4.1- España frente a la Unión Europea
Actualizado: 8 may 2021
Por Joaquim J.P.
Resumen:
España, tras la pandemia del Covid-19, se ha visto inmersa en una de las peores crisis económicas de su historia. Mientras, a escala internacional, dos proyectos antagónicos y enfrentados entre sí debaten el destino por el control del mundo: la "Sociedad Abierta", fruto de los intereses de la burguesía financiera y la defensa del Estado-nación, proyecto político retomado por la burguesía industrial. Ambos intentan disputarse la hegemonía occidental. En medio de esta pugna, España sufre las consecuencias de un modelo económico, político y social derivado de la implementación de la globalización y su sociedad abierta. A lo largo del artículo, repasaremos los hechos históricos que han colocado a España en esta situación, la responsabilidad de las clases dominantes españolas en nuestra subordinación a Alemania, las consecuencias de la integración económica, política y sociológica de la Unión Europea y su relación con la crisis desatada por la pandemia del Covid-19.
Palabras clave: Crisis, Coronavirus, Régimen del 78, Unión Europea, España.

I.- Introducción Las crisis económicas en el sistema capitalista son consecuencia siempre de múltiples y complejos factores: la producción capitalista genera permanentes contradicciones y clases antagónicas entre sí que luchan por hacer prevalecer sus intereses. Durante estos ciclos de crisis, suele repetirse a menudo un patrón que incluye varios factores: la sobreproducción, el desperdicio de recursos y la incapacidad de mantener el consumo, porque el propio funcionamiento acumulativo de la riqueza en unas pocas manos, provoca el empobrecimiento y proletarización de las clases medias, así como la destrucción de infraestructuras productivas, quiebras masivas y finales de ciclos productivos que reestructuran los mercados y redirigen las fuerzas productivas hacia nuevos sectores.
El caso que tratamos aquí es un tanto especial frente a otras crisis, ya que es derivada de la sobreproducción consecuencia de la paralización económica provocada por la crisis sanitaria del Covid-19, que además se ha dado en un marco que ya de por sí expresaba indicios de crisis. Mientras, se sigue desarrollando la fuerte pugna entre dos burguesías que luchan por imponer su modelo; burguesía financiera e industrial disputan su hegemonía en occidente, mientras el sistema económico europeo y en concreto el español pende de un hilo y va camino de sufrir una de las peores recesiones de su historia. Todo ello, además, exacerbado en España por nuestras condiciones particulares, que comentaremos a lo largo del artículo.
Las bases de esta crisis en nuestro país tienen diversos elementos estructurales derivados de la integración en la Unión Europea:
La integración política, basada en la cooptación de las burguesías y clases políticas.
La integración económica, centrada en la globalización y el papel de España dentro del mercado de trabajo internacional.
La integración sociológica, vinculada al concepto de "Sociedad Abierta" de Karl Popper.
Son tres conceptos importantes que desarrollaré a lo largo del artículo para comprender los aspectos fundamentales de la crisis desatada por el Covid.
II.- La entrada en la Unión Europea
Hace ya largo tiempo que España forma parte de la UE. Desde que iniciara su andadura en el proyecto de incorporación, tras la Transición del 78, el europeísmo se nos ha vendido siempre como la salvación. Como la redención al “mito oscuro español” -engendrado por la Leyenda Negra-, como la solución a todos los problemas pasados, presentes y futuros de España. Sin embargo, cuando uno analiza los datos económicos, industriales, de deuda pública, etc., salta a la vista que la integración de España en la UE ha significado casi todo lo contrario a lo que se nos vendió. Y es que, muy lejos de haber favorecido el desarrollo de España y mejorado la vida de los españoles, la Unión Europea ha perjudicado, desde el punto de vista económico, político y sociológico, todos los aspectos de la vida de los trabajadores españoles.
Esto no habría sido posible sin la conformación ideológica externa, durante la transición y previamente, de las clases dominantes de España, que con una tradición negrolegendaria heredada del afrancesamiento, permitiría a la inteligencia estadounidense colocar a unas clases dominantes serviles e integradas en las aspiraciones de construir el proyecto de la Unión Europea, fundamentado en tres pilares:
- Integración política.
- Integración económica.
- Integración sociológica.
