre clásica y polémica– hizo notar sobre parte de lo que nos congrega hoy aquí:


La reproducción es un concepto industrial, donde los granjeros reproducen, si pueden ser clónicos, las ovejas y los caballos y el ganado para ajustarse a las demandas del mercado. Pero la reproducción es una metáfora tomada de la cultura precisamente, no al revés. La reproducción es, por ejemplo, la reproducción de una moneda a partir de un molde que se establece, o del troquel. Y así la forma es el troquel y cada moneda va reproduciendo, a ser posible, de un modo casi clónico, por lo menos a la escala que interesa, pero siempre con características de cada moneda que permitan que no se cuente dos o tres veces la misma moneda porque si no habría comercio. Es decir, incluso en el caso más claro de la reproducción, hay una reproducción clónica. Es imposible que hayan dos cosas idénticas.


Así pues el concepto de reproducción aplicado sistemáticamente a la biología es falso porque si hubiera reproducción no habría evolución, en cada caso de “reproducción” hay una diferencia esencial de los hijos a los padres, más o menos pronunciada. Esta diferencia obliga a, en vez de hablar de reproducción hablar de multiplicación, o transformación multiplicativa. […] Esto permite que se llegue a puntos donde surgen nuevas especies.


De este texto nos interesan las dos dimensiones que tan brevemente retomó el filósofo riojano. Por un lado, la reproducción como vinculada al surgimiento de la industria moderna, si bien con antecedentes. Por otro lado, la relación que se establece con la “vida”, que parece irresolublemente dividida entre la vida biológica (ζωή [Zoé]) y la cultural (βίος [Bios]).


En las próximas líneas nos hemos propuesto reflexionar, al amparo de lo planteado, entorno a la reproducción y su vinculación con el trabajo moderno. Primero abordando la cuestión del surgimiento del mundo de la disciplina industriosa, para luego introducirnos en la actual organización de la “vida cotidiana”. Finalmente nos preguntaremos por algunos de los límites y potencias que desvela este campo.



II. Tiempo, disciplina y sociedad.


El trabajo se ha organizado de modos muy diversos a lo largo del tiempo y del espacio. Ambos aspectos han estado fuertemente vinculados a la antropología: nos es imposible pensar en los cazadores recolectores sin pensar en su movilidad (Binford, 1980) (2), al igual que es ineludible al pensar en los maring estudiados por Rapapport pensar en esos amplios procesos de 20 años que transcurre entre guerra y guerra mientras van alimentándose a los cerdos (Rapapport, 1975) (3).


La moderna sociedad industrial, igual que otras formas de trabajo, presenta sus propias exigencias, si bien siempre con un margen para la diversidad de procederes.


Thompson (2019, 472) (4) en un artículo ya clásico se preguntó por:


–nuevas disciplinas, nuevos incentivos y nueva naturaleza humana sobre la que pudieran actuar estos incentivos de manera efectiva-, ¿hasta qué punto está todo esto en relación con los cambios en la representación interna del tiempo?


Su conclusión era clara, el tiempo había pasado de adaptarse a las circunstancias humanas a ser el hombre el que se adaptara a él. Así pues, desde el siglo XIV se erigen relojes públicos, y se instaura el toque de campanas mediante donaciones caritativas, emergiendo el hábito del convento a las ciudades (Munford, 2010) (5). Las escuelas se despliegan como un dispositivo para garantizar la «industriosidad» desde bien chico a las personas, las hojas de horas se perpetúan en las fábricas y el escamoteo por horas extra será la nota final con la que abrazamos en nuestros siglos –uno también nació en el pasado siglo– la disciplina laboral:


[Antes de la guerra] el «hacer horas extra», como ahora se dice, era un acto de insolidaridad, algo peligroso para el obrero. Hoy la obsesión es hacer «horas extraordinarias». Conservar las tareas propias como sea y no ocuparse demasiado del vecino.


Caro Baroja; 1972: 143 (6)


No obstante, como bien advierte Elias (2010) (7) en un ensayo ya clásico sobre el tema, no debemos someter a la dicotomía entre tiempo natural/tiempo social a este proceso. Así, sin negar el trabajo de Thompson, podemos proponer la siguiente relación recíproca entre tiempo y trabajo:




Ilustración 1. Esquema de la relación de codeterminación entre Trabajo y Tiempo.



III. Producir y reproducir.


Estas relaciones recíprocas nos permiten comprender aspectos como que en la actualidad aun existan grupos relativamente regidos por otros órdenes cronológicos más “anárquicos” como los estudiantes o la gente con alto poder adquisitivo que se dedican a “nadear”. Pero también ello da razón –a diferencia del concepto de «orientación al quehacer» del historiador británico- de que esta disciplina también se encontraba en periodos previos, tan antiguos como el Egipto del siglo XXI A. de J. C. (Baer; 1963) (8). Por otro lado, este tiempo no afecta solo al trabajo, como bien ha estudiado Ekirch (2001) (9) por ejemplo, sino que termina por afectar a marcos más amplios de la sociedad.


Esta capacidad para aprender y transmitir de generación en generación experiencias en forma de saber es el fundamento de la ampliación y mejora progresiva de los medios humanos de orientación, a lo largo de los siglos.


Elias; 2010: 59


Pues son también los marcos más amplios de la sociedad los que pueden o no determinar aspectos concretos de nuestra conducta. Es así como nos preguntamos en la actualidad las ciencias sociales por esos “marcos” conceptuales, ontológicos y, en otro orden, estructurales.


Si bien el trabajo es una cuestión en disputa, lo que queda fuera del trabajo también ha sido objeto de interés reciente. Campos como el consumo o la distribución han tenido que ser estudiados desde múltiples enfoques y ámbitos. Pero, sin lugar a dudas, desde mediados del pasado siglo, con títulos clásicos firmados por Althusser o Bourdieu –si bien siempre se señala a Meillassoux como la génesis (Moore; 1996: 67) (10)-, la “reproducción” ha tomado un marco referencial.


El feminismo, con diferencia, es uno de los campos teóricos que más se ha preguntado sobre este ámbito: el cual, además, en principio era al cual se encontraban relegadas las mujeres de mediados del siglo XX, si bien ello requeriría de muchas matizaciones como veremos.


Como ya habíamos advertido antes, junto a esta disciplina del trabajo aparecen con fuerza y de forma generalizada instituciones como la escuela, pero ello a su vez implica relegar a un segundo plano una parte de la familia: el oficio. Mi abuelo, pescador, aún era hijo de pescadores, en buena medida por el freno que supuso la Guerra Civil al desarrollo institucional previo que se inició con las reformas de la regencia Mª Cristina –opuesta al absolutismo de Fernando VII- en la primera mitad del siglo XIX.


Sin embargo, y buena muestra de ello es el artículo que mencionábamos de Caro Baroja, al cambio de siglo en España se aceleran estas transformaciones, siendo igual para la estructura familiar y poniéndose en consonancia un modelo europeo –dentro de unos márgenes-. Las clases profesionales cada vez ocupan una bolsa de trabajo más amplio, se incentiva el crecimiento urbano, al igual que ya desde el franquismo se promueve un estilo de vida de pequeños propietarios: se decía aquello de “un país de propietarios y no de proletarios” (Cfr. Vives y Rullan; 2014) (11).


Así la sociedad se va especializando, obligando a que ella misma planifique el devenir de nuevas generaciones mediante instituciones especializadas. Ello nos puede dar una idea de la ingente bibliografía desde principios del siglo pasado y hasta la actualidad preguntándose por los jóvenes, la adolescencia, los niños o incluso la “desaparición” de alguna de estas fases (Postman, 1983) (12). En síntesis ello ha implicado:


Las instituciones educativas de índole sanitaria, militar o profesional, a quienes les está encomendada, dentro de este sistema social que planifica su reproducción, la misión de preparar a las nuevas generaciones desde el momento del «destete familiar» hasta el momento de su incorporación hacia una profesión, tenderán a acogerse a una concepción de la adolescencia muy próxima a sus líneas genérico-formales […]


ha de contar, en general, con la iniciativa (llamada «libertad») de cada adolescente, se comprenderá que el concepto de adolescencia tienda ahora a quedar reducido al plano psicológico, es decir a la perspectiva desde la cual es el adolescente quien tiene que elegir entre los papeles que el sistema social le ofrece.