Estos pilares llevan ya décadas presentes en la sociedad española. Se fundamentan en un eje vertebrador, que provoca que seamos un país bastante europeísta [1], aun siendo de los más perjudicados por la integración europea. Este eje vertebrador que precede a los tres pilares de la integración, lo denomino el Mito Rosa de la Unión Europea, que se basa en ocultar deliberadamente las consecuencias políticas, económicas y sociológicas de esa integración. Este mito, tendría su reflejo más fiel en la idea formulada por Ortega y Gasset de: “España, es el problema; Europa, la solución”. Algo que de forma inconsciente es una consecuencia de la Leyenda Negra Hispánica, que desde hace ya siglos habría calado en el pensar español. El europeísmo español, un sentimiento que bebe de esa hispanofobia latente, quizá no tanto en estratos poblacionales generales, pero sí de forma importante en las élites políticas, intelectuales y económicas españolas, es uno de los pilares ideológicos sin los cuales no se puede entender la subordinación de España, sus clases dominantes y por ende de su pueblo, a intereses de potencias ajenas que trabajan claramente por su destrucción.
Creo interesante resaltar una cita del libro El marxismo y la cuestión nacional española, de Santiago Armesilla, que explica bien el contexto mencionado previamente:
“La transición española fue orquestada por poderes políticos foráneos, sobre todo en Estados Unidos (la CIA) y la República Federal Alemana, organizando y coordinando acciones entre el CLC [2], en tanto que órgano encargado de organizar a la oposición antifranquista anticomunista, y el franquismo reformista que, primero en la Unión de Centro Democrático de Adolfo Suárez (UCD) y en Alianza Popular, y más tarde en el Partido Popular (PP), capitaneó dicho proceso. Existen otros acontecimientos que pueden dar cuenta de ello, como la aprobación por el PSOE del congreso de Suresnes de 1972 en que salió elegido como secretario general Felipe González, la defensa del “derecho de autodeterminación de las nacionalidades y regiones”. González llegó escoltado a la frontera francesa por la Guardia Civil, y el PSOE fue apoyado financieramente por la Internacional Socialista, heredera de la IIª Internacional y Media que crearon los austromarxistas.”[3] Santiago Armesilla, El marxismo y la cuestión nacional española
Las élites españolas actuales, consecuencia del hacer geopolítico de dos potencias que están muy interesadas en la neutralización y subordinación de España como nación política, tienen su pilar ideológico en la Leyenda Negra antiespañola. Sin ella, no sería posible la configuración de una clase política y de una burguesía apátridas que han trabajado desde el final del franquismo para que la integración desventajosa de España en el mercado europeo fuera un hecho, empezando por los acuerdos del tratado de Maastricht, la integración militar en el tratado de la OTAN y la adopción del euro en detrimento de la peseta o la modificación del artículo 135 para primar el pago de la deuda externa tras el rescate en 2008 a los bancos alemanes.
Como consecuencia de todo ello, España es hoy una nación sin soberanía, con unas instituciones que están diseñadas para su desaparición (a largo plazo) y su posterior integración en el proyecto sociológico de la Europa de los Pueblos, cuyo proyecto político es la Unión Europea.
III.- Contexto Español y geopolítico: Burguesía financiera vs Burguesía industrial
Cuatro décadas después de la implantación del régimen del 78 en todas sus vertientes -económica, política y sociológica-, podemos ver hoy el funcionamiento del modelo heredado de la integración europea que se nos ha impuesto: descentralización administrativa, desindustrialización, eliminación de nuestra soberanía económica, desigualdad territorial y endeudamiento. Son las consecuencias más negativas de la integración de España en la UE.
Dentro de este contexto, hemos visto como España se ha situado en el epicentro de la pandemia del Covid-19 durante varias semanas [4], en las cuales hemos sido testigos de las "bondades" del sistema autonómico y su pésimo funcionamiento, de los enfrentamientos entre la gestión de competencias del Estado central y las autonomías, y de las consecuencias de la desindustrialización, al ser incapaces de producir por nosotros mismos el material médico necesario para equipar a nuestros sanitarios -que ha sido el grupo profesional más afectado y con más contagios del país [5]- o los medios materiales de protección, como guantes o mascarillas, que hubiera sido necesario repartir entre la población. Dado el esperpento vivido, la oposición en España se ha hartado de vociferar a todas horas sobre la negligencia y crímenes que supuestamente habría cometido el gobierno. Esta visión, miope y propia del cortoplacismo con intereses electoralistas, ha impregnado una lectura superficial y sesgada de los problemas mencionados previamente. El gobierno ha cometido errores de gestión priorizando sus propios intereses, pero en líneas generales ha hecho lo que las instituciones y el modelo heredado están diseñadas para hacer y lo que el modelo productivo español, derivado de la integración europea, ha permitido producir; y ha gestionado sociológicamente una sociedad individualista, que no toma en serio al Estado, porque su funcionamiento a nivel de superestructura ideológica es contradictorio.