Bueno, 2013 (13)


Ante esta consideración del individuo frente a los papeles es cuando surge la noción de rol social, entre otros de la mano de Goffman con su sociología psicologizante, que recibiera las debidas críticas de Diamond (Diamond y Belasco; 1982: 72) (14). Dichos «roles por la libertad» no se quedan en el adolescente, también se dirigen a la que hasta la fecha –supuestamente- había acumulado todas las obligaciones para con este: la madre. Y el feminismo, como ya advertíamos, es el campo teórico que más se preguntará sobre ello. Un ejemplo claro a nivel nacional se encuentra en los trabajos de Paloma Candela y Josefina Piñón en Valencia (2005) (15) y Madrid (2013) (16).


Para el caso madrileño, por ejemplo, las autoras rastrean toda una constelación de posibles respuestas. Hay núcleos familiares que se reparten las tareas de forma equitativa –en realidad ellas no recogen ningún caso así-, hay quienes se desesperan ante la imposibilidad de desdoblarse más entre trabajo y hogar, hay quienes emplean una “red de amigas y madres que están en la misma situación” (ídem.: 92), y también hay quien contrata a un servicio doméstico dando muestra de “cómo las emociones y los trabajos de cuidados de la familia se convierten en mercancías intercambiables a escala transnacional” (ídem.: 72), y es que efectivamente suelen ser extranjeras, si bien no todo extranjero es recibido de igual modo (Parella, 2004) (17).



IV. Conclusiones etnográficas.


Para comprender brevemente estos cambios a los que nos referíamos, podemos fijarnos en la etnografía de Juan O. Sánchez (1992) (18). Esta fue realizada en un pueblo pesquero asturiano, Cudillero, de unos 2.200 habitantes (ídem.: Cuadro 0.1). En esta etnografía –muy gozosa de leer por otro lado- se dibujan los cambios antropológicos acaecidos en esta pequeña región, con especial preocupación por la Villa de Cuideiro, tanto en el orden familiar como en el económico (ídem.: Cap. 4); vamos a tomar dicho trabajo para comprender mejor, en un contexto concreto, lo dicho.


En los años 50 las mujeres, igual que sus maridos, se dedicaban a un trabajo activo fuera del ámbito doméstico. Fábricas, vender pescado en pueblos aledaños, hacer de carretadoras, etc. eran trabajos extradomésticos típicos. En la actualidad –etnográfica-, no obstante, el papel de la mujer se ha reducido notablemente al ámbito doméstico. Se dedica, sobretodo, a una gestión íntegra, desde los documentos de la embarcación y los permisos, como de la gestión doméstica.


No obstante, caben matices. Así pues, ya a finales de siglo XIX las mujeres tenían un gran poder administrativo, lo cual había llevado incluso casos de abandono del hogar sustrayendo todas las riquezas previas de la misma. Por otro lado, la actitud con respecto a las labores domésticas tampoco es homogénea: se intensifica cuando el marido se encuentra en casa, y ello mismo hace que las mujeres deseen que sus maridos «vuelvan pronto a la mar» (ídem.: 59). A su vez, con respecto al marido, este entra en la casa sin atender a las necesidades de la misma, “no quiere «complicarse la vida»” (ídem.) dicen los autores. Por otro lado, no obstante, este mismo marido tiene responsabilidades para con el ámbito productivo, es decir, en su rutina se encuentra el barco, no la casa, lo cual contrasta con las mujeres que “pasan mucho tiempo conversando o discutiendo tranquilamente con otras vecinas a la puerta de casa” (ídem.).


Estas mismas mujeres se encargan de la socialización y educación de los hijos, si bien de una forma residual (19). Ello se debe a que los muchachos van a la escuela y es ahí donde se forman. Así pues, «el oficio» se presenta en oposición al ámbito escolar, y a su vez, dicho ámbito productivo esta fuertemente atado con la unidad familiar: “Los padres sostienen sin rodeos que «si los hijos no estudian, que vayan a la mar»” (ídem.: 60). En cuanto a la relación entre la familia y los medios de producción –no capitalizados mediante un sistema corporativo- ésta viene especialmente dada porque “facilita la acumulación de riqueza económica y de capital en manos de los propios pescadores” (ídem.: 62), al igual que garantiza “un mayor control de la actividad productiva y de gestión a bordo del barco” (ídem.: 63). Estos dos argumentos, a su vez, están relacionados con el hecho de que el propietario es también trabajador, así pues se procura hacer siempre presente el “donde hay patrón no manda marinero”, en contraste con el llamado “armador de tierra”, y también es cierto que ello ayuda a eliminar intermediarios que son muy ineficientes en empresa a pequeña escala (20). Esta misma tenencia familiar retroalimenta un orden familiar, pero a su vez, este orden familiar, en una sociedad pesquera de pequeña escala –que es lo que ha sido desde el siglo XVIII hasta la década de los 90-, ha cambiado segregando espacios de género, antes que en el ámbito reproductivo, en el productivo. Pues también el ámbito reproductivo se desprenderá de transformaciones del ámbito productivo en un marco –técnico, social, etc.- más amplio.


Así pues, ahora los niños van a la escuela hasta los 16 años, esto a su vez les da acceso a otras formaciones y le permite «construirse aspiraciones» divergentes del entorno familiar inmediato donde se desarrollan (21). A su vez, ello implica que el tradicional rol de la madre de introducir al niño en la socialización y “educación” pierde peso. Así, las relaciones generales entre familia y empresa se deshacen dando lugar a un sistema de tenencia mucho más fluido, hasta llegar a la actualidad financiera –lo cual también se da en la forma de compraventa a corto y medio plazo de acciones que terminan por ser una surte de “tenencia fluida” de las empresas-. Y en el propio pueblo se han dado estos cambios, así pues el autor advierte: “Tan solo en 1990 ha habido dos casos en los que los propietarios de dos embarcaciones han adquirido otros dos barcos grandes en sociedad” (ídem.: 63). El autor está retratando un cambio que en muchos ámbitos se había desarrollado en al década de los 70 –justo la década en al que Caro Baroja escribía sobre la, actualmente llamada, «España vaciada»-. Esto mismo tendrá también posibles consecuencias con los sistemas de dotes/herencias y dones intrafamiliares –sea en la perpetuidad del núcleo o en su ampliación mediante matrimonios y filiaciones-.



V. Conclusiones antropológicas.


Especialmente vinculado a los trabajos de Levi-Strauss, Meillassoux (1989) (22) se propuso desarrollar una teoría marxista que fuera capaz de engarzar la producción y la reproducción, pero en especial preguntándose por el papel de la mujer como “medio” de la reproducción, claro está, esto retomado de la teoría de la donación de mujeres del maestro francés.


Desde entonces hasta la actualidad el debate se ha hecho mucho más complejo, e inclusive en buena parte si el interés por estos aspectos perdura es justamente porque el discurso con respecto a «lo social» se ha hecho más complejo y ha requerido de herramientas que permitieran un análisis más fino de las realidades sociales. No obstante, dicha renovación en el ámbito social también debe saber reconocerse como relativamente reciente –desde algo antes de la IIGM y con especial ímpetu en la década de los 70- deudora de cambios dados, antes que en la teoría, en la realidad histórica de nuestro entorno. El suceso de una historia social a un historia cultural (Cabrera; 2003) (23), el paso de una antropología más ontologicista (González-Abrisketa y Carro-Ripalda; 2016) (24) o aspectos como el interés por la subjetividad y el llamado «giro afectivo» (Castro; 2019) (25) son tanto partes constituyentes como resultados.


Narotzky, por ejemplo, ha hecho dos interesantes abordajes sobre esta cuestión, uno primero, mucho más “etnográfico”, en el sentido de que la presentación de los sucesos sociales ha cubierto una parte importante de su texto. Por otro lado, un enfoque más teórico donde ha querido resolver disyuntivas históricamente surgidas del entorno de los debates sobre reproducción, economía y sociedad.