Decían Marx y Engels en el manifiesto comunista que “El gobierno del Estado no es más que la junta que administra los negocios comunes de la clase burguesa” [6]. Y eso está haciendo el gobierno: administrar los negocios de la burguesía; pero esa burguesía no tiene interés en que a España le vaya bien, pues nuestro gobierno gestiona los intereses de la burguesía financiera globalista, cuyo testaferro es George Soros [7].
Este testaferro, de intereses más complejos de los que aparenta, está claramente interesado en la creación de un proyecto geopolítico que va más allá de la UE y de Estados Unidos: el proyecto del Gobierno Mundial y de la "Sociedad Abierta" de Karl Popper, idea que subyace desde hace décadas en la globalización.
Si durante el período de la Segunda Guerra Mundial, la dialéctica de clases y de Estados giraba en torno a la industrialización y la acumulación de capital mediante la explotación asalariada y las contradicciones de clase que ello generaba; terminada la guerra, gracias al desarrollo de las infraestructuras de telecomunicaciones vinculadas al comercio internacional y a la internacionalización del trabajo asalariado, ocurrida durante la posguerra; se sentaron las bases para la conformación del poder acumulativo de la burguesía financiera, que durante los años 70 y 80 vería su capacidad de multiplicación de capital incrementada en tasas hasta ese momento impensables. Sobre todo tras el acuerdo de Bretton Woods y la creación del dinero fiduciario estadounidense, las nuevas tecnologías de telecomunicación desarrolladas durante la Segunda Guerra Mundial y mejoradas en las décadas posteriores, permitían aumentar el traslado de capital entre regiones, Estados y continentes de forma más fácil y sencilla. El nacimiento del dinero en forma digitalizada durante los 90 y 2000, poco a poco, permitió que la burguesía financiera comiera el terreno en la sociedad capitalista a la burguesía de carácter industrial.
El sujeto social de esta clase burguesa que representa bien George Soros, es la burguesía financiera globalista, un tipo de clase social surgida del desarrollo de los mercados internacionales y cuya base material es el desarrollo de infraestructuras de comunicación digital, que empezó durante la década de los 90 y que tiende y tenderá a la conectividad de todo ser humano a una red de comunicación mundial. Esta infraestructura sienta las bases para el surgimiento del gran poder de la nueva burguesía financiera globalista, que, aunque ya existía previamente durante el siglo XIX y el XX, como los describió Marx, hasta bien entrada la década de los 80 ésta no vería su pleno desarrollo como clase adquiriendo una capacidad de acumular capital muy superior a la de otras clases burguesas, anteponiéndose así a las burguesías industriales.
La caída de la URSS se explicaría por las propias contradicciones del sistema soviético, su Leyenda Negra, asumida por las capas más importantes de los cuadros del partido, y por el surgimiento de esta burguesía pujante con su propio proyecto geopolítico, que supo comprender muy bien las debilidades heredadas del modelo productivo industrial soviético. Estas debilidades consistían fundamentalmente en su planificación lenta y poco informatizada, y en su baja capacidad de movilización de recursos, que además estaba muy centrada en la parte militar; en comparación al modelo desarrollado por la burguesía financiera, de carácter más dinámico y efectivo a la hora de adaptarse a los cambios tecnológicos que acontecerían durante las décadas posteriores. El modelo desarrollista de la burguesía financiera permitió la deslocalización industrial a nivel internacional. El capital, al no depender ya puramente del mercado vinculado al Estado debido a que podía trasladarse de forma electrónica, obtuvo un carácter todavía más internacional, algo que comprendió muy bien China durante la década de los años 80 y 90. Estas causas explicarían el cambio de estrategia del Partido Comunista Chino, que supo aprovecharse del modelo pujante de la burguesía financiera internacional para atraer su capital y la tecnología occidental para modernizar tanto la sociedad como los medios productivos Chinos. Aunque explicar en detalle todo ese proceso me llevaría quizás un artículo aparte, si es importante comprender el papel de esta burguesía, la financiera, en la conformación geopolítica mundial y su proyecto para la UE y España.