En la Narotzky más teórica se explicita algo que sobrevuela todo el debate:


Así, la clase se definiría por la articulación entre las posiciones de reproducción y de producción. No es tanto la propiedad de los medios de producción la que separa y crea conflictos entre grupos de personas en términos estructurales, como la posibilidad de ser dueños de nuestro futuro.


Narotzky; 2004: 303-304 (26)


Así pues, también se entiende que en la Narotzky (2010) (27) más etnográfica nos encontremos con un interés claro por las llamadas “luchas inmediatas”. Es aquí donde luce una contradicción que da mucha inercia a estas investigaciones. Como bien advierte la descripción de Foucault que se cita al inicio del libro, justamente la lucha inmediata es aquella que no busca mediaciones ni instituciones, se relaciona con sujetos y objetos concretos que se consideran obstrucciones al adecuado funcionamiento –sea normal o no- de unas relaciones concretas. Es decir, por lo último por lo que se caracterizan es por “el futuro”. Esto, no obstante, toma un cierto matiz interesante cuando atendemos a que el concepto de tiempo ha sido muy criticado, y se ha llegado a la densa conclusión de que tanto pasado como futuro se recrean -«construyen»- desde el presente (Edelman y Tononio ; 2002) (28).


Esta inmediatez, este mundo «en acto» como objetivo de investigación es lo que en buena medida describe un interés creciente entre la tesis de la producción y una antítesis de la reproducción. Si bien cuando llega un debate maniqueo el panorama se empobrece tristemente.

A su vez, la actual antropología en relación al ámbito de la reproducción, sigue teniendo un problema con el viejo dilema del cuerpo. La Narotzky teórica advierte de su interés por poner en tela de juicio la dicotomía producción/reproducción, y ello se puede hacer partiendo de una “reproducción plural”:

  • Social

  • De la fuerza laboral

  • Biológica (Narotzky; 2004: 227-228)

No obstante son tres distinciones que no tienen mucho sentido, pues justamente parte de la sociedad es la fuerza de trabajo, y de igual modo qué sociedad va a reproducirse en ningún sentido si no hay individuos corpóreos dispuestos a ello: una sociedad [asociación] de máquinas no es una sociedad. Más bien toma una estructura de muñeca rusa, y además al llegar a las bases “infraestructurales” del cuerpo no puede darse continuidad a la teoría de la reproducción por lo que ya advirtió G. Bueno.


Así pues, antes que superar una dicotomía, en el fondo inherente a un marxismo que divide al modo platónico el mundo entre infraestructura y superestructura, parece ser que todo es reproducción, incluso en comunidades donde la reproducción como “técnica” no existe y lo único que se hace es sobreponer una disciplina que en realidad emerge en nuestras sociedades de la fragmentación de las relaciones sociales y de su especialización –era Benjamin (2021) (29) el que advertía de que la reproducción aparece para extraer el “alma” de la obra de arte, y en buena medida los actuales debates sobre memoria histórica también parecen ir en la misma línea- (30).


En este sentido estamos muy de acuerdo con Narotzky en que hace falta bajar al ámbito etnográfico: registrar lo que sucede más allá de nuestros constructos teóricos. Si algo enseñó la posmodernidad es que la dicotomía entre el fenómeno y el noúmeno kantiano estaba muerta, vivimos en una constante codetermianción, mediación, relación recíproca.


Somos críticos con el concepto de reproducción, pero no porque nos molesten las monedas o las medallas, sino porque justamente las comunidades humanas –incluso aunque lo deseemos íntimamente para nuestra “sociedad ideal”- no se “reproducen” porque directamente ni se producen, pues dicha reproducción y producción nunca pueden aspirar a comprender la sociedad, pues son meros ámbitos de la misma, que a la vez que se ven afectados por otros elementos, ellos afectan a otros. El tiempo, como hemos visto, es uno de los mejores ejemplos, en especial porque ello nos vincula directamente con aspectos de la salud que nos obligan a hablar de una disciplina encarnada –no un mero rol, que ya Calderón hablaba del mundo como escenario-: el estrés no es un fenómeno meramente psicológico, podemos estudiar cuerpos de cientos de años mediante sus marcadores de estrés justamente y conocer y recrear sus actividades a partir de ello y otros indicadores (Le Bars y Candon; 2005 también Silvia; 2005) (31).



Notas:


(1) BUENO, Gustavo (2018). “Gustavo Bueno. Feminismo, género y posmodernidad”. Disponible en: <<https://www.youtube.com/watch?v=IJNZvDT0HQM&t=1033s>>


(2) BINFORD, Lewis R. (1980). “Humo de sauce y colas de perros: los sistemas de asentamiento de los cazadores-recolectores y la formación de los sitios arqueológicos”. En: HORWITS, V. (edit.)(2007). Clásicos de Teoría arqueológica contemporánea. Argentina: Publicaciones de la SAA. Pp. 439-464.


(3) RAPAPPORT, Roy A. (1975). “Naturaleza, cultura y antropología ecológica”. En: SHAPIRO, Harry L. Hombre, cultura y sociedad. España: Fondo de cultura Económica. Pp. 261-292.


(4) THOMPSON, E. P. (2019). “Tiempo, disciplina de trabajo y capitalismo industrial”. En: Costumbres en común. Estudios sobre la cultura popular. Madrid: Capitán Swing. Pp.: 469-530.


(5) MUNFORD, Lewis (2010). El mito de la máquina. Técnica y evolución humana. Logroño: Pepitas ed.


(6) CARO Baroja, Julio (1974). “El hombre de campo y el campesino como objetos de especulación política”. En: De la superstición al ateísmo. Meditaciones antropológicas. Madrid: Taurus. Pp.: 123-148.


(7) ELIAS, Norbert (2010). Sobre el tiempo. México: FCE.


(8) Baer, K. (1963). “An Eleventh Dynasty Farmer’s Letters to His Family”. En: Journal of the American Oriental Society. 83(1), 1. Pp. 2-3


(9) EKIRCH, A. R. (2001). “Sleep We Have Lost: Pre-industrial Slumber in the British Isles”. En:The American Historical Review. Volume 106, Issue 2. Pp.: 343–386.


(10) MOORE, Henrietta L. (1996). Antropología y feminismo. España: Cátedra, Universitat de València e Instituto de la Mujer.


(11) VIVES y RULLAN (2014). “La apropiación de las rentas del suelo en la ciudad neoliberal española”. En: Boletín de las Asociación de Geógrafos Españoles. Nº 65. Pp.: 387-408.


(12) OSTMAN, N (1983). “La desaparición de la niñez”. En: Boletín Iberoamericano de Teatro para la Infancia y la Juventud. Nº 31 (octubre-diciembre). Pp.15-24. Disponible en Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes: <<http://www.cervantesvirtual.com/obra/la-desaparicion-de-la-ninez/>>.


(13) BUENO, Gustavo (2013). “Adolescencia: antropología comparada”. En: El Basilisco. Nº 141. Publicación en línea, disponible en: <<https://nodulo.org/ec/2013/n141p02.htm>>


(14) DIAMOND y BELASCO (1982). De la cultura primitiva a la cultura moderna. España: Anagrama.


(15) CANDELA y PIÑON (2005). Mujeres entre naranjos. Las trabajadoras de los almacenes valencianos de manipulación y comercialización de cítricos. Valencia: UNED.


(16) CANDELA y PIÑON (2013). Vida, trabajo y relaciones de género en la metrópolis global. Madrid: Catarata.


(17) PARELLA, Sonia (2004). “Reclutamiento de trabajadoras inmigrantes en las empresas de servicios de proximidad en el Área Metropolitana de Barcelona”. En: Reis. Nº 108. Pp.: 179-200. Disponible en Dialnet: <<https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=1172858>>


(18) SANCHEZ, J. O. (1992). Ecología y estrategias sociales de los pescadores de Cudillero. Madrid: Siglo XXI.