El desarrollo de esta clase ha comportado nuevas formas de dominación política, sociológica y económica. Las clases políticas posmodernas representan muy bien los intereses de esta burguesía financiera: su proyecto político se resume en la implementación de la "Sociedad Abierta" de Karl Popper, llevada a la práctica por George Soros mediante su Open Society Foundation [8].
La Open Society Foundation es el proyecto geopolítico de la burguesía financiera globalista anglosajona, y las clases políticas posmodernas son en general su correa de transmisión. Esta fundación tiene, según su propia página web, el objetivo de construir una sociedad cuyo fundamento romántico es la “libertad humana y una sociedad abierta”. Aunque puede sonar muy bonito, la "Sociedad Abierta" persigue en realidad algo más pragmático y cínico: la libre circulación de capitales y de mano de obra sin la intervención de los Estados; es decir, un modelo geopolítico basado fundamentalmente en el debilitamiento de los Estados nación de Occidente para permitir el libre flujo de sus intereses sin intervención o con una intervención mínima.
Dentro de este marco del desarrollo e implementación de la "Sociedad Abierta" a escala global, desde 2016, ha surgido un fiero enemigo que podría poner fin a la hegemonía y continuidad del proyecto de Soros: Donald Trump.
Como representante de un proyecto antagónico al de la burguesía globalista financiera, Trump representa los intereses de la gran burguesía industrial occidental. Esta burguesía industrial lleva en decadencia ya varios años; su decadencia tiene un motivo claro -la globalización desarrollada por la gran burguesía financiera- que comenzó con las deslocalizaciones masivas hacia países asiáticos y que ha tenido como consecuencia algo inesperado para ellos: el resurgimiento del imperio Chino, con su Socialismo de mercado de características Chinas. China ha puesto en jaque el beneficioso desarrollo que la globalización había tenido hasta ahora para Occidente. Gracias a su alta capacidad tecnológica y sus productos de alto nivel pero a bajo coste (sobre todo telefonía móvil y electrónica), los industriales occidentales no pueden competir con China, y ven amenazados a la larga sus grandes imperios corporativos, hegemónicos en Europa y hasta ahora en el resto del mundo. Por ello, ahora estamos viendo el resurgir de esta clase burguesa de su letanía, defendiendo sus intereses a con uñas y dientes, cosa que puede suponer el fin de la globalización y de la “Sociedad Abierta”.
La gran burguesía industrial Occidental se ha visto amenazada de muerte por el proyecto globalizador de la “Sociedad Abierta”, que pretende mermar el poder y peso de los Estados nación creando plataformas continentales desreguladas y con instituciones con baja capacidad de intervención -es el rumbo que sigue la Unión Europea desde su nacimiento-. Frente a este proyecto, esta gran burguesía pretende frenar el proyecto destructor del Estado nación para usarlo como salvaguarda de sus maltrechas industrias, recuperar políticas proteccionistas para competir con China y evitar que ésta se haga con el mercado Americano y Europeo.
Dentro de este contexto geopolítico tenemos a la Unión Europea y España, que ahora es también un escenario de disputa geopolítica entre estas dos burguesías. En la política Española de los últimos años hemos oído con frecuencia las palabras “comunista” y “fascista”, que tanto Vox como Podemos se recriminan mutuamente. A lo largo del artículo veremos también que estas etiquetas, representan solo fachadas vacías, pues detrás de ese mal denominado “fascismo” (Vox) se esconde el proyecto de esta gran burguesía industrial que pretende recuperar el Estado nación para proteger la industria propia y su mercado interno, y en el otro lado el mal llamado “comunismo” encarnado en el PSOE o Podemos, representa hoy el proyecto de la “Sociedad Abierta”, es decir, el proyecto de la burguesía globalizadora financiera.
Dentro de este marco, existe una compleja dialéctica política que atañe al nacimiento de la UE, la integración de España en la misma y las consecuencias que la pandemia del Covid ha puesto de manifiesto.
IV.- La conformación de los Estados Unidos de Europa y la Leyenda Rosa Europea
La integración económica de España en la UE: Explicado de forma breve el carácter e intereses de la burguesía financiera globalizadora y su pugna con la burguesía industrial, retomemos el hilo conductor del artículo: el proyecto de la Unión Europea para España y sus consecuencias en relación a la crisis del Covid-19.
El que antaño fuera el modelo de Estado de la burguesía -el Estado nación-, hoy representa un elemento “arcaico” que lastra el desarrollo de los intereses del capitalismo financiero. Así, el proyecto de la "Europa de las Regiones", pretende construirse sobre los restos de los actuales Estados nación, cimentándose en su disolución para posteriormente, debilitados, otorgar todavía más poderes a las instituciones supranacionales de la UE, replicando así una suerte de modelo estadounidense de federaciones. Este proceso se ha desarrollado absorbiendo para sí y practicando la cooptación de las burguesías y clases políticas establecidas (y destruyendo a las que no quieran someterse) de esas naciones ya constituidas, a las filas de la nueva burguesía financiera globalista. Aunque esto no es solo cosa de un solo día, esta conformación política de Europa, lleva décadas en marcha.
Uno de los pilares fundamentales de la Unión Europea, fue el tratado de Maastricht, una unión monetaria surgida de la evolución del tratado de 1951 de la Comunidad Europea del Carbón y el Acero, consecuencia de la Segunda Guerra Mundial y resultado de la necesidad de enfrentar al enemigo geopolítico del capitalismo occidental de la posguerra: la extinta URSS. La Comunidad Europea del Carbón y el Acero fue constituida en un inicio por Bélgica, Alemania, Francia, Italia, Luxemburgo y los Países Bajos, con el fin de organizar la libertad de circulación del carbón, de acero y el “libre” acceso a las fuentes de producción. Esta unión, apoyada y con el visto bueno del imperio estadounidense, conformó la base de las relaciones económicas para el nacimiento posterior de lo que hoy conocemos como la Unión Europea, que se vería fuertemente reforzada con la aprobación del tratado de Maastricht y la adopción del euro como moneda común.
Para comprender la importancia de la infraestructura y la conformación posterior de la superestructura, desde el análisis marxista, es interesante leer lo que Marx escribió y ponerlo en contexto para la conformación de la UE y sus clases dirigentes, como proyecto político:
“El conjunto de estas relaciones de producción forma la estructura económica de la sociedad, la base real sobre la que se levanta la superestructura jurídica y política y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social. El modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social política y espiritual en general. No es la conciencia del hombre la que determina su ser sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia.” Prólogo a la Contribución a la Crítica de la Economía Política, 1859, Karl Marx.
Es decir, el nacimiento de la Unión Europea como proyecto, parte de la base de transformar la infraestructura productiva, fomentando primero la unión comercial, seguida de la implantación de una estructura política y jurídica de dominación por parte de las naciones burguesas que dirigen ese proceso de unificación. Al transformar las relaciones de producción, comerciales y políticas, se crea la base para la conformación del ser social de una burguesía y clase política afincada en defender los intereses de la UE, bajo la dirección de la burguesía financiera globalizadora. Es importante comprender entonces porqué la burguesía industrial quiere detener ese proceso y volver al Estado nación, porque avanzar en el proyecto globalizador supondría el fin de esa infraestructura económica y productiva, como también el fin de esa característica clase burguesa propiamente europea.
En España este proceso de dominación se llevó a cabo, como expliqué anteriormente, durante la Transición, aprovechándose de la Leyenda Negra Hispánica y del anhelo “democratista” de la sociedad española, para crear los cimientos del Mito Rosa de la Unión Europea.
El proceso de integración económica en particular se logró sobre todo gracias a la clase política española, conformada desde fuera por la CIA y la socialdemocracia alemana. Ello tuvo como consecuencia que tras la entrada de España en la UE, las potencias europeas, con Felipe González como cómplice necesario, desindustrializarían y desmantelarían toda posible competencia a sus industrias patrias [9], implantando así las bases económicas de dominación de Alemania y Francia sobre España. El proceso de integración económica había comenzado, convirtiendo a España, que hasta la entrada en la UE había tenido un paro del 4%-6%, en uno de los países de la unión con más paro estructural, pasando en 8 años (1978 a 1986), del 6% al 21% de paro.