(19) “Y así, un área específica en la que parece existir oportunidades para nuevos productos parece ser la hora de la merienda de la tarde, en la que el ama de casa se sentiría compensada por la ausencia de los niños en la comida del mediodía o intentaría compensar su propia ausencia debido al trabajo” consideraría Wardle [CONTREREAS, Jesús (1991). “Alimentación y cultura: reflexiones desde la Antropología”. En: Revista Chilena de Antropología. Nº 11. Pp.: 95-111, en esp. p. 109.]


(20) No se entienda aquí “empresa” en el sentido de “corporación” que es una forma organizativa. Por empresa entendemos el significado genérico de cualquier proyecto que se inicia, sea o no lucrativo, sea o no corporativo, individual o colectivo, etc.


(21) Es interesante que esto contradice radicalmente la histórica tesis de Engels de que la familia aparece en paralelo al estado. Ello en buena medida lo ha negado toda la antropología del parentesco, redefiniendo, por un lado, lo que es «familia», y por otro, la antropología política redefiniendo «organización política» en la diversidad de las sociedades humanas. No obstante, su tesis sigue siendo fortísima en el feminismo hegemónico. Cfr. LEWIS, Sophie (2019). Full surrogacy now. Feminism Against familly. Londres-Nueva York: Verso. Si bien Lewis termina por mezclarlo con cuestiones de bioética que creemos no trata con toda la precisión requerida.


(22) MEILLASSOUX, C. (1989). Mujeres, graneros y capitales. Madrid: Siglo XXi.


(23) CABRERA, M. Ángel (2003). “La crisis de la historia social y el surgimiento de una historia postsocial”. En: Ayer. 51. Pp.: 201-224.


(24) GONZALEZ-ABRISKETA, Olatz; CARRO-RIPALDA, Susana (2016). “La apretura ontológica en la antropología contemporánea”. En: Revista de Dialectología y Tradiciones Populares. LXXI (1). Pp., 101-128. Disponible en: <<https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=6969532>>


(25) CASTRO, Ernesto (2019). ¿Qué es el giro afectivo?. Conferencia pronunciada en la Facultad de Bellas artes de la Universidad Complutense de Madrid. Disponible en YouTube: <<https://www.youtube.com/watch?v=RY24m9PwL18>>


(26) NAROTZKY, Susana (2004). Antropología económica. Nuevas tendencias. España: melusina.


(27) NAROTZKY, S. y AMITH, G. (2010). Luchas inmediatas. Gente, poder y espacio en la España rural. Valencia: PUV.


(28) EDELMAN y TONONIO (2002). El universo de la conciencia. Cómo la materia se convierte en imaginación. Barcelona: Crítica.


(29) BENJAMIN, Walter (2021). L’obra d’art a l’època de la seva reproductibilitat tècnica. Girona: edicions de la ela geminada.


(30) “la memoria histórica constituía la cristalización de la pérdida de la tradición” GUIGOU, L. Nicolás (2009). Comunicación, antropología y memoria: los estilos de creencia en la Alta Modernidad. Licenciatura en Ciencias de la Comunicación. Uruguay: Universidad de la Republica. P. 126


(31) LE BAS, D. y CANDON Morales, A. (2005). “Mértola medieval: marcadores de actividad, modos de vida y estratificación social. Campo arqueológico de Mértola Portugal”. En: ALUJA, Mª Pilar;MARLGOSA, A. y NOGUES, Ramón Mª (eds.)(2005). Antropología y biodiversidad. Actas del XII Congreso de la SEAB que tuvo lugar en la Universidad Autónoma de Barcelona en julio de 2001. Volúmen 1 de 2. España: edicions bellaterra. Pp.: 523-327.



Sobre el autor:


Moscú, Noviembre de 1999. Asentado en Barcelona.Estudiante de antropología de 4º año, Universidad de Barcelona (UB). Interesado en el materialismo: sea en la vertiente Marxista, la Cristiana (católica) o la Buenista. He participado en dos congresos de antropología, en el primero (ISSR BCN, 2019) como equipo de soporte, en el segundo (CoCa, 2020) con una ponencia titulada “Antropología digital”. Me interesan los procesos de globalización y localización y la redefinición de las antropologías y la etnología en consecuencia.



Twitter: @ERDAL1822


Instagram: ERDAL

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