Los datos de paro estructural, además, cambiaron su metodología de contabilización a partir de 1986, ya que se dejó de contabilizar como parados a los desempleados que cobraban prestaciones. Por tanto, las cifras de parados publicadas en 1986 y posteriores, que no reflejan la realidad, están falseadas. El PP tampoco hizo nada por cambiar esa contabilización falsaria, por razones obvias.
Aunque la idea general que se muestra entre los dos gráficos siguientes es la relación entre el paro estructural -que aumenta de forma constante en cada crisis- y la desindustrialización, también refleja el cambio de modelo productivo hacia el sector servicios, que en líneas generales ofrece por su estructura y funcionamiento, peores condiciones laborales, salariales y de estabilidad en el empleo.


Comparativamente hablando, mientras España habría perdido desde 1995 un 8% de aportación de la industria al PIB -contando con el proceso de deslocalización de empresas con la globalización-, Alemania por el contrario habría mantenido su sector industrial intacto con una variación de apenas el 2,5%. Además, no podemos valorar el período de 1978 a 1995 (curiosamente tras la entrada en la UE y mientras gobernaba el PSOE), sobre el peso de la industria en España, porque no existen datos al respecto. En ese período ocurriría que más de 60 importantes empresas estatales fueron privatizadas por el propio PSOE [10].

Para tener una perspectiva más amplia de los efectos de la desindustrialización tras la integración en la UE, a continuación tenemos una gráfica comparativa de la evolución histórica del crecimiento económico a través del PIB per cápita en todos los regímenes de España entre 1868 y 2016. Esta gráfica desmonta el mito de lo mucho que ha ayudado la UE a nuestro crecimiento económico y bienestar. Por el contrario, muestra una realidad que no gustará a los europeístas ni a izquierdistas indefinidos; y es que España, durante el franquismo, al proteger su mercado interno y estatalizar las industrias de capital privado, tuvo un mejor crecimiento económico general y pudo garantizar, en consecuencia, una mejora prolongada de la economía. Se aprecia claramente el estancamiento progresivo del crecimiento económico tras la entrada en la UE. Sobre todo, las peores caídas durante el régimen del 78 ocurren de a partir de 1978, con la liberalización y venta de las empresas estatales a capital extranjero para su posterior desmantelamiento. La segunda peor caída ocurre -a pesar de la burbuja inmobiliaria- a partir de 1998, y continúa hasta la actualidad con leves recuperaciones.

En este otro gráfico que reproducimos a continuación, podemos apreciar la evolución del PIB per cápita de Alemania y España entre 1982-2019. Los efectos de la desindustrialización y la terciarización de la economía española, pueden verse a largo plazo. Pese a que tras la década de los 90 el crecimiento parece ir a la par, el resultado de la crisis económica, la posterior aplicación de los recortes y la modificación del artículo 135; el distanciamiento en el crecimiento del PIB per cápita es como poco remarcable. Tras los recortes durante el período de 2008-2011, efectuados por el PP y PSOE por mandato de la UE, vemos claramente como el crecimiento económico se estanca en España, junto a esto, sumándole la desindustrialización y teniendo en cuenta que el PP falseó los datos del PIB [11], añadiendo elementos inverosímiles como el tráfico de drogas o la prostitución, podríamos afirmar que el distanciamiento es en realidad mayor, pero aun así la diferencia del PIB per cápita entre España y Alemania se ha multiplicado por casi el doble, pasando de 7.400 € de diferencia en 2008 a 14.910 € en 2019.

Como consecuencia de todo esto y a raíz de desarrollar una economía basada en el sector servicios con salarios bajos [12] y alta temporalidad [13], sumando además los recortes que Alemania impone a España como condición para recibir el rescate, se produce tras la crisis de 2008, y durante el período posterior, un efecto de contracción del consumo y una bajada de la recaudación de impuestos -tanto directos como indirectos-, que sumados a los altos intereses derivados de la deuda ilegítima provocada por Alemania, obtenemos un aumento de la deuda que nos hizo pasar del 40% de deuda sobre el PIB hacia casi el 100% en 2016, con un elemento además absolutamente ilegítimo, que es la prima de riesgo. Algo que carece de sentido tras la modificación del artículo 135 de la constitución que priorizaba el pago de la deuda por encima de todo. ¿Qué sentido tiene entonces aplicar la prima de riesgo sobre la deuda española cuando no puede - porque así lo establece la Constitución - ocurrir jamás, que España no pague esa deuda?

No es casual entonces el estado de la deuda pública de los países de la zona euro que ha dejado la crisis de 2008 y que tras haber rescatado el sistema financiero alemán, endeudando a los demás países, Alemania sea el único país casi sin deuda de la zona euro.

Como conclusión de la integración económica derivada de la entrada en la UE y la “liberalización” del mercado español orquestada por el PSOE, continuada sin ningún cambio por el PP, que supuso la privatización por parte de capitales extranjeros de buena parte de la industria de España, el estancamiento de los salarios, la temporalidad en el mercado laboral más alta de la zona euro y un paro estructural de casi un 25%, la adopción del euro (moneda que no controlamos) previo entrada en el tratado de Maastricht ha tenido como consecuencia que la deuda soberana española está a niveles que hacía más de un siglo que no se producían, solo tras la guerra de marruecos quedó España tan endeudada. Podemos afirmar que lejos de los mitos rosas que quieran contarnos sobre la UE, España desde el punto de vista económico, no ha ganado en nada y menos su clase trabajadora que es a todas luces la mayor perdedora de la integración europea y que ha quedado a niveles de deuda incluso peor que tras perder una guerra.
V.- La integración política:
V.-1 El preludio histórico de la “Europa de los pueblos”
A algunos lectores puede que les suene el término de “La Europa de los Pueblos”, pero para quien no sea conocedor del mismo vamos a arrojar un poco de contexto histórico del mismo. Aunque no está claro cuando fue acuñado por primera vez, lo que sí veremos a continuación es que la balcanización de Europa era ya una estrategia de dominación de Alemania desde el inicio de la Segunda Guerra Mundial. El término de la "Europa de los Pueblos" proviene del proyecto geopolítico del partido nacionalsocialista Alemán y, aunque no es mencionado explícitamente por Hitler con tal denominación, sus bases ideológicas y conceptuales se encuentran descritas en el propio Mein Kampf.

Este mapa fue consecuencia de un estudio de etnias encargado por Hitler durante el lapso previo al estallido de la Segunda Guerra Mundial. Las divisiones entroncan con algunas de las afirmaciones descritas por él, en relación a la concepción nazi del estado y las razas o etnias:
“El fin supremo de un Estado racista, consiste en velar por la conservación de aquellos elementos raciales de origen que, como factores de cultura, fueron capaces de crear lo bello y lo digno inherente a una sociedad humana superior. Nosotros, como arios, entendemos el Estado como el organismo viviente de un pueblo que no sólo garantiza la conservación de éste sino que lo conduce al goce de una máxima libertad, impulsando el desarrollo de sus facultades morales e intelectuales.” Adolf Hitler, Mein Kampf. 1925
Hitler concebía entonces el Estado como forma de organización de la raza y la cultura, como la expresión de sus “elementos raciales”. Es decir, según la interpretación de Hitler, bajo la cultura diferenciada subyacería en realidad una etnia o raza única y a su vez éste hecho requeriría de un estado propio como fin de representación, preservación y diferenciación de la raza. Esto queda también vinculado a la idea expansionista del “espacio vital” y sería una simple justificación imperialista de control sobre los territorios anexionados. Se puede leer entre líneas que la tesis fuerte de los nazis era dominar una Europa dividida en etnias separadas de sus Estados nación. Esa es la base fundamental de Hitler para la dominación y control geopolítico, debido a que en el contexto de la Segunda Guerra Mundial, un Estado grande y patriótico equivalía un a ejército numeroso y cohesionado de difícil desmoralización, que por motivos obvios era algo temido e indeseado por los intereses expansionistas de Hitler.
La estrategia de división y dominación es simple y efectiva, ha sido un método muy utilizado por los imperios depredadores a lo largo de la historia para asentar sus conquistas geopolíticas. El expansionismo hitleriano tenía muy claro ya a principios de la guerra que, si querían dominar Europa tras ganar la guerra, debían debilitar y fragmentar los Estados nación invadidos. Por ello elaboraron mapas como el expuesto anteriormente. El ideario de la balcanización europea existió durante la guerra con esos mismos fines, y hay evidencias de esa estrategia geopolítica por parte de Alemania durante la guerra.
En la primave